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Los siete samurais

Aventuras. Drama Japón, Siglo XVI. Una aldea de campesinos indefensos es repetidamente atacada y saqueada por una banda de forajidos. Aconsejados por el anciano de la aldea, unos aldeanos acuden a la ciudad con el objetivo de contratar a un grupo de samuráis para protegerlos. A pesar de que el único salario es comida y techo, varios samuráis se van incorporando uno a uno al singular grupo que finalmente se dirige a la aldea. (FILMAFFINITY)
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Críticas 215
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2014
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
53/05(14/04/14) Hace 60 años, el 26 de abril de 1954 se estrenó en Japón una de las Obras Maestras más influyentes de la Historia del Séptimo Arte, la Monumental Épica creada por el genial Akira Kurosawa, film imbuido de un romanticismo exacerbado, una grandiosa aventura, un grupo de perdedores Ronins (samuráis sin señor), defendiendo una mísera aldea labriega de un grupo de bandidos hambrientos, por la patética recompensa de comida y techo, de este simple argumento AK hace brotar una Epopeya cumbre, revestida de melancolía, esperanza, retrato social, lucha de clases, heroísmo, Obra Imperecedera que te calará indeleblemente, si no es así te compadezco.

El escenario es el Japón feudal del SXVI, la era Sengoku Jidai, la cinta está dividida en tres tramos, en el primero se da el reclutamiento de samuráis, esta forma de leva ha sido copiada en muchas cintas, siendo esta la primera y genuina en afrontarlo. En el segundo, una vez en la aldea las dos clases sociales, los agricultores y los samuráis tendrán múltiples choques, los labradores consideran a sus defensores un mal menor y poca simpatía les tienen, llegan a ocultar a sus mujeres por miedo a ellos, esto mientras adiestran los contratados a los labradores para la batalla, además de fortificar la aldea. Esta parte es de gran importancia para ahondar en las personalidades de los protagonistas, trazándose entre ellos fuertes lazos de unión. El tercer tramo, aquí la acción se desencadena en un increscendo apoteósico desbordante de lírica visual, las luchas y las bajas se suceden hasta su desgarradora batalla final, un Hito del Séptimo Arte su Antológica ambientación en medio de la lluvia y del fango, reflejan que las Puertas de la Muerte se han abierto, muchos la cruzaran. Y llegamos a su poético y melancólico epílogo, Sublime y Estremecedor.

Los Míticos 7 Samuráis son:

-Kambei Shimada, carismático líder del grupo, curtido en mil batallas (perdidas), se ríe de haberse escondido en una batalla, gran estratega, de afable sonrisa, y con gesto recurrente de frotarse su escasa cabellera en señal de pensar concienzudamente, es la voz de la cordura. Takashi Shimura lo interpreta con majestuosidad, su presencia inunda la pantalla, es la sabiduría, la nobleza, EL LÍDER.
-Kikuchiyo, o al menos así lo conoceremos, su verdadero nombre no lo sabremos, es el último en incorporarse, Kambei lo descartó por fanfarrón y mentiroso, los sigue hasta aldea y allí se une a ellos. Un borrachín visceral y bravucón, como símbolo de su alta autoestima lleva una espada enorme. Es un destacable elemento cómico con su fanfarria gesticulante, siendo ídolo para los niños de la aldea que le siguen, buenísimo el gag en que monta a caballo diciendo que es un gran jinete, no es capaz de dominarlo, viéndolo desaparecer tras un seto en el equino y volviendo a salir ya bajado corriendo tras él, hilarante. Evoluciona dejando traslucir su pasado remanente de familia labradora, y pasando del inicio payasil a el final en que es un Samurái, por su sobrecogedora valentía, su zenit en una Gloriosa escena. El gran Toshiro Mifune le dota de una poderosa personalidad, lo impregna de matices, de bordes, de empatía, de energía, de electricidad, de vitalidad, y esto combinado con la melancolía que transparenta en varias impresionantes escenas, como el trémulo soliloquio que espeta a los ronins sobre por qué los campesinos los temen, y acaba achacando a los samuráis que lo han provocado años de padecimiento causado por su violencia, el otro momento es cuando sostiene a un niño malherido y solloza entre gritos que el chico es él, desgarrador. AK utiliza este personaje para reflejar se puede ser Grande en honor y valentía partiendo de humildes entornos.
-Katsuhiro Okamoto, un ingenuo aspirante a samurái, hijo de terrateniente, dejó su plácido hogar en contra de su familia para hacerse samurái. Tras ver en acción a Kambei se hace un fiel y abnegado discípulo de él, más tarde se sentirá magnetizado también por Kyuzo tras una misión, dedicándole una mirada obnubilada. Tendrá un romance con la hija, Shino (buena Keiko Tsushima), de un agricultor. Isai Kimura lo interpreta con dulzura cándida, con amaneramiento cercano a lo afeminado, esto lo remarca AK con planos tan ambiguos como verlo jugar con flores y tumbarse sobre ellas en una bellísima imagen, viéndose casi más enamorado de Kyuzo que de Shino. El resto quedan más en segundo plano, aunque no por ello están desdibujados:
-Kyuzo, un estoico ronin, humilde, sosegado, disciplinado, contemplativo, hierático, introvertido, dedicado en cuerpo y alma al arte de la lucha, el más experto de los samuráis, un Samurái de Leyenda. Seiji Miyaguchi lo encarna con un aura cuasi-divina, su rostro emite hidalguía, confianza, arrojo, estupendo lenguaje gestual, Colosal en la secuencia en que va a robar un mosquete a los malos, se produce una elipsis y tras un tiempo lo vemos aparecer en el bosque entre la bruma con andares tranquilos y con el arma en la mano, lo entrega y como si nada se sienta a dormir, Glorioso.
-Gorobei Katayama, arquero experto, lugarteniente de Kambei, ayuda con sapiencia a la estrategia. Yoshio Inaba le da vida con sobriedad, serenidad, templanza y carisma, gran momento en el que muestra la bandera y la describe.
-Shichiroji, antiguo compañero de Kambei, veterano guerrero, ayudará con su experiencia. Daisuke Kato lo dota de valía.
-Heihachi Hayashida, no destaca en la lucha, su don de gentes y encanto le hacen un lugar en el Olimpo de los Samuráis. Minoru Chiaki lo baña de sutilidad cómica.

