Qué forma tan exquisita de hacer cine en una ciudad como Viena a principios de siglo. El amor platónico albergado en los recuerdos de nuestra ya lejana adolescencia.
La arquitectura de Viena, una ciudad luz, no puede contener a las miles de almas enamoradas que pululan por ahí, antes y después de la guerra. Porque cada una de ellas conserva el deseo da poder amar y ser feliz. Así como yo anhelo que el amor platónico que vivo por Gigi, algún día no lejano, cuando yo lo decida y mis defectos queden a un lado; deje de ser un amor platónico y se cristalice en un amor real y reciproco. Un amor que el tiempo no borra, porque está escrito en una carta de amor indestructible con tinta de mi corazón.
Tal vez la película no resista el paso del tiempo de una manera adecuada. Ya que para las generaciones posteriores les resultará un tanto cursi.
Pero aún creo en “los milagros” y así como un día el amor de Gigi se hará realidad, algún día un nuevo remake de “Carta de una desconocida” saldrá a la luz aunque este tipo de trabajos casi nunca superen el original. Porque no captan la esencia de la misma forma.