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Stromboli

Drama Para poder escapar de un campo de concentración, una mujer desesperada acepta casarse con un pescador de una pequeña isla llamada Stromboli. Pero escapar de una prisión la lleva al final a meterse en otra, y su vida en la isla es también una condena. (FILMAFFINITY)
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es la libertad? ¿Cómo podemos alcanzarla? ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar por obtenerla? Todo esto gira en forma de espiral sobra la volcánica isla de Stromboli y sobre la cabeza de Karin, una mujer que huyendo de un campo de refugiados se fue a encerrar en un remoto pueblo alejado de la civilización tal como ella la conocía. Persiguiendo la libertad queda atrapada física y emocionalmente entre un hombre al que repudia y una sociedad que la teme. Emparedad en una visión tradicional de la vida, anquilosada en el pasado, que niega a las mujeres su legítimo derecho a ser dueñas de sus propias vidas.

El director Roberto Rossellini construye un calvario, un camino hacia la nada existencial lleno de pesares y sobresaltos. El personaje de una magnética Ingrid Bergman se adentra en solitario en un viaje a los entresijos de la mente humana, pasando por la negación de sus problemas, el intento de adaptación a su nuevo entorno, la lucha contra el mismo, la huida y finalmente la resignación. Termina por aceptar el devenir de un destino caprichoso y entregándose finalmente a la idea de Dios como a la que aferrarse, como representación de que todos los sacrificios serán recompensados.

Se acaba imponiendo así, el sacrificio ligado al amor sobre las ansias de libertad. Todo ser humano aspira a ser libre algún día, sin embargo ninguno lo es. Como miembros de una comunidad, las decisiones que tomamos se ven condicionadas por nuestro entorno, y por las consecuencias que tendrán sobre el mismo.

Al bajar desde la cúpula de los ideales al día a día terrenal, la libertad torna inalcanzable entendida en su grado máximo al verse sometida por condicionantes externos. Por encima de la libertad situamos a la felicidad, y ningún ser humano es feliz en la soledad absoluta y permanente, único estado vital donde la libertad deja de estar constreñida por tipo social, moral o religioso.

Este caldo de cultivo se vuelve más complejo cuando en la ecuación se introduce el tema de la maternidad y todas las responsabilidades que esta acarrea. La mujer se desdobla en dos para siempre, asume un contrato no escrito de unión eterna entre ella y su hijo. Por muchas vueltas que dé la vida, y por mucho sufrimiento que esta nos produzca, la sangre siempre pesará más que el agua.
odaesu
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12 de junio de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si prescindimos del sentido alegórico de las obras artísticas en general, no sólo en el cine, nos veremos irremediablemente abocados a eso que yo denomino: “la banalización del arte”. Esta banalización consiste en reducir las obras a los términos más simples, algo a lo que determinadas mentes prosaicas tienden a hacer con asiduidad. Pongo un ejemplo claro de ello: si aseguramos que “El Castillo” de Kafka no es más que la historia de un hombre que no puede acceder a un castillo por ningún medio, la obra pierde todo interés y además de estar cometiéndose una injusticia con ella, se está dejando al descubierto la frivolidad de dicho juicio. Pues bien, esta disertación sobre arte que me he permitido no es gratuita, de ningún modo. Parece ser que Stromboli es una película a la que se ha acusado de banal, al tener un argumento demasiado sencillo. Nada más lejos de la realidad: Stromboli es un film cargado de metáforas, donde no sólo todo lo que se ve ha de interpretarse de manera literal sino que además hay que hacerlo de manera metafórica para poder disfrutar de esta gran película y lo que es más importante, no ser injustos con ella. En esta época de suntuosidades frívolas, esta cinta no se hubiera estrenado ni en el festival de Málaga, ya que es una película con pocos diálogos, donde prácticamente sólo hay una actriz en la pantalla, ¡pero qué actriz!, y donde todo se reduce al tormento de dicho personaje. Si analizamos la película veremos que está llena de contrastes donde dos culturas diferentes se encuentran en clara pugna: por un lado tenemos a los habitantes de la isla que emigran a los Estados Unidos en busca del sueño dorado de la diosa bastarda: la fortuna; y por el otro, a los que desean seguir viviendo en la tierra en que crecieron, aguantando los envites de la naturaleza. Digamos que están los conservadores y los progresistas, y el personaje de Ingrid Bergman, una mujer culta, hija de burgueses venidos a menos que no se resigna a vivir en la isla rodeada de paletos, pertenece a estos últimos. Durante toda la película vemos al hombre en clara pugna con la naturaleza: cuando los hombres se enfrentan al mar para pescar, cuando el volcán los obliga a huir o cuando el personaje de Ingrid Bergman intenta de modo infructuoso acallar a su naturaleza que le ordena que abandone esa cárcel donde se encuentra prisionera. Si se quiere ser justo con este film, tenemos que tener en cuenta que en aquella época no existían los Almodóvar y apenas se hacían películas protagonizadas por mujeres –o, al menos, en proporción- y mucho menos en que se denunciasen las cárceles en que vivían millones de mujeres de todo el mundo tiranizadas por un ambiente opresor y maridos déspotas. Pues ésta es otra de las muchas alegorías con que cuenta la película: la esclavitud, aunque no entendida del modo tradicional, sino una esclavitud más sofisticada y cobarde.

