Mirindas asesinas (C)

Peculiar, extraña, atrevida, pasajera, ingeniosa, divertida, terrible, poderosa y alocada presentación del director vasco, Álex de la Iglesia, dejando muestras de su sentido del humor y atrevimiento con un cortometraje lleno de maldad y diversión.
Estupendo trabajo con Alex Angulo, como protagonista de un relato en el que dar la hora puede resultar mortal.
Suspense, humor y terror, van de la mano hacía un entretenimiento especialmente acertado.

Sencillo pero perversamente divertido corto que ya anticipaba algunas constantes del cine de Alex de la Iglesia, el humor negro, el gusto por los personajes estrafalarios, la plasmación gráfica de la violencia...
Con un reparto de lujo en plena forma, visualmente un poco tosca, una buena carta de presentación de un tipo que después daría mucho que hablar.

La verdad es que Álex de la Iglesia, ya desde este su primer corto este que paso a comentar, fue la releche. “Mirindas asesinas”, su primera cinta, es todo un compendio de lo que será su carrera posterior: violencia, terror, claustrofobia, delirio y sarcasmo. Nada más, el hecho que aluda a aquella bebida carbonada horribilis, con sabor frutal dulzón e intragable llamada Mirinda, es ya todo un indicio de sarcasmo con el cual retrata incluso a la sociedad sesentera.

En el corto entra a un Bar un hombre con cara contrahecha y cuerpo cubista y le pide a un camarero de aspecto feroz una Mirinda. En el interior del un bar hay un solo cliente. Los problemas empiezan cuando el camarero le quiere cobrar la bebida. A partir de ahí todo serán ametrallamientos por parte del cliente que se carga al camarero, luego a un joven que no le dice correctamente la hora y, en fin, el solitario cliente que allí estaba entra dentro de la barra y junto con el criminal cliente empieza a limpiar y a beber Mirindas.

El estupendo el libreto de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, la fotografía en blanco y negro de Kiko de la Rica, y unos actores muy bien puestos donde destacan Álex Angulo y Saturnino García, ponen en pie esta historia macabra, absurda y siniestra, un corto alocado y explosivo que en cierto modo quiere rendir homenaje al cine negro yanqui.

Este trabajo dio a conocer a Álex de la Iglesia, y en él se aprecian rasgos de sus posteriores obras como “Acción mutante” (1993) o “El día de la bestia” (1995).

Pocos cortos he visto a lo largo de mi vida, he de reconocerlo. Los motivos que me han llevado a visionar este, ha sido simplemente por curiosidad, ya que pinché en Alex de la Iglesia y alentado por lo interesante que me resultó "La comunidad", dejando de lado esa especie de intriga fallida que me pareció por contra, "Los crimenes de Oxford" me he animado.

Cabe decirse, que el corto me ha parecido en realidad ingenioso. Y digo en realidad, porque la premisa es un poco tontorrona, un hombre llega a un bar y pide unas mirindas (una bebida de la cual no sabía su existencia). A partir de ahí se desencadenan una serie de asesinatos a manos de este señor, de aspecto bonachón que me viene recordando a una especia de Woody Allen y Javier Cámara. Llama la atención como el director aún mostrando un aspecto trágico y tenebroso donde el miedo juega con el espectador, nunca abandona la línea más cómica y envuelve al espectador en alguna que otra carcajada.

Es ese humor, el humor negro, el que se aborda ante casos peliagudos el mostrado en el corto. Un corto que puede decir, que me ha parecido un poco forzado en cuanto a su desenlace ya que de alguna forma termina sin saberse muy bién el porqué. También ha de mencionarse que resulta llamativo la fotografía en blanco y negro. Otro rasgo a destacar es que a pesar de ser un corto, a veces es mejor estos cortos que las películas largas y tediosas donde se cuenta la misma historia, pudiéndo haberse narrado esta en menos tiempo.
Creo que un 7 está bien, me ha resultado un corto entretenido, en el que uno nunca sabe como va a terminar la historia, con una música de fondo inquietante y que resulta una atrayente combinación de terror- comedia.

253/09(07/08/11) Alex de la Iglesia se dio a conocer con este surrealista cortometraje, 11 minutos en glorioso blanco y negro rebosantes, valga la redundancia de un humor negrísimo, de una acidez cuasi buñueliana. Un tipo vestido de negro (magnífico Alex Angulo) entra en un bar, pide una mirinda bien fría y los problemas empiezan cuando quiere el camarero cobrársela, entonces los funestos hechos se desencadenan, donde los malentendidos provocan unas macabras consecuencias. El realizador hace el guión con su inseparable Jorge Guerricaecheverria, con el que ha hecho todos sus films, menos la última ‘Canción triste de trompeta’, también ha hecho con Daniel Monzón ‘El robo más grande jamás contado’ y ‘La celda 211’. Han estado 18 años trabajando juntos y este corto marca las constantes de su cine, reírse de la realidad con toques de humor siniestro, una puesta en escena lúgubre, una galería de personajes flemáticos y un protagonista antihéroe fascinante. Un ritmo frenético desde su comienzo nos involucra en su rápido desarrollo donde los disparos y muertos son constantes, donde el absurdo de los diálogos es un torrente sin fin. Una puesta en escena asfixiante, oscura, inundada de humo, cuasi-claustrofóbica, para ofrecernos una gamberrada en forma de corto, una alocada comedia tétrica en la que Alex Angulo se sale, su pose de psicópata es maravillosa, también aprovecha su escaso tiempo Ramón Barea, dándole una excelente réplica al sociópata. Corto recomendable a los que gusten de humor negro ingenioso. Fuerza y honor!!!