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El abrazo de la serpiente

Aventuras. Drama Karamakate fue en su día un poderoso chamán del Amazonas; es el último superviviente de su pueblo y vive en lo más profundo de la selva. Lleva años en total soledad, que lo han convertido en "chullachaqui", una cáscara vacía de hombre, privado de emociones y recuerdos. Pero su solitaria vida da un vuelco el día en que a su remota guarida llega Evan, un etnobotánico norteamericano en busca de la yakruna, una poderosa planta oculta, capaz ... [+]
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Críticas 59
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué en blanco y negro? Fué lo primero que me pregunté sobre una película ambientada en el espacio geográfico más "verde" y frondoso del mundo. Y una vez visto el film, mi impresión es que ha sido para relegar el inocultable placer visual -"a todo color"- que p.e. ha utilizado Herzog y que también sirve de marco a "La Selva Esmeralda", "La Costa Mosquito" "At Play at the Fields of the Lords", etc. a favor del posicionamiento en primer plano de los protagonistas y su derrotero. Y en segundo órden, para simbolizar con ello el conflicto medular de la historia, como lo es el enfrentamiento entre "el blanco y el negro" (así llamados los descendientes de los pueblos indígenas de la región, también conocidos como "cabecitas negras").
Después me pregunté ¿no está esta cinta un poca sobrevalorada por la mayoría de las críticas? Y dudé, hasta que leí la de "ferdyduke" (4 puntos). Y coincidí plenamente con ella.

En lo personal, sin restarle mérito a esta nueva intención de recuperar seriamente la temática que aborda las singularidades culturales de los pueblos originarios de América, El Abrazo de la Serpiente me resultó desproporcionadamente tanática, falta de erotismo, sin la mínima presencia de pasajes de vitalidad humana equivalente a la de la exhuberante naturaleza circundante. Casi todo es desolación, desencuentro, enfermedad, violencia, muerte. Y si bien todo ello forma parte de la historia de estas gentes -y por qué no de las demás, no importa dónde sea-, lejos está de haber sido lo único en sus vidas.
Tampoco me resultó especialmente "entretenida", cosa que siguiendo el sabio consejo del gran Jorge Luis Borges, siempre me parece necesario para "empatizar" con la obra artística. Muchos flashback, mucho salto idiomático, mucho diálogo críptico de sintáxis tortuosa, etc. Y una historia recreada en ficción de hechos presuntamente verídicos que hubiera disfrutado más a través de una estructura de relato más clásico y universal, ya que la estética de Ciro Guerra conspira indiscutiblemente contra la posibilidad de que su película alcance al gran público, perdiendo a consecuencia de ello la oportunidad de universalizar su mensaje.

Por último, no soy proclive a la idealización del fenómeno humano en ningún caso. Y esta no es la excepción. Tengo respeto por la cultura de los pueblos aborígenes, pero no así de la escasísima complejización alcanzada por la mayoría de sus etnias, quienes no han desarrollado lecto escritura no cuneiforme, pensamiento científico orgánico, etc. etc. Ni tampoco valores éticos del todo encomiables que no impedíeran sacrificios humanos, esclavitud, organización social estamentaria y otros ignominias equivalentes a las civilizaciones europeas y orientales. ¿No incurrieron en formas de producción excedentarias y mantuvieron mayor equilibrio con el medio ambiente? Es cierto. Pero su predominio regional se dió en épocas previas a la revolución industrial, de modo que nuca sabremos "cuán contaminantes podrían haber sido".

En síntesis:
Volviendo a la película, sin que me resultara gratificamente, no me desagradó y me fué interesante. Pero no más que eso. Lo lamento por los apólogos del "exotismo políticamente correcto".
Adrián Klas
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21 de febrero de 2016
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que el infierno sea verde, pero da igual.

Ciro Guerra interpone su mirada en blanco y negro entre el espectador y su historia, relegándolo a la categoría de mero testigo… libre, eso sí, de sacar sus propias conclusiones.

Pero eso vendrá después, cuando todo acabe.

Porque puede que esta aventura de ansiosa búsqueda y de la incertidumbre del “quizá no encontrar” algo que nos proteja de nuestros propios demonios (aquí se llama yakruna), no necesite más planteamientos que el de las confrontaciones culturales a la hora de afrontar nuestro destino como humanos.

Es, en definitiva, un cuento tan cotidiano que sobran enfoques y explicaciones, porque lo conocemos demasiado, aunque le introduzcamos la variante exótica del continuo discurrir del río, entre la inquietante omnipresencia de la selva…

… y es que, como ya contaron Herzog, Sender, Coppola, Conrad y quizá muchos otros, la selva es un lugar donde la locura se materializa tanto que la puedes llegar a tocar.

Y llegado el momento de tal representación, Guerra da un patinazo desde su pretendido realismo esquemático, hasta un naturalismo tan rudimentario y truculento que casi se la pega contra el más espantoso ridículo.

