El león del desierto

Durante el principio de la película se nos hace un preludio histórico, con imágenes reales sobre el periodo de ocupación, y una cruda realidad. Omar Mukhtar se manifiesta como un gran orador en libia del Corán y creo una resistencia contra los italianos aprovechando el territorio y el conocimiento del mismo.
Desde Italia se pone de manifiesto el deber de acabar con Omar Mukhtar y su resistencia, empezando por atacar a los pueblos libios y privarlos de bienes, quemar las aldeas y matando civiles inocentes. Destaca la obsesión italiana por expandirse y citar al Imperio Romano como pretexto de invasión, una posición ideológicamente fascista.

Se produce dialogo entre mensajeros del sistema de Mussolini y Omar, con ámbito de llegar a algún punto de falsa negociación: con educación y libertad disfrazada, donde Omar exige un Parlamento Nacional que obviamente no llega a ninguna parte y los conflictos continúan, se agravan y termina tristemente con la captura y ejecución de Omar, siendo y convirtiéndose en un gran símbolo de la libertad en libia.

Hay una escena que me pone la piel de gallina, la escena en la que muere el italiano sádico interpretado por Adolfo Lastretti. El oficial va mirando los cadáveres, resulta que un beduino sigue vivo, es entonces cuando el libio le apuñala al italiano, rápidamente coge un rifle y mata a tiros al italiano y los italianos restantes acribillan a balazos al beduino. Es una escena que se me ha quedado grabada en la retina y en la mente.

La ocupación del norte de Libia comienza en 1911 y se intensifica con la ascensión al poder de Mussolini. Omar al-Mukhtar, el líder beduino sanusí, ha combatido al Imperio italiano durante 20 años. La acción se inicia en 1929, cuando Mussolini encarga al general Rodolfo Graziani, alias “El carnicero”, la tarea de terminar con el asunto Mukhtar.

A partir de ese momento se sucede la guerra total: guerrilla, estratégica, tecnológica (carros de combate, artillería pesada, bombardeo aéreo, guerra química), sabotaje, ajusticiamientos, etc. Esta poderosa maquinaria de destrucción obliga a los sanusí a retroceder desde la Cirenaica (Bengasi), hasta el interior del desierto (Kufra) y, posteriormente, a buscar refugio en las montañas. Mientras tanto la población civil es internada en campos de concentración.

La lucha es desigual. La nacionalista, pomposa, sanguinaria y tecnológica Italia, por una parte, contra un puñado de beduinos entre los cuales solo una pequeña parte confía en las promesas de la Sociedad de Naciones, mientras el resto de luchadores de Mukhtar elegirá morir matando.

CONCLUSIÓN

Coproducción EEUU-Libia. La película es muy interesante. Un gran elenco de actores [príncipe Amadeo II de Saboya-Aosta (Sky du Mont); coronel Diodiece (Raf Vallone); Sharif El Gariani (John Gielgud); Mabrouka (Irene Papas)], excelente guión (H.A.L. Craig), excelente música (Maurice Jarre), ambientación, fotografía (Jack Hildyard), etc.

La ocupación italiana de Libia a comienzos del siglo XX (Pacificación de Libia o Segunda guerra italo-sanusí) es uno de esos asuntos que los vencedores pretenden condenar al olvido, de ahí la importancia de este tipo de trabajos. El único defecto es su excesivo metraje, por lo demás es una muy buena película y un valioso testimonio de la época.

Mukhtar fue capturado, condenado y ejecutado en Bengasi en 1931. Graziani fue condenado a 20 años de prisión y amnistiado en 1950. Tras su liberación, y hasta su fallecimiento (1955), continuó siendo un destacado dirigente del nuevo movimiento fascista italiano.