Tiburón

Mucho se ha escrito a estas alturas ya sobre TIBURÓN, una de las obras maestras de la historia del cine y de su autor, Steven Spielberg. Paradójicamente, es también probablemente la película menos personal de Spielberg, ya que trata unos temas que no son los que luego han dado cuerpo a la filmografía de uno de los directores más fascinantes de su generación.
Ni la pérdida de la inocencia infantil, ni la desestructuración familiar tan presentes sobre todo en el grueso de su filmografía hasta mediados de los 90 ni la imagen ensoñadora e idealista que muestra de los EEUU y de todos sus cuerpos estatales desde que dirigió la inefable AMISTAD en adelante están presentes en TIBURÓN, que se presenta así como una rara avis de difícil conexión temática con las demás obras del director de Ohio, pero que resalta y brilla como una de las más poderosas.

Se trata del primer éxito cinematográfico de Spielberg, es decir, en la gran pantalla y obviando el espléndido telefime The Duel de 1971. Es un largometraje que ha dejado huella, puesto que sembró el mito de los tiburones y durante varias generaciones creó (y pienso que sigue) el miedo de los veraneantes a ir demasiado lejos de la orilla.

Con escasos recursos y efectos especiales, Spielberg crea una atmósfera acuática de miedo en la que el monstruo marino no se percibe en buena parte de la historia. Cuando aparece, nos puede asemejar un tanto artificial pero ya podría 40 años después el amigo Jackson meter a ordenador a un escualo gigante. Con los medios de entonces, al menos sí se construye un monstruo inquietante con escenas que tampoco llegan al punto gore. De forma acertada, quería llegar al mayor público posible y lo consiguió con creces, multiplicando varias veces el dinero invertido.

Los personajes representan las distintas posturas ante el problema: el Alcalde preocupado por la reputación de la ciudad de cara al turismo (¿o el tema electoral?), un biólogo marino, el jefe de policía y un cazatiburones un tanto arrogante. Al margen de ellos se sitúan los veraneantes, entre los que se extiende desde el miedo por una parte hasta la incertidumbre en otra.

En definitiva, una obra de terror veraniego que no ha sido superada por ninguna de sus prescindibles secuelas, que como en otras tantas ocasiones trataron de estirar el chicle del éxito de la primera película.

Reventó la taquilla a nivel global y creó un movimiento conocido como cine de entretenimiento. Como película: muy bien realizada e interpretada, con una historia imitada hasta la eternidad, en otras palabras, Spielberg.

Como película de ACCIÓN está bien y esto no lo discutiré pero los hábitos del tiburón me parecieron cuestionables porque la dieta de estos escualos se compone de focas principalmente o animales parecidos y no de carne humana y en este sentido el film de Spielberg me pareció OPORTUNISTA al máximo. Esto es aprovecharse de los MIEDOS del personal para hacer taquilla y si no fuera por lo buena que es para mi Tiburón habría caído en el TÓPICO más escandaloso.

Yo la valoro POSITIVAMENTE y por eso le doy el 7 porque está BIEN REALIZADA pero la premisa me parece morbosa y sobre todo SENSACIONALISTA a más no poder presentando una imagen de los PELIGROS del mar que no es para nada real.

Reconozco que el film tiene RITMO y que las escenas de TENSIÓN están bien presentadas pero esto no deja de ser una MODA aprovechada por un director comercial que goza de la aceptación del gran público para llevar a cabo un TAQUILLAZO pero vamos ¡sin ningún pudor! En fin, que reconozco que es un buen film de suspense pero no me gusta su premisa y el SENSACIONALISMO que destila. Yo seguiré bañándome en la playa como si tal cosa por mucho que le pese al señor Spielberg. Lo sinento pero no cuela ¡los tiburones no son como usted los presenta! Ellos huyen de los hombres y prefieren cazar focas. Esto el señor Spielberg debería saberlo.

BUEN FILM DE SUSPENSE en el mar pero prefiero los documentales de la BBC.

«Matar a un tiburón» también podría haberse llamado. Un tiburón blanco anormalmente grande y de inclinaciones antropófagas aterroriza a la población de una idílica isla turística.

El episodio de Los Simpson de Homer va a la universidad parodia la escena de chirriar la pizarra con las uñas para llamar la atención. Naturalmente es producto de una genialidad encontrarse con escenas llamativas como esa, y razones secundarias por las que ciertas películas que no se lo merecen del todo llegan a conseguir un certificado de calidad.

De nuevo nos encontramos ante un caso de banda sonora que supera a la película, eso está mal. Lo bueno sería que esté equilibrado, tan buena la banda sonora como la película. La música de tensión es lo que la gente recuerda, pero yo aprecio más todavía algunos pasajes con instrumentos del estilo de Victory at Sea de 1959, un arreglo que te hace sentir libre por mar, de otra época, de otra experiencia alejada del convencionalismo de la civilización. En el episodio de Bart the fink de Los Simpson, Alf Clausen usa un arreglo parecido cuando la nueva identidad de Krusty the Clown explica por qué prefiere ser un marinero insignificante antes que una estrella de la televisión. Sin duda John Williams es un gran compositor.

La película en su época tuvo un gran aprecio por traer el género de terror al mar y al tiburón de una manera particularmente ingeniosa y que roza lo magistral. El problema es que la película flojea en su desarrollo narrativo, prácticamente el terror se vuelve inocuo e inexistente debido a que la película se enfoca más en su desarrollo narrativo que en el tiburón, ya que haber hecho una película centrada sobre el tiburón no habría dado de sí, por lo que seguramente esa fue la razón por la que prefirieron ajustarse a la adaptación literaria de manera más pura. Por ese motivo, con los ojos de hoy la película puede decepcionar, y lo peor de todo, aburrir. Realmente lo que verdaderamente te reconcilia con la película es su final, que es magistral, pero es muy corto como para considerarlo relevante. Luego vino Alien y nos demostró que el terror que intentaron montar aquí se puede quedar bastante por debajo si luego viene un director como Ridley Scott.

Si quieren ver una verdadera película de terror de Spielberg, vean Duel, no les defraudará.