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Neo-Tokyo (Laberinto de Historias)

Animación. Fantástico. Ciencia ficción Neo-Tokyo reúne tres historias cortas dirigidas y escritas cada una por tres de los directores de animación japonesa más reconocidos del sector: Katsuhiro Ôtomo (Akira, Steamboy), Rintaro (Osamu Tezuka's Metropolis) y Yoshiaki Kawajiri (Wicked City, Ninja Scroll, Demon City) - Laberinto (Labyrinth-Labyrintos), de Rintaro: Una historia un tanto surrealista, seguidora del más puro "non sense" de Lewis Carroll en "Alicia en el País de las ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2007
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neo-Tokyo es una de esas películas que llegaron a España durante finales de los 80 y principios de los 90 gracias al éxito de Akira y posteriormente de Ghost in the Shell, y al mismo tiempo es una de las más olvidadas, sin haber contado con ningún tipo de repercusión posteriormente, algo que si consiguió su 'sucesora' Memories. Pese a todo, la cinta que nos ocupa se trata de un maravilloso viaje a lo largo de tres cortometrajes de menos de 20 minutos de duración cada uno, cada uno de ellos diferente pero todos ellos realmente buenos, a un nivel altísimo.

- Laberinto (Labyrinth-Labyrintos), de Rintaro: El mejor de los tres, un corto de animación maravilloso, algo surrealista en la línea de "Alicia en el País de las Maravillas", pero con el añadido de una visión oriental, lo cual le da un ambiente único y, definitivamente, más extremo que la cinta de Disney. La animación es de 10, la historia es de 10, y realmente es un mediometraje redondo, con algunos diseños brutales y algunas secuencias (la escena de las almas en el callejón) que son una auténtica maravilla. Tanto es así y tal es el nivel alcanzado por la obra, que podría considerarse 'El Viaje de Chihiro' una versión 'fácil' de Labyrinth, más mascada, más accesible... pero que en la base puede ser perfectamente comparable. Y digo esto, que conste, considerando Chihiro una Obra Maestra del género. 9/10

- El piloto de carreras (The Running Man), de Yoshiaki Kawajiri: Original e interesante relato de un hombre que lleva su pasión hasta extremos inimaginables, costándole la propia vida. La animación aquí es igualmente buena, muy buena de hecho, con algunos efectos de superposición de planos realmente cojonudos -todo el final-, y algunas animaciones para los gestos que aún a día de hoy son alucinantes, tras 20 años desde su estreno. No acaba de sonar como un gran trabajo, pero es igualmente destacable. 7/10

- Trabajos de construcción suspendidos (The Order to Cease Construction), de Katsuhiro Ôtomo: El director de Akira, Steamboy y demás vuelve a su pasión, los robots, los seres humanos sometidos, bla bla bla. Ver una película suya es verlas todas -o casi- así que aquí, de nuevo, las constantes son una animación muy decente, un personaje atrapado, una crítica pro-naturalista y que mete el dedo en la yaga hacia el 'usamos mucho las máquinas, nos van a destruir', como poseído por Asimov o algo. Ains, Otomo... Igualmente, es un muy buen corto, y para ser el que más dura (21 minutos) nunca se hace pesado. 7/10

Así, en definitivamente, Neo-Tokyo se coloca como el mejor recopilatorio a tres bandas de animación japonesa, indiscutiblemente por encima de su sucesor 'Memories' e incluso del muy posterior -pero de incuestionable calidad- Animatrix. Sólo dura 50 minutos, y únicamente por 'Laberinto' de Rintaro merece la pena. Y mucho. Lástima que este director funcione mejor en cortos y arriesgando, por que 'Osamu's Tezuka Metropolis' es bastante aburrida.
Caith_Sith
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31 de octubre de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Memories" siguió la misma estructura que "Neo-Tokyo" sólo que esta es ocho años anterior. Los dos films están compuestos de tres cortometrajes de animación de gran calidad. Tres aclamados directores japoneses dirigiendo tres historias de gran calibre.

- Laberinto, de Rintaro, está inspirada en "Alicia en el país de las maravillas" y es una historia extraña y bastante peculiar. La propuesta de Rintaro tiene mágica. Nota: 6,5.

- El piloto de carreras, de Yoshiaki Kawajiri, trata sobre un campeón de mundo de carreras, sobre su obsesión y sobre los límites que está dispuesto a sobrepasar para no perder su trono. Es una historia interesante con un dibujo magnífico. Nota: 6,0.