A Kurosawa no le interesa retratar a los bandidos, no quiere darles alma, son meros depredadores en busca de débiles, solo sabemos que atacaran por hambre, es la clásica lucha del Bien contra el Mal.

Guión del propio AK, Hideo Oguni (“Vivir”) y Shinobu Hashimoto (“Rashomon”), AK dirige con ritmo fluido y con intensidad soberbia, sabe mezclar épica, intimidad, humor, amor, un Maestro en la Cima. (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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29 de enero de 2011
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre el culito de Mifune y la joven campesina que no duda en llamar marica al joven Samurái que no responde a su explícita entrega, y la extremada y demasiado evidente devoción que siente el joven por el Samurái más diestro con la espada, tuve varias dudas. Desde luego no se hubiera dado en el cine de los años 50 norteamericano ninguna de estas circunstancias.


El vasto metraje, considerado principal lastre por parte del público, tanto detractor como admirador de la obra, se justifica sobradamente una vez asimilamos y comprendemos el genial retrato del Japón feudal de la edad media.

El resto de los aspectos que dependen directamente de la mano del "emperador" son de una rotundidad apabullante, desde la puesta en escena y hasta la resolución de cualquiera de las secuencias, pasando por un montaje realmente espectacular, que asombra en la parte final de la obra una vez se produce la batalla, momento en el que somos testigos del realismo en la lucha, el esfuerzo y el agotamiento de unos personajes que en ningún momento se desdibujan ni pierden un ápice de crédito.

La belleza plástica de la totalidad del metraje es un espectáculo. Cada fotograma compone una fotografía de belleza exquisita, un póster de lujo. El medio natural dota de la esencia necesaria para que Kurosawa y su realizador de fotografía luzcan maestría.

