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Adiós a los niños

Drama Invierno de 1943. Durante la ocupación alemana de Francia, en un internado católico para chicos, Julián, un muchacho de trece años, queda impresionado por la personalidad de Bonnet, un nuevo compañero que ingresa en el colegio después de iniciado el curso. (FILMAFFINITY)
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2005
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Malle, tras una etapa dedicada a trabajar en el cine norteamericano, donde dirigió una joya como 'Atlantic city', regresó a Francia para realizar esta maravillosa película que tenía un fuerte componente autobiográfico, y que está localizada en un colegio católico durante la ocupación nazi de Francia.

Allí se conocen dos niños, el protagonista y un chico judío silencioso, que conectan enseguida dando lugar a uno de los retratos de amistad infantil más commovedores del cine contemporáneo. Pero 'Adios, muchachos' tiene mucho que contar, y no se conforma con esto. Aquí aparece también el antisemitismo, o el retrato del clero que se ocupaba de la educación de los muchachos (sin dejar de mencionar muy leve y sutilmente la pedofilia).

'Adios, muchachos' era la absoluta favorita de aquel año para ganar el Oscar en la categoría de película de habla no inglesa, pero sorprendetemente se la arrebató la correcta producción danesa 'El festín de babette', inferior a todas luces a la sensible obra maestra del gran Louis Malle.
Amor Perro
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30 de mayo de 2011
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Malle describe con nostalgia la educación que recibió en esos antiguos colegios religiosos, abandonando ciertos clichés manidos sobre este tema. El director reconstruye con gran detalle no solo la vida de aquellos jóvenes y su naciente despertar sexual en el internado, sino la realidad social y política por la que Francia atravesaba. Como vemos en la película, el cineasta profundiza y reflexiona sobre conceptos como el comportamiento fraternal, el miedo y la cultura de paz, pero sin llegar a emitir un juicio de valores;sin ser persuasivo o crítico. Pretende que el espectador saque sus conclusiones. Malle se centra en mostrarnos con gran sensibilidad la convivencia de estos muchachos durante la ocupación alemana, no intenta demonizar a los nazis con elementos subjetivos ni clichés, solo se dedica a relatar una sucesión de hechos que llevó a que Julien sufriese las consecuencia de la invasión; dirigiendo de forma veraz, sin exageraciones ni sensacionalismo. Y esto es un gran punto a favor de su cine.

Destacar la sobria y efectiva fotografía de la película que nos transporta aquel escenario, un internado coloreado por luz fría y grisácea del invierno francés; un bellísimo paisaje apagado que nos muestra ese triste y sombrío lugar. El guion, de Malle, es sencillo en la presentación, sin embargo, dibuja perfectamente las características de los protagonistas; donde pone el punto es al mostrar la sinceridad y la inocencia de la infancia. La música apenas aparece en la película, sin embargo no echas en falta su presencia, aunque hay que destacar dos solos de piano (Schubert y Saint-Saëns) durante la presencia de la sensual y bella profesora de música (Irene Jacob), una música que dota de una gran emoción ese momento al film. Las interpretaciones recaen en su mayoría en los estos jóvenes que realizan con gran credibilidad los papeles, en especial, Julien y Bonnet, que resaltan por la naturalidad y sensibilidad que rebosan sus actuaciones, al igual que el resto del elenco.

El ritmo de la película es pausado, tranquilo, no intenta ser dramático ni efectista, porque conforme la película avanza vas adentrándote cada vez más en la vida de esos chicos y en la realidad en la que viven; culminando en un final tan emotivo a la par que desolador."Adiós, muchachos” es un bellísimo y triste relato de la infancia de estos muchachos, una poesía a la amistad y, al mismo tiempo, una dura denuncia contra las injusticias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Verdebotella
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26 de agosto de 2013
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto esta película sin saber de ella más que se trataba de una historia de un internado de chavales en la Francia ocupada. Llegaba, por tanto, virgen de prejuicios, expectativas o ideas preconcebidas. Lo que me he encontrado es una película floja. La tres cuartas partes de la misma, pero especialmente su primera mitad apenas aportan un interés perezoso con una historia simple, de ritmo cadencioso y que muestra de un modo torpe ideas y situaciones e puestas muchas veces. El diseño de producción, la puesta en escena. Las interpretaciones dejan bastante que desear, dañando bastante la implicación en la historia. Una historia que, sobre todo al comienzo, brilla por su ausencia, hasta el punto de que tras una hora de metraje apenas ha pasado nada.