- Orden de cesar la construcción, de Katsuhiro Ôtomo, cierra el film con la historia más interesante. Ôtomo nos advierte del peligro del uso excesivo de la maquinaria, y como la tecnología se puede volver en contra del humano. Nota: 6,5.

Un buen entretenimiento. Tres interesantes historias de obligado visionado para los amantes del anime. Prefiero este film a "Memories", en el que también repetía Ôtomo pero Rintaro y Kawajiri eran sustituidos por directores con menos nombre y trayectoria como Koji Morimoto y Tensai Okamura.
Sersolo
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16 de agosto de 2007
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca me gustarán las pelis cuya única gracia sea la pirotécnia visual, por muy bien lograda que esté, si no hay detras ninguna historia medianamente amena que contar. Éste es un buen caso de ese tipo de cine, que se basa exclusivamente en bellas imágenes para ocultar la ausencia de argumentos.

Para la primera -digamos- historia, nos encontramos con una animación original cuyo diseño puede recordar a la de "El muro de Pink Floyd" (y con una secuencia que calca el cuadro "La tentación de San Antonio" de Dalí), pero muchísimo más dificil de entender que no aquella, si es que se pretendía contar algo. Además que ese primer segmento no concluye, sino que se cierra al final de la peli, si es que había algo que cerrar. Bonita animación, buena música, y nada más.

La segunda parte es sobre un corredor de carreras de algo así como bólidos futuristas. Algo de acción y masacre, con una bonita animación y una buena música, para realmente no contarnos ni porque sucede lo que sucede, ni a santo de qué viene todo. Olé por el guionista, inventor de la jornada laboral de 35 minutos semanales.

El tercer fragmento es el del señor Otomo, con su fijación por las máquinas, y posee una bonita animación y buena música. Pero lo que nos cuenta es lo de siempre y, lo mismo que en "Memories" sin concluír la narración.

En fin: que la animación está curradísima, como era de esperar, pero al acabar de verla te queda la sensación de que no te han contado absolutamente nada de interés. Igual que hiciera posteriormente en la ya citada "Memories", o en "Steam boy": bonitas ilustraciones en movimiento sin un texto que les dé razón de ser.
Kingo
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10 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra antología de cortos de animación japonesa que es bastante destacable.

Desde el punto de vista visual los tres (cuatro) fragmentos que veremos son muy interesantes y diferenciados, y sobretodo muy originales artísticamente hablando. Además veremos claramente reflejado a cada uno de sus artistas.

Y menudos artistas: Rintaro (Metropolis), Yoshiaki Kawajiri (Ninja Scroll), y Katsuhiro Otomo (Akira). De estos tres el que brinda la historia más interesante es sin duda Otomo, aunque también eso se debe a que es la más comprensible, ya que las de Rintaro y Kawajiri son algo crípticas, sin por ello desmerecer su gran trabajo visual.

Una interesante antología que no llega a ser tan sólida como Memories, pero que nos brinda estupendos trabajos de tres de los mangakas más importantes del país nipón.
Attomsk
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28 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de los corredores oscuros de un mundo situado entre la vigilia y la pesadilla, seguimos a una niña y a su gordo gato, desde la función circense que presenta pliegues retorcidos y esculturas de piedra humanas hacia universos de violencia y máquinas, de futuros inimaginables, de aventuras imposibles...

Y en sus entrañas nos vamos a adentrar de la mano de tres de las mentes más innovadoras del anime clásico: Shigeyuki "Rintaro" Hayashi, Katsuhiro Otomo y Yoshiaki Kawajiri. El gran proyecto en que se iban a embarcar a mediados de los '80 no era nada inusual en la industria (mítica es la serie de televisión "Manga sekai Mukashi Banashi", donde se adaptaban cuentos tradicionales), pero sí un esfuerzo bastante importante, tal vez algo que aún no apreciaba el sr. Haruki Kadokawa cuando propuso al primero de los tres adaptar en animación algunos de los relatos de la leyenda de la ciencia-ficción y la fantasía Takuji Murakami, uno de los autores más prolíficos de la Historia de la literatura nipona.
Con "Rintaro" a cargo de la planificación los dos restantes llegaron solos; Otomo, aunque ocupado con los dibujos de "Akira", no dudó en colaborar de nuevo con él tras la experiencia de "Genma Taisen". Kawajiri, ajeno todavía al cine, fue el reemplazo de Mamoru Oshii, y si bien el presupuesto de Kadokawa no era muy alto, las ideas y el entusiasmo del equipo hicieron que se elevara considerablemente. Así, cada uno quedó a cargo de tres historias sin ninguna relación entre sí influenciadas por el imaginario del autor pero a la vez tomaban sus propios caminos.

