Paranoid Park

Film que te trasporta a la mente de un adolescente.

El director Gus Van Sant utiliza en la película: efectos sonoros, efectos visuales, de cámara, un montaje creativo, y lo acompaña de una buena banda sonora; con lo que logra, sumergirte en los sentimientos en primera persona del chico, trata de una forma muy sutil y minimalista, diferentes frentes, paralelos a la trama principal, siempre desde la introspección del personaje principal.

La mirada de este adolescente penetra profunda y claramente en el oleaje de la vida. Conforme comprende los vaivenes a los que están sometidos nuestros apasionados espíritus una cierta desconcertación se va apoderando de él, mudo ante lo complicado que es vivir en un mundo tan digno de lástima.
El patinaje le sirve de válvula de escape ante los problemas a los que se enfrenta, unas relaciones humanas disfuncionales con su novia, con sus amigos y con sus padres. Pero es precisamente el patinaje el detonante de la tragedia sobre la que gira el argumento, y, ¿como continuar cuando tu única razón de ser ha sido la causante de tu desgracia?
La pena embarga al joven durante toda la filmación, convirtiendo el film en un pesaroso retrato de la adolescencia en el día de hoy, cuando estamos plenamente a merced de los elementos y debemos resistir las olas y vaivenes con la cabeza alta para convertirnos en personas con el aplomo suficiente para afrontar esta vida plena en sinsabores.

La mayoría de críticas que van en contra de la película afirman que la película peca de pretenciosa o que Van Sant hace un ejercicio cinematográfico automasturbatorio, las respeto pero personalmente doy las gracias a Van Sant por su obra que se cuela entre mis favoritas.

Bien, dicen que es lenta y aburrida. Bueno la película tiene su ritmo, y creo que si el espectador es capaz de conectar con la obra (aunque admito que tiene un estilo particular, y es muy posible que el público se pierda),y eres seducido por su atmósfera, realmente quedarás hipnotizado, ya que el director ha llegado a un nivel a que muy pocos son capaces de conseguir, el nivel de filmar pura poesia. La película no es muy original si hablamos de la narración, de lo que nos cuenta, pero la manera como lo hace, es hipnótica (y repito la palabra dos veces, que es el adjetivo que mejor describe la película).
Entre la imagen y la banda sonora hay una unión perfecta, y esas escenas con Skate más música son cautivadoras.

Ahora bien, aburrida por tener un guión mil veces visto? En mi opinión no. Vale que no sea una historia innovadora, pero mejor eso que no una chorrada original. Además si todas las películas tuvieran que tener un guión innovador, mal vamos.
La película nos habla de los remordimientos que siente nuestro joven protagonista, y como habrá de acceptar un suceso fundamental en su vida. Van Sant hace que nos identifiquemos con él y con todos sus problemas, así que consigue una visión de la adolescencia casi perfecta y con su toque personal añadido. Como ha de soportar la separación de sus padres, sus problemas con compañeros y su novia, y como pone toda su motivación en el deporte o Skate, que no es más que una huida del mundo, como casi todo el mundo ha tenido.

Las actuaciones son muy buenas para tratarse de jóvenes que no están muy curtidos si hablamos de actuación. Hay muchos aspectos importantes en la película, y la fotografía es otro tema clave. Seguramente en el próximo visionado me veré obligado a subirle nota.

Recomendada para todo el mundo. En especial a los amantes del buen cine.

Es una película del año 2007, pero ‘Paranoid Park’ no se estrenó hasta la semana pasada. Es una verdadera lástima, pero creo que pasará bastante desapercibida. Para mí es una pequeña obra de arte. Está dirigida por Gus Van Sant y, según ha explicado él mismo, es su particular visión de ‘crimen y castigo’. Es minimalista hasta en su duración: 85 minutos justitos.

Formalmente, ‘Paranoid Park’ es un auténtico puzzle, con saltos hacia delante y hacia atrás, incluso repitiendo escenas, las más importantes. Lo hace con la intención de ir aportando datos, poquito a poco, a la historia de Alex. Es un formato similar al de ‘Elephant’ (2003), película con la que el director de Louisville nos dio su particular visión de los asesinatos de Colombine.

Alex (Gabe Nevins) es un adolescente aficionado al skateboard que, sin quererlo, se ve envuelto en algo terrible que cambiará su vida para siempre. Van Sant logra meternos en la cabeza de este chico, que corre el riesgo de hundirse, y podemos saber cómo piensa. La escena de la ducha, larguísima, es de lo mejor que he visto en tiempo. Piensa, analiza, duda, maldice, llora, se tambalea… ¿Qué he hecho para merecer esto?

Es una película íntima y personal, con escenas muy visuales. El protagonista sufre pero, aunque parezca un contrasentido, la obra respira paz y tranquilidad. Van Sant lo logra gracias a su cuidadísima estética. Primerísimos primeros planos, miradas que hablan por sí solas, miradas que nos cuentan más cosas que las propias palabras. Y luego está la música, de diversos estilos, con Ludwig Van Beethoven, Nino Rota y Elliott Smith incluídos. El envoltorio perfecto.

En ‘Paranoid Park’ también podemos disfrutar de imágenes tratadas los skaters entrenando. Imágenes a cámara lenta con las que nos queda muy claro que, para ellos, este deporte es una filosofía de vida. Van Sant, director de películas de la calidad de 'Mi nombre es Harvey Milk' (2008), 'Todo por un sueño' (1995) o 'Drugstore cowboy' (1989) ha vuelto a acertar. Para mí es un 8 sobre 10.

“Paranoid Park” se parece más a un documental intimista que a una película en su sentido usual. Todo gira en torno a la introspección tormentosa de un adolescente y la culpa. Culpa que le lleva a darse cuenta de la soledad que padece y de la incomunicación más desoladora. El redescubrimiento de la realidad desde una dimensión distinta a la niñez es un paso fundamental en la vida de toda persona, de hecho, al abrir esa puerta se establecen los lineamientos de lo que sería la búsqueda y el transitar como adulto. La desorientación y la experimentación conforman aspectos vitales de todo adolescente y si no existen referentes sólidos y éticos a su alrededor las caídas son inevitables. Para sorpresa nuestra el adolescente protagonista de ésta película de Gus Van Sant posee una madurez inusual que le lleva a reflexiones y actitudes muy valientes e inequívocas en torno a las consecuencias de nuestros actos y las responsabilidades que esto acarrea. El final es abierto y deja al espectador una completa libertad para pensar acerca de la decisión final que tomará el protagonista. Una película que rompe esquemas y no es nada fácil de digerir, pero que está hecha con convicción y originalidad.