En plena época de la dictadura militar de Corea del Sur (que se produjo desde 1980 hasta 1987), Bong Joon-Ho ambienta una extraordinaria historia sobre una serie de crímenes con un mismo patrón que parecen hechos por una misma persona.

Los personajes quedan muy bien definidos y evolucionan a lo largo del discurso de forma coherente, la trama cada vez es más inquietante, te engancha porque la fotografía es poderosa, los hechos macabros y los diálogos muy auténticos. Deseando que se resuelva el conflicto, vives al igual que los protagonistas la desilusión y frustración de cada intento fallido.

Una lección de cine policíaco de calidad que hace que el tiempo se pase volando. Muy recomendable.