Se puede seguir leyendo abajo, en relidad no contiene spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Diego
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17 de julio de 2008
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Metáfora? Rossellini retrata Italia. Un país en la posguerra reducida en la pequeña comunidad isleña y la presión de las fuerzas de la naturaleza representadas por el portentoso volcán que ahogará y encerrará con la lava sus mentalidades. Hasta que llega esa pequeña flor rubia que ha soportado el peso del drama de la guerra para acabar siendo enterrada por las fauces de la isla, desafiándola con su coraje y empeño por traer felicidad en el aislamiento de unas gentes vivas de fe (la escena de la pesca es de las más memorables del neorrealismo italiano) pero conformes con una vida y un paisaje que no tienen porque ser hostiles.

¿Una enfrentación con Dios? Más bien una lucha contra el orgullo. Somos prisioneros de nuestra propia naturaleza que nos hace más rudos y menos sensibles. A fe de tener la tragedia rugiendo siempre encima, vivimos con ella.
Natxo Borràs
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27 de marzo de 2007
19 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque a saber que habría pasado con este film si lo hubiese firmado otro director que no fuese Rossellini.
El mensaje que dejó entrever el realizador italiano es, cuanto menos, admirable, y está a la vista del espectador sin que este deba realizar un magnánimo esfuerzo.
Sin embargo, y pese a tener unos mimbres tan necesarios, la premisa inicial es un escollo difícil de superar incluso para los más grandes. Y Rossellini, por desgracia, no fue una excepción.
El punto de partida, esa pareja que es unida por conveniencia, lo único que puede reportar son contrariedades y situaciones anómalas a no ser que el trabajo empleado en el desarrollo emocional de sus protagonistas sea verdaderamente bueno. Lo malo es que no fue así.
Y eso que Bergman lo intenta con una interpretación a la altura de bien poquitas, con maestría y carácter desgrana un personaje cuyas intenciones, deseos y sueños quedan destapados desde un buen comienzo y que la actriz refleja en pantalla a la perfección, pese a las falencias en el tratamiento de sus intenciones. De como tan pronto desea que su marido cambie para poder convivir con él, como también desea huir de la isla en busca de un futuro mejor.

De todos modos, aun contando con esos contrapesos, la cinta de Rossellini posee un ritmo excepcional que, como en casi todas sus propuestas, obra para que el espectador esté totalmente pegado a la pantalla durante el transcurso total del film.
También logra algunas secuencias dignas de aplauso, como la de la erupción, cuyo montaje es verdaderamente soberbio si valoramos los medios con los que pudo contar el cineasta para desarrollar susodicha secuencia, acompañada con una gran banda sonora del eficaz Renzo Rossellini y bañada de imágenes que saben como captar la atención del respetable.
Buenas intenciones para un intento que no terminó de fraguar como debía.
Grandine
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4 de marzo de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en Encuentro En La Noche sobresalía y emergía Stanwyck, aquí podemos hablar de monólogo absoluto de Ingrid Bergman, como casi siempre más allá del elogio.

Su personaje oscila entre lo mezquino, lo detestable y lo enternecedor, pero la grandeza, relativa, de esta película descansa sobre sus hombros y sobre su hipnótico rostro.

Destaco también el claustrofóbico ambiente de la isla, con la amenaza del volcán asomando la zarpa de vez en cuando. Por lo demás, el guión y el resto de personajes son discretos.

Pero lo tiene, curiosamente.

El encanto.

Y el monólogo.
Barfly
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