Somos lo que somos

Un remake moderadamente decente del film mexicano. Mickle configura una película de ritmo pausado donde la narración avanza a trompicones. La película nunca desprende una verdadera sensación de desasosiego habida cuenta del tema que trata, aunque se sigue con interés por lo truculento del meollo. Los personajes no se desarrollan como debiera para que comprobemos y empaticemos con sus motivaciones y dudas. Da la sensación de haber podido hacer una mejor película con este material de partida.
Todo termina con un final excesivamente forzado en lo poético y abrupto en lo argumental, algo que desentona con el desarrollo lento del resto del metraje.

Rodeada de una atmósfera claustrofóbica. Desentraña durante algo más de hora y media, el desgarro de unos personajes que se manejan en la desesperación contenida.

Retorcida, enfermiza, bordeando siempre ese lugar donde la tensión se manifiesta de manera rotunda. Tiene mucho que ofrecer en la frontera donde el mal se mueve lejos del bien.

Interpretaciones sobrias para una historia que las agradece. Un 4

Buena dosis de terror intimista con "We are what we are", excepcional remake libre de la película mexicana "Somos lo que hay". Triste, sobria, contenida, realista y elegante, es el mejor ejemplo actual del llamado gótico americano junto a la también brillante "The Conjuring". Rodada con inmaculada pulcritud, una casi obsesiva atención a los detalles y con un tono rozando lo existencialista (de ahí las comparaciones con Terrence Malick, Atom Egoyan o "Escalofrío" de Bill Paxton), mantiene la tensión hasta el Grad Guignol final, realmente perturbador. Los actores encabezados por Bill Sage y Michael Parks, convencen. Este Jim Mickle puede darnos grandes alegrías.

Recientemente leí un artículo que trataba sobre un doctor que fue a una tribu de Papúa Nueva Guinea, los fore, a investigar una rara enfermedad que sólo se daba en miembros de esa tribu, especialmente en personas de edad avanzada, que recibía el nombre de "kuru". Los síntomas del kuru comenzaban con problemas al andar, pérdida de la coordinación, dificultad en el habla y temblores. Más tarde empeoraban con movimientos bruscos, depresión, lentitud mental y , accesos de risa incontrolada (por eso se le conocía como la enfermedad de la risa). En la fase terminal, el paciente padecía incontinencia, dificultad para tragar y úlceras. Era sin duda una grave enfermedad neurológica.

El doctor pensaba encontrar causas genéticas, pero resulta que se daba en todas las familias de la tribu y, sin embargo, la incidencia era escasa, casi nula, en miembros que habían abandonado la tribu a edades tempranas, por ejemplo por casarse con individuos de otra tribu y emigrar.

Descartó factores ambientales, porque otras tribus del lugar no sufrían esta enfermedad. Se fijó entonces en sus hábitos de vida, y encontró que tenían la costumbre de comerse a sus muertos.

Comerse a un animal que ha muerto, muy sano no es, porque a no ser que fuese de viejo, alguna enfermedad tenía. Así que menos sano es comerse a un humano que ha muerto, pues los patógenos que lo han matado a él, pueden matarte a ti. El médico descubrió que la causa de la enfermedad era la proteinaceous infectious particle (prion), la misma que causa el mal de las vacas locas, una enfermedad que permanece latente y tarda años en mostrar los síntomas. Esa proteina maligna se encontraba en los tejidos de los fallecidos y, sobre todo, en el cerebro. Comerse a los fallecidos no era muy buena idea.

Tras explicar el motivo a la población, y dejar de practicar el canibalismo, la enfermedad desapareció por completo en un par de generaciones.

Todo ese rollo que he contado ha sido para ilustraros sobre la enfermedad que presenta el padre de la película, y cómo fue descubierta. Para más información, visitar este link http://microbioun.blogspot.com.es/2015/03/por-que-no-es-saludable-el-canibalismo.html?spref=fb

Las protagonistas de la peli son dos criaturas celestiales, interpretadas por Julia Garner y Ambyr Childers. Son dos niñas que vivían felices en la ignorancia, hasta que muere la madre y les toca a ellas preparar el guiso.

La peli tiene una tonalidad apagada, gris, que le da a la historia el aspecto lúgubre y enfermizo idóneo. Las jóvenes bordan sus papeles de hijas aterrorizadas por un padre dominante

Partiendo de un inicio prometedor, la película se desliza por lugares extraños, con los que a mi, particularmente, me costó conectar.

Todas las películas deben contar una historia que conecte con el espectador; donde de alguna manera se vea reflejado, o representado, resolviendo o sacando, algunos de sus temores, miedos, deseos, ocultos anhelos... En definitiva: las películas solo sirven para generar emociones y trasladarlas, si es posible, hasta esa zona donde poder desentrañarlas. Y todo esto, que podríamos pensar, es una perogrullada, los directores actuales parecen haberlo olvidado.

"Somos lo que somos" solo existe en algún lugar al que yo no he conseguido acceder.