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Roman J. Israel, Esq.

Drama Roman J. Israel, Esq. (Denzel Washington) es un abogado defensor idealista y con vocación cuya vida cambia drásticamente cuando su mentor, un icono de los derechos civiles, muere. Cuando ante su nueva situación es contratado por un bufete dirigido por un ambicioso abogado, Geoge Pierce (Colin Farrell), y comienza una amistad con una luchadora por la igualdad de derechos (Carmen Ejogo), una turbulenta serie de eventos desafían el ... [+]
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
7 de mayo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película a la que es preciso, tras visionarla, darle una vuelta más de reflexión sobre lo que has pensado tras salir de la sala. O sea, dejar pasar uno o dos días antes de valorar el film. A eso me dispongo ahora, transcurrido ya un tiempo prudencial. De entrada diré dos cosas: a) la película merece la pena por su mensaje rotundo; y, b) Denzel Washington se come él solito prácticamente la cinta: ¡todo un alarde!

El abogado Roman J. Israel, Esq. (Denzel Washington) está justo en el lado oculto, es un letrado anónimo de un súper-jefe que es quien da la cara ante el sistema penal de Los Angeles. Román estudia y prepara los casos con una capacidad y minuciosidad imponentes sobre códigos y jurisprudencias de cada caso, todo de memoria, y no se le pasa una. A la vez es idealista, defensor de los derechos civiles y obsesionado con los tejemanejes de la Justicia; alguien que pertenece a la época de las grandes convicciones. Pero justamente su padre y protector del bufete cae fatalmente enfermo y fallece inopinadamente. A partir de ahí comenzará una nueva vida para el extravagante Roman, que le obliga a salir al exterior, lo cual lo mutará de hombre invisible, en sujeto actor de su propio drama, alguien que recién sale de su particular cápsula del tiempo de años, a un mundo que no entiende bien y que nada tiene que ver con su con su modo de ser solitario, asocial y directo.

El director Dan Gilroy Dan Gilroy aborda en su segundo trabajo el minucioso retrato de un tipo singular, de perfil bajo, que ha decidido situarse fuera del campo de acción efectivo de todo abogado, algo inaudito sobre todo en Norteamérica. Roman cabe en ese conocido poema de Bertolt Brecht que decía: "Hay hombres que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles".

El guion del mismo Dan Gilroy retrata a un letrado de edad madura, negro, desaliñado y desligado de los mínimos contactos sociales, un hombre de otra galaxia que, empero, es lúcido y certero en sus juicios, apreciaciones y aseveraciones ante los jueces. Pero ocurre que su conocimiento teórico choca con el frustrante entramado burocrático que atenaza el sistema judicial.

La fotografía claroscura de Robert Elswit se disuelve prodigiosamente en los colores vahídos que dan un toque un poco extraño al relato. Aceptable música de James Newton Howard.

En el reparto, Denzel Washington da vida al impoluto letrado Roman en una interpretación que no parece técnica o ensayada sino que directamente da la sensación de provenir de un don consustancial a Washington, algo somatizado y propio de él: genial. Colin Farrell está excelente en el papel de materialista tiburón de pleitos espinosos. Muy bonita y eficiente el trabajo de Carmen Ejogo como muchacha romantica e idealista.

Es una película que se teje con los dos lenguajes de la abogacía y del sistema: la versión de Roman que es íntegra, sin matices y honesta a carta cabal; y otra, la de George, que encarna a un abogado listo, eficaz y sin un escrúpulos de más. El film alzaprima, por el virtuosismo de Denzel Washington y por el propio guión, los avatares del hombre bueno ‘versus’ el avezado y aguerrido letrado que encarna un Colin Farrell que no puede evitar ser fagocitado por el imponente y rocoso Denzel.

En suma, este drama penal se esfuerza en retratar a un idealista en conflicto consigo mismo y con sus traumáticas contradicciones, con sus debilidades como todo ser humano y viviendo una vida nueva que le resulta extraña y de difícil digestión. Todo ello con alguna inconsistencia narrativa que dificulta la cabal comprensión de la historia y la posibilidad para sintonizar con el modelo de integridad que es el protagonista que, al fin y al cabo, importa él solo más que la trama. Y este es un aspecto crucial pues el el director, en vez de ir en pos de un relato de lucha contra la corrupción moral del sistema a lo Capra, lo que hace es seguir permanentemente a su protagonista, lo cual produce desconcierto. Creo que debería haber peleado por una cinta más enjundiosa y sólida. Como escribe Richard Lawson: “Es un film confuso. En parte me conmovió, en parte me aburrió, en parte me desconcertó”. Veo aquí una sentencia-resumen acertada.
Kikivall
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9 de mayo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Gilroy nos trae su segunda obra, tras la impresionante Nightcrawler el listón estaba demasiado alto. Denzel Washington es el alma de la película y por ello fue nominado al Oscar que se llevó Gary Oldman. Su actuación como abogado idealista es magnífica. ROMAN J. ISRAEL, ESQ. es necesaria para verle a él interpretando un curioso personaje oculto tras las sombras pero que, al morir el socio con el que trabajaba, ha de ganarse el pan por sí mismo.