El problema es que bajo una dirección fría y una escenificación excesivamente sobria, la empatía no llega. Se suceden un montón de escenas costumbristas en la vida del colegio sin que ello llegue a emocionar, interesar o picar la curiosidad. En ese sentido, películas como los chicos del coro o el club de los poetas muertos me parecen mejor resueltas.

La parte final si que se sacude el letargo narrativo (que no el de la puesta en escena), pero, aunque la cinta mejora, se desliza por terrenos muchas veces transitados. El desenlace resulta tremendamente previsible y continua sin ser especialmente emotivo. Nuevamente amaga y no da, presa de una dirección temerosa que se auto censura en su alcance dramático en aras de una supuesta neutralidad intelectual.

En definitiva, una película sencilla, pobremente contada, con ciertas dosis de encanto en algunos aspectos (la inocencia, la amistad, el sentimiento trágico de la vida), pero que definitivamente podria haberse realizado con un poco más de punch...
Xabi
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19 de octubre de 2007
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra irrepetible. Louis Malle, artesano de lujo, capaz de sacar brillo a las historias más simples y pequeñas, demuestra en esta tremenda película su infinita capacidad narrativa al uso exclusivo de unos pesonajes infantiles que, sin embargo, van dirigidos a un público más adulto, a un público inteligente y capaz de emocionarse y temblar con una historia de amistad que trasciende al episodio trágico para convertirse en mosaico de debilidades y grandezas humanas.
Quizás, la mejor película francesa desde Los 400 golpes de Truffaut y cosas de la vida se quedó sin Oscar extranjero frente a la menor El festín de Babette!!
pablo
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24 de febrero de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suscribo todo lo que se ha dicho sobre "Adiós, muchachos" respecto a su contenido emotivo, algo que no ha de extrañar dado el terrible escenario en el que se enmarca la película. Decir que se trata de una película que me ha emocionado es quedarme corto, debería escribirlo mil veces para que fuera exacto con el ajetreo que he sufrido. A la tensión del contexto, Louis Malle suma dos protagonistas que se encuentran en la edad más crítica del ser humano, esa adolescencia que los sitúa en tierra de nadie, han dejado atrás la niñez pero no del todo, intentan ejercer de adultos pero no lo son. Pese a sus gamberradas, pese a sus travesuras y sus desvaríos, a mí me transmiten ternura. Así que el drama está servido y Louis Malle lo ejecuta de forma extraordinaria, sin pasarse en sensiblería pero emocionando a raudales.

Más allá del final de la película, portentoso e inolvidable, debo confesar dónde he encontrado su valor preciso (y precioso): más en la historia que hay detrás de su director y en sus razones para llevar a cabo la realización de "Adiós, muchachos" que en la propia película. La huella autobiográfica es innegable, pero lo que la hace especial es el hecho de que el pasado de Louis Malle muy probablemente no fue como nos lo enseña. Por lo visto esos dos muchachos, Julian y Bonnet en la película, aunque se conocieron no llegaron a intimar, es decir, ni por asomo fueron amigos en realidad. Louis Malle vivió la dura realidad que filmó en su película, eso es cierto, varios niños judíos se escondían en el colegio en el que estaba internado en el invierno de 1943 y él presenció el arresto de todos ellos. Esos lamentables hechos fueron presenciados por Louis Malle y 40 años después el dolor por haber sido testigo permanecía dentro de él.

¿Dónde está la grandeza de "Adiós, muchachos"? Para mí esa interpretación de Malle de los hechos, sus propios hechos, hace que la película sea una maravilla absoluta porque a través del cine inventa un pasado y rinde homenaje a ese muchacho judío. No fueron amigos probablemente y eso le dolía, lo llevaba dentro como carga permanente y de ahí el homenaje que supone esta película. El ángulo a través del cual he percibido y sentido la película cambia porque ya no son hechos autobiográficos, es algo más profundo, es lo que Malle hubiera querido que pasara y esto es, una bonita amistad adolescente. Esa es la verdadera magnitud del cine y del arte, tantos años después una persona a través de la cámara encuentra satisfacción.

La historia que hay detrás de Malle y su película hacen mejor la propia película, pero eso es un juicio de valor muy personal, habrá quien encuentre en "Adiós, muchachos" más de lo mismo. Yo sólo puedo asegurar que la emoción que me ha producido la hace extraordinaria y sobre todo saber que es una mirada atrás tan bien intencionada de su director.

Esta crítica va dedicada a un usuario de FA, él sabrá quién es si lo lee. No podía hacer menos que agradecerle su fundamental aportación.
Luisito
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