Aquí dice uno “¡genial interpretación!” y hala, un 10.
Dos buenísimos actores, de acuerdo. Pero luego tenemos que ver el resto del trabajo.
Dos actores, tengan o no confirmada su valía, no creo que tengan mucho problema para trabajar en un papel u otro.
Además, en este caso, hay que añadir un par de cosas:
1º: Hay que tener en cuenta que un papel de discapacitado puede ser mucho más fácil de interpretar que otro cualquiera y, además, encima puede quedar más aparente porque el efecto está menos visto que si uno interpreta a un personaje de inteligencia media, aunque requiera muchos más registros y sea más complejo.
2º: Se desmerece a otros actores de igual valía que puestos a desarrollar el papel de autista, estoy seguro, pero totalmente, que hubieran tenido igual éxito que el señor Hoffman.
Lo que cuenta es que la historia es débil, algo sentimentaloide; a favor el vestuario de Raymond, que es muy efectivo, acertado; y luego un par de trucos de cerillera, o sea: pobres, para entusiasmar a los incautos y ganar la efectividad que sino, no existiría.

Conocí a un tío que se libró primeramente de la mili porque un tribunal médico dictaminó que era retrasado mental (le citaron y se presentó acompañado). El caso es que pasados los años hubo un chivatazo y terminó haciendo la mili con casi 30 años. A mi me hizo la actuación (se lo pedí) y me asombró porque hacia muy bien el tonto, con la boca abierta y casi inmóvil. Hoy afirmo que entonces vi en él a un retrasado de verdad.
Entendí que tuvo que ser una interpretación genial la que hizo porque hacia el tonto mejor que uno de verdad. Es asturiano; no voy a decir su nombre. Ah, ejercía entonces de peluquero. No era ningún actor.
Esto es verdad, pero si hubiera sido un guión, habría sido más interesante y más auténtico.