Es entonces cuando caerá en el sistema por la propia supervivencia. Conocerá a un antiguo alumno de su propio mentor (Colin Farrell). Este le dará trabajo y comenzará a alejarse de su compromiso social, de sus valores e identidad. Al margen, claro está, ocurren cosas que provocan que el abogado activista deje de serlo. Dan Gilroy no pega tan fuerte como con su primera película; era imposible llegar a tal nivel. Tan solo nos cuenta lo fácil que es seguir al rebaño y dejar de destacarse por dinero. Eso sí, tiene escenas que son para quitarse el sombrero, siempre con Denzel Washington presente, y se convierte en un drama con altibajos y ciertamente confuso en ocasiones. No por la dificultad de su guion, sino porque no tiene la potencia que debiera.

En definitiva, ROMAN J. ISRAEL, ESQ. es una buena película. Es de juicios pero no hay enfrentamientos en el juzgado. Esto va de valores, de activismo y, en definitiva, de la propia humanidad del hombre y de la mujer. El sistema aprieta y ahoga, y Denzel Washington está sencillamente sublime en una de las mejores interpretaciones que se le recuerdan. Eso sí, no es apta para todos los públicos y puede llegar a aburrir al espectador menos habitual. Echadle un vistazo.
XuCoOo
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3 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperábamos expectantes la segunda entrega de Dan Gilroy después de su sobresaliente opera prima "Nightcrawler"  en el 2014, un mazazo al mundo de la prensa amarilla y los medios de comunicación. Ahora le tocaba el turno al sistema judicial y nada menos que con Denzel Washington como protagonista. La cosa prometía pero...

La película no es mala ni mucho menos, pero en comparación con el arrojo argumental de "Nightcrawler", su ritmo narrativo y el aprovechamiento de la fotografía de Robert Elswist que repite, esta nueva propuesta amaga pero no golpea, se queda fofa y pierde a los puntos evitando el K.O. solo porque Denzel borda el personaje. Si nos atenemos a las tres normas clásicas de narración, el planteamiento no es malo y casi durante una hora parece que la dicotomía existencial del personaje y un modo de entender la justicia a favor de los ciudadanos y no a costa de ellos, explotará dejando mucha metralla alrededor, pero el nudo y sobre todo el desenlace tiran la toalla, desenfocan el conjunto y se pierden en no se sabe que recovecos que no conducen a nada o a muy poco y se convierte en otra película con un corte más comercial y complaciente. Quedamos pues insatisfechos de lo que pudo ser y no fue. Veremos la tercera.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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20 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película bastante menos desasosegante y también menor que la anterior de este director, aunque no deja de tener interés y con un Denzel en su salsa, buscando un Oscar desesperadamente, como casi cada año. El personaje da para lucirse, sin duda, pero no logra empatizar con el espectador, la trama no acaba de interesarnos. Bien apoyado por Colin Farrell, para mí un actor en sorprendente crecimiento, y una Carmen Ejogo creíble en su papel de luchadora pro derechos humanos. Se ve fácil, porque está bien hecha, pero no creo que pase a la memoria de la gente, algo que sí ocurría con la anterior película de Gilroy, ese retrato descarnado del reportero arribista.
melchorin
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23 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas favoritas de este lustro para el presente redactor fue Nightcrawler, ópera prima del guionista Dan Gilroy. Por esto mismo muchas eran las expectativas hacia su siguiente trabajo, para el que contó con los servicios del siempre notable Denzel Washington; Roman J. Israel, Esq. Roman (excelente Denzel) es un abogado atípico que queda descolgado del mundo judicial tras el fallecimiento de su mentor. Una vez sea contratado por el gabinete de George Pierce (Colin Farrell), Roman deberá lidiar con desafíos inesperados que pondrán a prueba su ética. Película que no para de fluir y que nunca pierde su interés, tan bien fotografiada como acertada en la elección de sus temas musicales. Y en su núcleo, buenas interpretaciones de su reparto, entregándose el filme al pleno lucimiento de Washington, que sí que fue nominado. Cine de intrigas, que se adentra en un mundo ambiguo y hostil frecuentemente ignorado en el cine como es el judicial. Y su enfoque, vivo y sobrio, es acertado. Pero es el enrevesado argumento el mayor problema del filme, cuya trama enmarañada es mucho menos interesante que el personaje que la protagoniza. Todo en el filme está bien llevado a cabo, tonalmente mucho más consistente que el anterior, pero todos los ingredientes se integran en un plato tan sólo sabroso, dando la impresión de que las partes implicadas no han remado en la mejor dirección. Pese a ello, un buen cierre y un desarrollo impredecible dan para un buen filme injustamente valorado, el mejor de este artículo. Pero considerando la película anterior del realizador, la decepción es mayúscula.
Néstor Juez
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