Casi todo está dicho, cada Samurái representa una cualidad, el talento, el trabajo, la obediencia, la fuerza, el buen espíritu, etc. Los campesinos lo parecen, o lo son me atreveo a decir. Los textos van de la mano en sintonía y medidas escrupulosas, sabiduría, humor, violencia... Me queda destacar a Toshiro Mifune, todo carisma, el James Cagney japonés, y uno de los planos más bellos del cine, el último y que pone colofón a 205 minutos de una obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SBarrettt
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12 de febrero de 2013
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cineasta extraño, arrastrado a la finitud, pusilánime con la incoherencia y el tedio, quiere mostrar la riqueza de una cultura en decaimiento por diversos factores como sus interminables guerras, climatizadas por un deseo de globalización que desaparece la diferencia y la ataca sutilmente; la cinta nos muestran esa parte del Japón colapsada física, pero jamás espiritualmente, puesto que existieron y existirán personas increíbles que hacen de su erudición un elíxir de vida bellamente compartido para todos, ya sea por sus guerreros, sus vestimentas, sus prácticas culinarias, sus sistema económico o cualquier otra categoría que podemos encontrar en cualquier poblado del mundo. Qué para el caso de Kurosawa, comienza con el terror de saqueo, para terminar en lucha y reivindicación del trabajo, mediante la figura de “sirvientes guerreros" (la palabra samurái viene del verbo “sirviente ayudante” en Japón).
Pero esta relación es incluso más compleja para nuestras mentes no japonesas, analogía simbólica cargada de profundidad cultural otorgada; comienza con el número siete que tiene un lugar importante en nuestro mundo: tenemos siete mares, siete días a la semana, siete notas musicales, pero Akira quiso mostrar sus raíces en algo que para 1956 ya está desapareciendo como tradición y figura crucial de importante estatus en una tierra cargada de patriotismo y lealtad a las creencias (ya sean políticas, económicas, culturales) como los Kamikazes. Puesto que para ser un buen Samurái había que consagrar el ser a la perfección entregándose espiritualmente al Bushido (traduce “el camino del guerreo”) y sus siete códigos, con los cuales se llegaba a ser un “sirviente ayudante”.
Este Bushido era un código ético estricto y particular al que los samuráis entregaban sus vidas, en el cual, se exigía lealtad y honor hasta en la muerte, si se faltaba a este código se debía recurrir a la práctica del seppuku o suicidio ritual resaltado indirectamente: primero a través del número y su relación con los samuráis (no ocho, ni diez), puesto que el código se rige por siete reglas evidentes en el comportamiento de cada uno de los personajes.
1. Gi–justicia.
2. Yuu-Coraje.
3. Jin-Benevolencia.
4. Rei–Respeto.
5. Makoto-Honestidad, Sinceridad absoluta.
6. Meiyo–Honor.
7. Chugo–Lealtad.
En cuanto a los causantes de la trama y grupo jerárquico no menos importantes, tenemos a los campesinos, de los cuales no se hará una crítica a su explotación ya que ninguna parte de la película intenta plantear eso, (no literalmente) si se hará sobre la distribución de labores dentro de una comunidad con igualdad de condiciones. Sobre ello Marx se refería en diferentes aspectos: sobre el consumo, la necesidad de vivir y el trabajar por un sustento diario, aun así, en definitiva el marxismo carece de una teoría del campesinado, posee una teoría de su desaparición por dos razones metodológicas: como consecuencia de un modelo estructural por principio a unas formas de producción excluyentes y en consecuencia porque la historia del campesinado (como lo muestra los Siete Samuráis) es una historia de opresión, rebeliones, frustradas (no necesariamente para el caso de la película, para ello hay que verla) y derrotas inevitables que marchas paralelamente con la apropiación de los productos de su trabajo, como el arroz importante en la cultura Japonesa, y finalmente a la expropiación de sus productos (lo que intentan los criminales y en una escala global general, las multinacionales). Antes de profundizar en un análisis histórico que convirtió a los campesinos mediante la concentración de la tierra hacia una actividad de unos pocos burgueses, con máquinas como sustitución de la mano de obra, y estos campesinos traicionados al proletariado rural y urbano, se recrea una comunidad no jerarquizada por la riqueza, si por la sabiduría como lo muestra el abuelo mayor, líder espiritual-político, al igual de muchas forma de vida de diversas comunidades del mundo donde la riqueza se distribuye de manera equitativa y no por el poder que implica el control y riqueza, lo dicen en la película, dejemos el ego y luchemos para todos, para la mayoría” (Takashi Shimura).
Por otro lado, la degradación humana y el sufrimiento estan presentes todo el tiempo en una necesidad básica de alimento y defensa a la que hacía referencia Shpenhauer en sus escritos, quien siguiendo a Kant, argumentaba que vivir y sufrir resultaban de la imposición y la introspección que hace posible acceder al conocimiento esencial del yo (tanto en los campesinos, como en los mismos samuráis y su cumplimiento del bushido) identificando ello con un principio metafísico que denominó “voluntad de vivir”, lo cual, no alude a una mera facultad, se refiere a un ser o esencia manifiesta de todos y en todos los estratos del mundo natural, donde los objetos y el mismo humano adquieren la forma del deseo consciente, en otras palabras, no es otra cosa que un impulso de pasión carente de fundamentos y motivos, como cuando argumentaban y contra argumentaban a razón de su existencia (para el caso de los campesino) que el azar de vivir y existir radica en el destino irremediable de su condición de sufrir, para lo cual concluye Shopenhauer, “la vida es esencialmente sufrimiento y aunque se luche por dejarlo y combatirlo, el ser decae de manera inexorable deambulando entre Escila del dolor y la caribis del tedio”. A pesar de ello, no aprueba el suicidio como mecanismo de escape al igual que Akira y sus personajes, pero le otorga valides a tres tipos de salidas evidentes en la cinta; un desahogo por medio del arte, la compasión como piedra angular de la ética y finaliza con la negación del yo mediante una vida ascética. Pues ya lo decía Foucault: “La mortificación no es la muerte, pero es una renuncia al mundo y a uno mismo: una especie de muerte diaria. que en teoría, proporciona la vida en el otro mundo” y Akira lo resalta a la perfección en sus personajes castigados por su condición azarosa.
Adrián Cantor
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5 de mayo de 2011
70 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de culto ha sido plagiada y adaptada a otros géneros como el Western (Los Siete Magníficos), la Ciencia Ficción (Los Siete Magníficos del Espacio) o incluso la animación (Bichos), con mayor o menor fortuna según el caso.
Pero en todos ellos se cuenta la misma "moraleja" en la mitad de tiempo y con mucha más fluidez y entretenimiento para el espectador.
En todo caso, al ser el creador de la historia hay que concederle cierto reconocimiento.

