Crónica negra

La última película de Jean Pierre Melville representa el culmen de su depurado estilo. Narra una historia de amistad traicionada en un ambiente gansteril. Aunque me chirría una escena, la del tren, que la encuentro cutre e inverosímil, por lo demás me parece un muy notable polar. Además, ¿qué actores podrían encarnar mejor que Alain Delon y Catherine Deneuve la gelidez del universo melvilliano?

El mundo particular de Melville, un tipo que se paseaba por el mundo con botas de cowboy y sombrero texano, pretendiendo emular a los directores americanos. De hecho su temática siempre es de cine negro. Al menos no le conozco otra temática. Atracos, asesinatos, violencia, policías y delincuentes.
La composición de las escenas de violencia es prácticamente como la de cualquier película de Serie B americana. Seca, dura, sin concesiones. No hay malabarismo, únicamente trama. Un guión tan conocido como cualquier otro pero que en manos de este 'friki' del cine negro hace que se destile una obra de calidad. Además no sabes realmente -como ocurre con tantas obras de cine negro- de qué va hasta que lo tienes encima. Podría firmar esta obra cualquier artesano de la Serie B. Gordon Douglas, Karlson, quizá incluso Fleischer o Wise, y estos dos últimos no son Serie B precisamente. Quiero decir que el material es mejor o peor dependiendo de los directores que lo modulen y manejen. Y este director para este tipo de material es idóneo.
Se me hace muy raro ver a Richard Crenna en un reparto tan europeo, con un Alain Delon en sus mejores años y con una Catherine Deneuve en estado de gracia, con una belleza clásica absoluta, con una elegancia y porte distinguido digno de las mejores actrices del cine clásico. Nunca estuvo tan guapa como en "Bella de día" (Luis Buñuel, 1967), pero eso es otra historia.

Sólida, contenida y pausada historia de un robo en el que el cabecilla del grupo, deberá hacer frente a la búsqueda y persecución implacable de uno de sus amigos, el comisario de policía.
Jean Pierre Melville deja en ésta su última obra, su inconfundible y característico sello personal, desarrollando meticulosamente una trama de robos en la que se dan cita el honor, la amistad y la camaradería.
Como es habitual en el reputado director, dedica cada instante a describir de una forma concisa y meticulosa cada movimiento de sus personajes, ofreciendo un claro paralelismo entre la forma de trabajar de sus protagonistas y él mismo, hombres dedicados en cuerpo y alma a su labor, analizando y cuidando hasta el más mínimo detalle, para lograr alcanzar las metas en sus profesiones.
Plasma con elegancia y sobriedad un relato de ritmo pausado, que no pesado, con el que a partir de una en principio sencilla trama de robos, consigue ofrecer el dibujo de unos personajes unidos por la camaradería y el respeto mutuo.
Se apoya en un reparto sólido y eficaz, en el que destacan la presencia de Alain Delon y Richard Crenna, que transmiten con sus miradas y gestos, las sospechas y la comprensión cubiertas por el silencio.
Se apoya en una banda sonora suave y delicada que sirve para envolver el relato criminal con un manto intimista, con el que logra profundizar en los personajes.
Posee alguna secuencia de acción que evidencia las carencias de la producción francesa, que el avance del tiempo y las tecnologías han dejado en mal lugar, pero por encima de todo eso, esta la notable recreación de las situaciones y personajes.
Hombres de honor y camaradería, regidos por los principios de la lealtad, que sentirán el frío filo de la espada de la traición y el profundo dolor que conlleva.
Su director exprime al máximo los silencios y maneja con pulso los tiempos, logrando desarrollar de una forma clara y concisa la historia, plasmando los vínculos de unión que existen entre los principales personajes y transmite el código de honor y lealtad que les acompaña en sus vidas.

Es un extraordinario ejemplo de cómo hacer una buena película aparentando ser cine negro americano, pero que se note que lo aparenta. Es francés sin serlo, hasta los dibujos en el despacho de Alain Delon son del bajo Manhattan, e intentan describir que es el centro de París. Increíble, pero es así.
Buenos, muy buenos, actores, y buena película, pero los exteriores son una tomadura de pelo. Tienes que verlo para creerlo. Nunca he visto nada igual sobre como hacer una buena película con buenos actores y bajo presupuesto, Almodóvar se moriría de envidia en esto.
Catherine Deneuve, como siempre, merece mención aparte.

Última película de Melville que, como es sabido, moriría un año después. La doy por buena en homenaje a él, pero la película tiene una trama muy manida y, sobre todo, le falta ritmo. Hay un robo complejísimo en un tren que está rodado casi en tiempo real, y se hace demasiado largo. Sobre todo sabiendo (porque si no no habría película) que al final lo consiguen.
Alain Delon no está ni mucho menos en su mejor papel y el trabajo de Catherine Deneuve es casi testimonial.
Melville ha querido dar a la relación entre Delon y el jefe de la banda un no se sabe qué de misterioso, pero que queda insustancial.