Sólo para “aventureros” introspectivos, no demasiado exigentes.
Polikarpov
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18 de febrero de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serpiente es una de las figuras más representadas en la mitología y en las religiones, a lo largo y ancho del mundo. En general, este animal simboliza conceptos muy diferentes —desde la creación a la ciencia, pasando por la maldad más primigenia o la naturaleza— en función de la cultura, pero todas ellas son interesantes. Partiendo de la base de que te interesen las culturas ancestrales de la Historia y cómo organizaban o explicaban la consciencia y el orden subjetivo de su alrededor: el conocimiento. Esta simbología y subjetividad resulta atrayente e intrigante porque nos aporta una visión o una postura distinta ante la vida, pero también porque muestra otras formas de sabiduría y de interpretación, otras formas de comunicarse. Especialmente si nos fijamos en la esencia y los instintos, aunque sin olvidar unos progresos que aún se estudian, si es que sus civilizaciones no se han olvidado y desaparecido por completo.

El abrazo de la serpiente es una de las películas más importantes del año (pasado y presente) desde varias perspectivas, desde la puramente cinematográfica hasta la social o histórica, y se traduce en un potente alegato contra el olvido. El tercer largometraje del colombiano Ciro Guerra cuenta la historia del chamán Karamakate (Nilbio Torres y Antonio Bolívar), un indígena que vive aislado en la selva Amazónica tras haberse convertido en el último superviviente de su pueblo, y que tiene lugar en 1909 y 1940, años en que se encontrará con dos científicos llamados Theodor Koch-Grünberg (Jan Bijvoet) y Richard Evans Schultes (Brionne Davis), que están buscando una misteriosa planta cultivada por su tribu, y conocida como la yakruna. Karamakate se ha transformado en un chullachaqui (un cuerpo sin recuerdos ni emociones) y ambas interacciones le ayudarán a reencontrarse consigo mismo.

Así, El abrazo de la serpiente traza un camino imponente y gris por lo más profundo del Amazonas, por su río, bordeando senderos y relatos claves que muestran un lugar único de la naturaleza y representativo de medio continente, y por ello también lleno de realidad histórica, que trata una variedad de temas y lo hace de una forma excepcional, con un discurso de fondo que debería generar en el espectador preguntas y otros pensamientos de relieve, al mismo tiempo que sugiere reflexiones de calado con una impresionante estética. Una obra precisa y compleja contada con una sencillez y claridad tan elementales que deja, en ocasiones, cualquier clase de parecido o influencia (en función de cada crítico de cine) en una simple curiosidad, nada ajena a la fascinación, la abstracción, la belleza y el entendimiento, en cualquier caso.

Dicho lo cual, me gustaría recordar algunos parecidos que he leído a lo largo de estos meses, desde que El abrazo de la serpiente pasó por el Festival de Cannes 2015, para hacerse una idea, y añadir dos más que sentí tras ver dicha cinta (sentí, sí). Los más claros son Apocalypse Now (y por consiguiente Aguirre, la cólera de Dios), Fitzcarraldo o Apocalypto (aunque yo esto no lo vi), sobre todo por lo que la selva y el río significan y provocan en las mentes de los blancos; a las que yo adjuntaría 2001: Una odisea del espacio, y Enter the Void. Ya puestos… El mundo terrenal y el abstracto se unen en la búsqueda del saber, del saber más global posible, entre anacondas y pumas, entre intereses y maltratos, entre locura y asimilación, que transforma y que transita por varios temas y paisajes. En definitiva, El abrazo de la serpiente es toda una lección de cine repleta de lucidez.

El conocimiento es para todos, y de todas las épocas.
Fendor
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15 de julio de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable y asombrosa película Colombiana de 2015 filmada en un exquisito blanco y negro. Nos muestra como dos mundos, el del hombre blanco civilizado y el de los indígenas libres del amazonas, chocan en una inevitable batalla cultural. Un chamán ayudara a un científico Alemán a buscar una planta llamada yakruna y para ello deberá atravesar el corazón de la selva con imprevistos resultados. Muy buena.
Jorge Domingo Risso
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11 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película logra hacerte olvidar lo que pasa al rededor y te atrapa hasta los créditos finales puede decirse que es una buena película.
Para empezar esta la fotografía en blanco y negro que en este caso particular le da mas realismo transportandonos a los años de ese entonces, otro factor es la naturaleza amazónica que se impone como un personaje mas en la trama, luego tenemos unos personajes bien realizados y llevados a la perfección a la pantalla.
En principio tenemos a "Karamakate" que es el ultimo chamán de su tribu y que esta bien representado por 2 actores, el primero es Nilbio Torres con un joven karamakate que despliega fuerza, voluntad y transmite el contenido dolor de su pueblo ante el exterminio, luego esta el señor Antonio Bolivar que nos entrega un viejo karamakate que esta perdido, vació y triste pero que aun así mantiene su fuerza, lo realmente plausible es que los dos actores logran transmitir la naturaleza mística propia de un chamán, a este personaje lo tendré en la mente por mucho tiempo.
Si bien el director Ciro Guerra logra una hermosa película el final es para mi confuso... supongo que tendré que verla otra vez y bueno claro que lo haré con gusto, por otro lado me parece un acierto que el director no se detenga a reprochar todo los sucesos históricos sobre la explotación violenta del gaucho, la imposición religiosa o la misma confrontación de los conocimientos modernos y nativos. El mejor mensaje que podemos sacar de esta cinta es el respeto y responsabilidad con nuestra tierra, tenemos una deuda con la naturaleza y pagarla sera muy dolorosa.
galdan777
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