Mi valoración por apartados:

- Guión (5): La trama de la historia general es bastante interesante, sin embargo la forma de desarrollarla es excesivamente lenta, muy pero que muy lenta. Creo que el director peca de alargar en exceso prácticamente el 70% de las escenas y además con silencios bastante incómodos y que poco o nada aportan a la fluidez de la historia.

- Interpretaciones (7): En este apartado tenemos siempre que superar la barrera del doblaje, ya que en películas orientales antiguas no está muy bien conseguido.
Saltándonos dicha barrera, lo que hay que agradecer siempre a las películas de Kurosawa es que los personajes parecen ser lo que representan en dicha película. Es decir, los aldeanos parecen auténticos aldeanos, el samurái sabio y viejo parece un autentico samurái sabio y viejo, el samurái joven y borracho parece un autentico samurái joven y borracho y así con todos los personajes, desde los principales hasta los secundarios.
Sin embargo el guión de sus papeles es bastante pobre y no permite ninguna interpretación sobresaliente.

- Ambientación (8): Lo mejor de la película. Hay que tener en cuenta el año de la película y lógicamente no se puede comparar con efectos de las batallas de las películas de hoy en día.
En mi opinión el vestuario y maquillaje son sobresalientes, sin embargo la fotografía no pasa de ser correcta.

- Sonido (4): La parte de efectos sonoros sencillamente cumple su cometido y poco más se puede pedir debido a la época en la que se realizó. Sin embargo lo que es bastante lamentable es la banda sonora, básicamente brilla por su ausencia. En una película de 210 min habrá unos 80 min con música y 130 min sin ella.
Esto hace que las escenas con silencios interminables sean aún más interminables.
Una película de cine es un producto formado por varios apartados artísticos y la música es principalmente el apartado más lamentable y descuidado de todas las obras de Kurasawa. Es una pena.

TOTAL (6): Una película interesante que no alcanza mayor puntuación debido a su larga duración, que alarga la película de tal forma que den ganas de quitarla y seguir viéndola otro día en vez de sentir la necesidad de no irte a la cama sin saber que va a ocurrir, que es precisamente la sensación que debe dejar en el espectador un producto orientado al ENTRETENIMIENTO.

Sigo en el "spoiler" pero no es "spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Haplo
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9 de mayo de 2009
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con cierto tono filosófico, mucha acción, estrategia y en resumen arte japones al mejor estilo Kurosawa, un gran director para una gran película.

Esta historia se centra en la amargada vida de unos campesinos que no son mas que un grano de arroz en un cuenco a los ojos de unos malvados e inhumanos bandidos. Los campesinos inician una esperanzadora búsqueda en la lejana ciudad para hallar unos samuráis que les protejan de tal amenaza, buscan a "los mejores" pero la vida que llevan ellos no se puede definir como la mejor...

Titule así la película porqué me recuerda al cuento popular de la hormiga que recolecta todos sus alimentos para pasar el invierno mientras que la cigarra lo devora todo, incluso lo que las hormigas han recolectado; pero en este caso, hay unos valientes guerreros que no permitirán eso.
Ari
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