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La ciudad es nuestra (Miniserie de TV)

Serie de TV. Drama. Thriller 6 episodios. Baltimore, 2015. La muerte en circunstancias sospechosas de Freddie Gray, un joven negro bajo custodia policial, ha provocado una ola de disturbios. La ciudad alcanza un nuevo récord de asesinatos. Bajo presión por la oficina del alcalde y por una investigación federal sobre la muerte de Gray, la policía de Baltimore recurre al Sargento Wayne Jenkins y a su unidad de élite de agentes de paisano, para librar las calles de ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
5 de junio de 2022
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cosa está clara: Baltimore está jodida. Pero bien jodida, que decían en Snatch.

Si en algo incide la serie, es que la ciudad más violenta de Estados Unidos, con unos 300 asesinatos al año, sigue sin funcionar. El sistema está podrido. Los que quieren arreglarlo no tienen poder para hacerlo, y los que tienen el poder para arreglarlo, son parte del problema. La delincuencia se dispara, los polis son el enemigo, y la ciudad parece un experimento sociológico que salió mal.

En esas, se te queda una tarde preciosa para que como conduzcas el coche equivocado o tu tono de piel sea más oscuro de la cuenta, te birlen la cartera, el dinero de la nómina o te lleves dos tiros cada vez que sales a por el pan.

Pinta de pena, y tras leer y ver mucho de Simon y Pelecanos, hay algo que sabemos seguro:

No son de exagerar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Coen
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18 de julio de 2022
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice el más que discutible tópico, que segundas partes nunca fueron buenas. La ciudad es nuestra no es la segunda parte de The Wire, ni si quiera hay una conexión directa. La ciudad es nuestra además, está lejos de ser una mala serie. De hecho es una serie sólida, realista -en el mejor sentido de la palabra- y a ratos, fascinante. La ciudad es nuestra no es-ni lo pretende-, una revisitación nostálgica de The Wire. Dicho lo cual, todo lo que ocurre en la nueva obra de David Simon y George Pelecanos -guionista de The Wire y colaborador habitual de Simon-, recuerda a su insuperable antecesora. Y redundando en la calidad más que suficiente de la serie que nos ocupa, es inevitable que los ecos de The Wire resuenen en pantalla hasta el punto de que a veces, no podamos escuchar lo que la nueva criatura de Simon nos quiere decir.

La nueva serie de HBO MAX, nos cuenta la sórdida historia (basada en hechos reales) de un cuerpo policial de élite creado para combatir la delincuencia en la ciudad de Baltimore, pero que acabo corrompiéndose hasta los huesos. El ascenso y decadencia de este grupo de operaciones especiales se personifica en su líder, el carismático sargento Wayne Jenkins, interpretado por Jon Bernthal. El actor, en la que puede ser su mejor actuación, compone un personaje complejo y contradictorio; carismático, brutal, mentiroso y leal al mismo tiempo. Una persona cerca del trastorno narcisista que ha sida mantenida y fomentada por el sistema.
Como ya es marca de la casa de Simon, la serie no se basa en un solo personaje, sino que un reparto coral formado por intérpretes contrastados -no se pierdan actores que estuvieron en The Wire y que aquí hacen papeles incluso antagónicos- como Jamie Hector o Josh Charles, van desgranando una trama con muchas aristas; la corrupción institucional no solo se expone y se critica, también nos intenta dar las claves de en que contextos se (re)produce y por que serie de mecanismos, basados en intereses particulares, se sostiene y perpetua. Para explicar esto último, la serie da protagonismo a un personaje idealista -interpretado por la actriz Wunmi Mosaku-, que representa la quijotesca lucha contra la represión y corrupción policial, en un entorno donde cualquier atisbo de cambio o mejora requiere atravesar una telaraña de trabas políticas -en el peor sentido de la palabra- , que aunque alcanzándose, solo tendrá carácter cortoplazista, dada la inestabilidad institucional generada por servidores públicos dispuestos a servir sobre todo, a sus propias carreras. Como telón de fondo de todo lo expuesto encontramos las tensiones que genero la muerte de Freddie Gray, a causa de
– como poco- una actuación policial inadecuada; la brecha de clases sociales en Baltimore y la violencia resultante de esta: los negros siguen estando oprimidos y la delincuencia es resultado de proyectos políticos nefastos o que son pura propaganda, tema también pieza capital de la serie.

