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Código desconocido

Drama En un bulevard parisino muy concurrido, alguien echa un papel muy arrugado en la mano de una mendiga. Este es el lazo que, por unos instantes, une el camino de personajes muy dispares: Anne, una joven actriz que está a punto de empezar su carrera en el cine, apenas ve a su novio Georges, pues es fotógrafo de guerra. Jean, el hermano pequeño de Georges, no tiene ningún interés en ocuparse de la granja de su padre. Amadou, profesor de ... [+]
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recibimos cantidades ingentes de información a diario pero, como no puede ser de otra manera, de infinidad de fuentes y parcial. Detrás de lo que nos llega hay muchísimo más. Es como la ciencia, que en cuanto encuentra una respuesta se le plantean 20 preguntas nuevas. Nosotros no tenemos tiempo ni ganas de indagar un poco detrás de la fachada que vemos de cada uno que se cruza en nuestro camino, pero Michael Haneke sí, y lo plasma en esta película. Estructuralmente me recuerda a "71 fragmentos . . .": Historias diferentes que se cruzan, cortes a negro tras cada escena, ausencia de banda sonora. Se ve que le gustó cómo le quedó la otra. Pero mientras que en aquella toda la "acción" se engarzaba para un único encuentro, en esta los encuentros entre los distintos personajes son múltiples. En cuanto a la historia, qué importa la historia? Haneke parece más interesado en las consecuencias de los actos que en los actos en sí. De hecho se podría contar cualquier historia que desembocara en las situaciones que nos presenta, y en las reflexiones que nos provocan dichas situaciones. Como siempre, cine para reflexionar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
eskralakktua
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18 de marzo de 2006
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Código desconocido, inquietante título, para una no menos inquietante película del controvertido director Austriaco Michael Haneke. Aunque menos dura que otras películas suyas como La Pianista ó Funny Games, no por ello deja de ser menos directa e impactante.
Michael Haneke ataca directamente en esta película a una sociedad Europea cada vez más cosmopolita pero cada vez más individualista, jugando con el espectador como si este fuese el protagonista principal de su obra, provocándole sensaciones de repulsa hacia las acciones que está observando pero a la vez provocándole sentimientos de culpa, ya que quién más quién menos, se puede llegar a sentir identificado de alguna manera con la acción reprobable que está pasando ante sus ojos. Cuántas veces hemos pasado por al lado de un mendigo, y cuántas veces lo hemos mirado como si fuese basura. La niña que pide ayuda, la escena del metro donde 2 jóvenes magrebies incomodan a Anne sin que nádie haga nada ... escenas cotidianas que se pueden ver casi a diario en cualquier mediana o gran ciudad de esta Europa que estamos construyendo.
Sin ninguna respuesta, Michael Haneke nos va trayendo ante nuestros ojos una série de secuencias aparentemente simples y débilmente conexas, pero en las que subyace siempre la superioridad del yo por encima de todo.
igorsg
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11 de julio de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke lleva 20 años construyendo una crónica sobre la decadencia de la sociedad occidental, narrando en sus films nuestro camino colectivo hacia el cadalso. El director austríaco no centra sus obras en el devenir de unos u otros personajes, no, siempre somos nosotros, el público el que está a este y al otro lado de la pantalla. Juega con nosotros, nos provoca, nos enreda en sus trampas y nos abandona a un lado de la carretera, tiritando de frío, acuciados por las monstruosidades a las que damos acogida en nuestro seno.

Estamos ante el poeta del horror, entendido este como producto de la incomunicación y del desconocimiento, de lo absurda que se ha vuelto la existencia humana, de la banalidad al fin y al cabo. Somos banales, y esa es nuestra tragedia, la causa de todos los males que nos asolan.

Pero ante todo tenemos miedo, a todo y a todos. A la muerte, pero también a la vida. A los demás, pero también a nosotros mismos. Los medios de comunicación lo denominan “inseguridad ciudadana”. Pero es algo más que eso, es el vacío existencial. Tenemos tantas cosas, y podemos conseguir otras tantas que nos cegamos. Hemos devaluado al mundo que nos rodea, es más, hemos devaluado al planeta entero.

Los ideales de sacrificio, resistencia y esfuerzo se han perdido por los desagües de nuestras ciudades-monstruo, ya sea Paris o un pequeño pueblo invadido por nuevas casas de emigrantes. Creemos haber acabado con el pasado, aunque realmente él no ha acabado con nosotros. Nuestra frivolidad nos lleva a la inconsciencia. Esto se ve en la película que rueda el personaje de Juliette Binoche. La madre dice que no quiere seguir viviendo en su piso porque tiene miedo de que su hijo se caiga en cualquier momento, después de que esto casi sucediera mientras ella nadaba con su marido en la piscina. ¿De quién es la culpa? ¿Del piso, del niño o de su insensatez?

Haneke no es un prestidigitador, ni un adivino, ni por supuesto un profeta. No nos dice donde está la salida, sólo actúa de notario. Da fe de lo que pasa, nos arroja todos nuestros pecados a la cara, nos demuestra que somos una sociedad enferma. Su cine te puede gustar o no, pero su mensaje cala hasta los huesos.

Cuando entras en el juego de Haneke es difícil escapar, su mirada del mundo te retiene, a la vez que te ilumina para condenarte. Ya no vale refugiarse en que todo es culpa de la sociedad que nos corrompe y envilece. Michael Haneke nos demuestra que todos somos responsables de nuestra forma de vida.
odaesu
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26 de mayo de 2006
49 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
DAVID LYNCH: Anoche tuve un sueño.
MICHAEL HANEKE: SUEÑO - ANOCHE - UN - TUVE

DL: Había árboles y había niebla...
MH: ÁRBOLES - Y - HABÍA - NIEBLA - HABÍA

DL: ...y entre las hojas azules...
MH: HOJAS - Y - ENTRE - AZULES - LAS

DL: ...creí verle la cara al arte.
MH: VERLE - CREÍ - LA - CARA - AL... AL... Perdón, ¿qué ha dicho?
Tomine
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31 de julio de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Observarnos a nosotros mismos desde el otro lado de la pantalla, la vida de todos los días. No pasa nada excepcional, ni siquiera hay historia que contar, viajo en el metro (la mejor escena de la película), compro en el super, trabajo, ceno con los amigos, discuto con mi chico, me enfado, me reconcilio…

Soy yo, y soy también cualquiera de esos viajeros del metro que no levantan la vista, que se hacen los sordos ante el grosero acoso de un chulo a una mujer que viaja en el mismo vagón, y en mi recorrido por la ciudad me cruzo con otras personas que rozan mi vida y a las que olvido al instante: una mendiga rumana, un chaval senegalés que la defiende de otro chulito en ciernes… Escenas cortadas bruscamente que, como bofetadas, me arrojan ante el espejo en el que unos personajes ligados entre ellos durante breves instantes, me enfrentan con el aislamiento, la dificultad para comunicarnos, la máscara con la que tantas veces nos presentamos ante los demás, la soledad. Todos son imprescindibles: el fotógrafo de guerra y su dificultad para conjugar los dos mundos tan diferentes en los que vive, la actriz, el padre solitario, los niños sordomudos hilos conductores desde el principio al final de la película; impresionante el ruido de los tambores escoltando las últimas escenas.
Victoria
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