La boca de una espeluznante escultura en mitad de un espeso bosque nos introduce en la aventura, "Manie-manie". Gracias a la magistral dirección artística de Yamako Ishikawa, "Labyrinth, Labyrinthos" posee una visión gótica distintiva, al igual que los personajes de cuerpos amorfos y rostros alargados de "Rintaro"; en los rincones de un hogar japonés sumido en la oscuridad la niña, Sachi, prefiere perderse en los que abre su mente junto al simpático gato Chichiro. Como presagiando las claves de las obras de Miyazaki, esto no se atiene a estructuras narrativas y deja que el poder de la imaginación rompa el espacio-tiempo de la realidad.
Tomando parte del libro de Murakami "Mekyu Monogatari" (donde la niña era un personaje con quien se cruzaba el protagonista en su deambular por un laberinto subterráneo mágico), el director hace guiños a "Tenshi no Tamago" y recuerda sobre todo "Alicia en el País de las Maravillas", dejando que un oscuro trasunto de su heroína y el gato de Cheshire crucen por un espejo para atravesar esferas de fantasmas, monstruos, sombras que se retuercen, una pesadilla tan fascinante como triste, dominada por los tonos lúgubres y las figuras grotescas, hasta acabar en esa función de circo que sirve de trampolín a las próximas dos historias...

Un televisor se enciende y empieza realmente la película. En "Hashiru Otoko" Kawajiri se apropia de uno de los cuentos de "Mekyu Monogatari" pero sólo conserva los personajes, y con ello ya ejemplifica lo que será su trabajo en años posteriores; una mezcla excitante y perturbadora de cine negro y "cyberpunk" en un escenario que podría pertenecer al de "Blade Runner", donde una carrera de coches mortal es el centro de una noticia que cubre el reportero Bob, salido por entero de una novela negra de Hammett. El tema de esta historia es la dependencia del ser humano por la máquina.
Esto nos lo muestra el piloto estrella, Zack, unido a su vehículo en una conexión psicológico-espiritual que trasciende los límites de la lógica física, y dispuesto a desgarrar sus tejidos y órganos para vencer en la carrera; en su exquisita elaboración artística, Kawajiri se recrea en los espacios nocturnos y el gusto tanto por lo retro-futurista como por el "noir", cigarrillos brillando en la penumbra incluidos, mientras pone énfasis en diseñar a sus personajes con físicos detallados en extremo, destacando los rostros duros, ojos amenazantes y las terminaciones nerviosas del cuerpo. Las máquinas, por su parte, son monstruos brillantes que devoran la conciencia y el alma...

Este señor, como será su costumbre, realiza ante todo un ejercicio de suspense, tensión y estilo visual impecable, prestando más atención a la forma y la estética que al fondo o una estructura narrativa coherente. Y de aquí saltamos a la parte más densa y complicada de "Mekyu Monogatari": "Koji chushi Mere", basada en el relato de mismo nombre de Murakami, escrito dos décadas antes, y que luego comprendería una saga; Otomo, ajeno a la animación aquel entonces, realiza un magistral trabajo siguiendo la temática de "Hashiru Otoko": nuestra dependencia de las máquinas, pero esta vez el elemento humano no se deja dominar por ellas.
Entre la incongruencia narrativa de las dos obras previas el director crea una historia con principio y final, situada en un país sudamericano donde una enorme construcción que cuesta millones a una empresa debe ser detenida. Entre la espesa jungla se levanta un mundo robótico que se derrumba debido a sus fallos mecánicos, que asfixia y destruye el entorno; asimismo, frente al menudo supervisor Tsutomu se encuentra un obstinado robot encargado de dirigir las obras sin importar las pérdidas ni los accidentes. Tanto la habitación en la que el primero es confinado como los monólogos continuos del segundo resultan irritantes y producen una enfermiza sensación de angustia.

Otomo sale victorioso con su oscuro argumento sobre la incapacidad de los humanos para manejar sus propias creaciones, y sus estructuras y coloridos paisajes diseñados al milímetro y bellos en su ruindad.
Un interesante discurso y un final épico que redondea, con un epílogo delirante donde se regresa al principio con Sachi y Chichiro, esta genial rareza de la animación ochentera que tardó unos años en ver la luz por ser "demasiado extraña", según Kadokawa. A partir de aquí sus creadores darían mucho más a la industria del anime...
Chris Jiménez
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