Último día en Marte

Entretenida, sin más. Buenas interpretaciones, buena atmósfera creada, buen ritmo, de correcto metraje. Que más da si está visto el tema una y mil veces. ¡¡¡¡¡¡¡zombies en marte¡¡¡¡, bueno, no importa, me ha entretenido, he disfrutado, bien hecha, bien filmada....hoy dia no se puede pedir más después de los fiascos de interestelar y marte. Para ver sin esperar nada del otro mundo. Correcta.

Comienza sumamente bien. Después se vuelve predecible, una más de tantas que se han hecho solo que el escenario es Marte. No pierda su tiempo viéndola.

“Los últimos días en Marte” es un modesto survival espacial aderezado con zombies mediante el que el irlandés Ruairí Robinson debuta en el largometraje. La película coge el esquema de “La cosa” (John Carpenter, 1982) y lo fusiona con “La noche de los muertos vivientes” (George A. Romero, 1968), para sacar a flote una cinta que se ve fácil y bien sin necesidad de inventar nada. Otro referente claro del film es “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott, 1979), siendo muy curioso como los cinco minutos finales de “Los últimos días en Marte” son casi un respetuoso copia y pega del metraje final de la de Scott. Y entre guiños y referencias a la sci-fi y al terror se desarrolla una honrada película que, si bien es cierto no pasará a la historia, si que por lo menos dará cierto gustillo revisarla con el paso del tiempo.
“Los últimos días en Marte” es tan esquemática como la serie B, y al film le habría sentado de perlas ser más autoconsciente de esa etiqueta nada deshonrosa, pero por desgracia Ruairí Robinson prefiere infundir al film de un tono dramático que no le acompaña al producto. Aquí tensión, misterio y terror funcionan a ratos, pero el drama y la intensidad nunca lo hacen, y a pesar de ello el director se empecina en metérnoslo como sea durante noventa minutos en los que, erróneamente, no hay ni un solo momento de desahogo. Es cierto que los referentes del film no los tenían, pero aspirar a alcanzarles creo que es un tremendo error. A Robinson tampoco le funciona el querer dotar a los personajes de profundidad, los flasbacks de Liev Schreiber terminan siendo vulgares gatillazos. El devenir de algunos personajes también me ha dejado frio, y por respeto al producto no diré que ha sido el de Olivia Williams. Me parece absolutamente repudiable que, siendo un personaje con casi más gancho que el de Liev Schreiber, hagan lo que hacen con él. Con estas fallidas decisiones de guion “Los últimos días en Marte”, por desgracia, se autotorpedea.
El diseño de producción de “Los últimos días en Marte” termina resultando bastante resultón y efectivo, derivando en una decente atmósfera. Luego también hay que admitir que la película ofrece más visualmente de lo que te esperas.
En definitiva, “Los últimos días en Marte” me ha ganado más por inesperada que por buena, que no es poco.

Un aburrimiento bastante tibio que me ha hecho sentir viejo, y es que hubiera preferido que la película hubiera ido sobre las últimas horas en Marte tras varios meses allí y poco más, con su base más científica y realista. Cuando la película torna en una historia de zombies espaciales se vuelve una más del montón.

Así que sí, la primera parte me gustó mucho, y la segunda me resultó bastante nefasta, y mi yo del pasado me golpearía en la cara por ello, y probablemente con razón. Estoy tan saturado del género que ni siquiera el tono británico pudo salvarme la película. Se me hizo hasta aburrida y esa es la única razón por la que no puedo ni concederle un ambiguo 5.

Esta película no pasa de ser un entretenimiento para una tarde aburrida sin otra cosa que ver. Y la culpa es del guión porque, aunque está hecha con pocos medios, la fotografía, los escenarios, el vestuario y los actores cumplen con creces. Hasta la dirección es pasable.
Pero la historia... Ay, la historia... No solo recorre territorios manidos hasta la saciedad sino que además lo hace de forma pobrísima, acelerando los acontecimientos en demasía y justificando lo que sucede en base a convertir todos tripulantes de la misión en una suerte de inestables emocionales o de retrasados mentales.
Si para conseguir una situación dramática en el cine hace falta pintar este tipo de personajes, a los que no les dejarías ni que te vigilaran la bicicleta mientras compras el pan, mal vamos.