Reinaldo Marcus Green -director de por ejemplo, El Método Willians- cumple como artesano, al narrar con contención realista todo tipos de escenas esperpénticas que suceden durante la trama. Aquí como en The Wire, lo que importa no es el virtuosismo de un director con ambiciones, sino tratar de respetar el guión -pieza estructural clave de la serie- lo máximo posible, sin florituras estilísticas que lo desvirtuen. A diferencia de The Wire, donde el montaje era líneal, La ciudad es nuestra se vertebra con un montaje paralelo, donde pasado y presente componen un puzzle que se va completando gradualmente. La nueva obra de Simon y Pelecanos hace gala del mejor realismo, aquel que no confunde veracidad con contemplación, sino que es capaz de sintetizar en pocos capítulos un guión -que como el de su obra antecesora también basada en Baltimore-,que tiene más de novela que de escritura cinematográfica. Los personajes, también en consonancia con el estilo realista, no se hacen los complejos a través de diálogos sobre sus problemas o voces en off que los definen y subrayan; se hacen complejos a través de sus actos, pasados y presentes. Su complejidad radica en su evolución o involución no verbalizada, en su manera de nunca ser buenos ni malos. Son personas y no personajes, con sus inherentes contradicciones. Simon nos vuelve a difuminar la línea entre el bien y el mal.


Tanto en virtudes de guion como en cuestión de argumento, es inevitable que la serie nos remita a The Wire: y aquí está el problema. La ciudad es nuestra se muestra deudora del clásico de HBO, pero la nostalgia lo empaña todo y hace que la comparación continua entre las dos series sea ineludible. Cuando dicha comparación se establece, es imposible que el nuevo producto de Simon no se resienta; la trama peca de localista, siendo difícil extrapolar los hechos a otras realidades externas a las de Baltimore -al contrario de The Wire, donde todo era aplicable a cualquier parte-; el estilo perodístico tan marcado de Simon y Pelecanos, que siempre se ha caracterizado como una virtud, tiene ciertos momentos donde resultan gélido, faltándole el hálito poético de su antecesora, que como contrapunto a la frialdad narrativa, nos ofrecía momentos de puro lirismo, evocando a Shakespeare, Dickens o La tragedia griega desde la más cruda actualidad.
Si intentamos olvidar The Wire, quizás encontremos una serie férrea, soberbia a ratos, si no, comprobaremos que es imposible regresar a la que para muchos, es la mejor serie de la historia.
Pablo
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2 de septiembre de 2022
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie está bien realizada, cuenta las andanzas de una unidad de policías en Baltimore, saltando hacia delante y detrás en el tiempo, y dando varios puntos de vista.

A mí, la historia me pareció aburrida, más o menos cuando sabes de qué va el tema en el primer o segundo capítulo, pocas sorpresas más. Hacen muchos testimonios y conversaciones de diferentes personajes, pero realmente tampoco pasa tanta cosa, así que da la sensación de que dan muchas vueltas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
greuze
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18 de mayo de 2022
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cansado de esas series sometidas a un proceso de Mcdonización, un producto rápido, de mala calidad, lleno de aditivos pero con muy buen marketing. Sin embargo, HBO suelta esta perla, una de esas series que no gusta a todo el mundo, que busca un público adulto, que consigue enganchar, mostrando la cruda, dura, y compleja realidad en la que vivimos, alejada de maniqueísmos.
Riojanoahogado
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3 de julio de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se suele elogiar a David Simon por ofrecer productos de una calidad excelsa, de retratar como nadie ciertos los aspectos más sórdidos de la sociedad de Estados Unidos. Todo eso es cierto, por supuesto, pero lo que muchas críticas sesudas pasan por alto es que sus series son muy entretenidas y esta no es una excepción. Yo la he visto en dos tandas de tres capítulos cada una, pero podría haberlo hecho de una vez en una tarde. Eso sí, quizás es un lenguaje narrativo no apto para todos los públicos, pero ya sabéis lo que dijo Simon, "fuck the casual viewer"...
racato
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