El cuarto protocolo

Protocolaria, atildados debates en el seno del MI6, rigurosa descripción de la guerra fría de la época, cuidadosa con los detalles, meticulosa con la reproducción de los ambientes ... genuinamente británica.
Como genuinamente británica es la tradición de los agentes secretos de alto rango que pasan información al otro lado del telón de acero. Caso de Kim Philby descubierto en 1963, un marxista que espiaba por convicción ideológica, o ahora en 1986 de George Berenson (Rodgers), un torpe anticomunista que está ayudando a quienes cree combatir.
La amenaza en esta ocasión es más grave, nuclear, y afecta a las bases de la OTAN en Inglaterra. Hay un peligroso agente soviético infiltrado, Petrofsky (Brosnan), pero para neutralizarlo tenemos a Preston (Caine) que tiene algo de Smiley al menos en cuanto a las tormentosas relaciones con sus superiores.
Basado en una gran novela de espías, la cinta está a su altura. Un sólido guion y una acertada realización mantienen en todo momento la tensión dramática y la intriga. Alternan con acierto escenas de uno y otro bando, los preparativos del atentado en el uno, la lucha frenética contra el reloj para frenarlo en el otro.
Excelente descripción de los personajes, también con sus servidumbres y frustraciones. Agentes de carne y hueso, no superagentes con no se qué licencias ...
Excelentes interpretaciones con un soberbio Caine. Protocolario. Tampoco desmerece el joven Brosnan.
Una buena película de espías. Recomendable.

Nos cuentan que el cine Soviético es pura propaganda.
Puede que lo sea, pero desde luego yo no he visto nunca en sus películas que, la propaganda sea tan burda como la del cine Occidental.
Esta es un buen ejemplo de lo que digo.
Y además de burda, es aburrida y predecible.

Otro ejemplo de cómo el tiempo no pasa en balde. Que se lo digan al detective Remington Steele, que ahora se dedica a vender gafas. Más o menos ése mismo proceso lo ha sufrido la película. Una de espías al más puro estilo Le Carré, bueno, en este caso Forsyth, que tampoco es muy distinto. Actores de prestigio como Caine, trama enrevesada, un par de tiros, la KGB, Brosnan que no para de hablar… pero vamos, que la cosa es tirando a aburridilla. Y el plano final me recuerda un poquito a “La casa de la pradera”. No volvería yo a verla.

Parece que la expresión "El telón de acero" ha quedado ya un poco atrás, pero yo aún no me fiaría mucho.

Clara exposición del pasado de aquella división de Europa es esta película, aunque la veo muy partidista en el detalle de que los espías rusos que cumplían su misión eran silenciados por sus propios compañeros, ¿les sobraría gente a la KGB o es que esto le da más morbo al tema?. Lo más representativo de esa época es la propia bomba atómica, con ese contínuo temor que un país u otro pudiera fabricarla, que se lo digan a Irak y el desastre que sufrió injustamente por ese tema a manos de la gloriosa USA.

La película no llega a enganchar, a las escenas les hace falta un algo más para redondearlas, el único que salva la plana es Michael Caine, este actor que nunca fue de mi predilección en el pasado (quizás por el físico) pero que me está demostrando una profesionalidad sin parangon y ante el que me quito el sombrero.

Normalmente las novelas de Forsyth dan lugar a buenas películas. Sin embargo en esta, y me temo que para no alargar en exceso la duración, han metido demasiada tijera y la historia se queda muy, muy coja. Es lamentable el cambio que se ha hecho del inicio de la novela y pasa todo de ser un operación oculta incluso para el Primer Secretario del PCUS a una operación avalada por el aparato soviético.

La película la salva Michael Caine que, sin hacer un excepcional interpretación, cumple correctamente en su papel. Pierce Brosnan, que ya apunta hacia James Bond, está correcto sin más.