FBI contra el imperio del crimen

Jim Hardesty, un joven abogado que acaba de terminar la carrera, encuentra empleo en el F.B.I. El bureau es aún una pequeña organización a la que no se augura mucho porvenir.
Por esta razón, Lucy, la novia de Jim, le pide que deje el empleo antes de casarse. El joven accede, presentará su dimisión en la presentación del nuevo director Hoover (ése mismo). Tras la presentación, Jim queda impresionado y decide continuar en su puesto.

Se hace muy pero que muy larga esta sesgada visión (se supone que basada en hechos reales) del nacimiento y desarrollo del FBI, con historias inconexas entre sí, y con una resolución de las mismas demasiado precipitada y superficial en la mayoría de los casos.

No pasa pues de la mera anécdota esta convencional película con un guión nada elaborado y cuya única misión es dar publicidad y alabar al FBI. Incluso se atreve el director a meter una historia de amor que en ningún momento llega a funcionar.

Hay de todo, como en botica, guerra contra el gangsterismo, contra los espías nazis, contra el Ku Klux Klan, contra los comunistas en la guerra fría, contra los explotadores de los indios nativos....pretende abarcar demasiado y se queda en nada.

Lo mejor: James Stewart.

Lo peor: la escasa credibilidad del film.

Historia del FBI y sus mejores casos resueltos, tanto a nivel de captura de criminales de todo tipo siempre que el delito fuera federal, como dentro y fuera de sus fronteras, e incluso persiguiendo a los espías, siempre con un afán propagandístico a mansalva señalando sus virtudes y ocultando sus defectos.

A los mandos Mervyn LeRoy, un viejo director que ya dirigió la también propagandística "30 segundos sobre Tokio" en la venganza de EEUU contra el Japón tras el ataque por sorpresa a Pearl Harbor, atacando su capital con bombarderos que partían desde portaaviones, haciéndolo con maestría intercalando las vivencias particulares de un agente del FBI, James Stewart, con su vida familiar consiguiendo mantener el ritmo y que el espectador, a pesar de su extensión, no pierda el interés.

Gran trabajo de Stewart, como siempre, que nos va narrando en primera persona los casos en los que participó, acompañado en esta ocasión por Vera Miles.

Interesante, 6.

Una película tan ridícula, propagandística y falsa (da pena ver en ella al gran Stewart) que debería ofender pero no lo hace porqué lo es hasta tal punto que solo provoca risa; no niego que el FBI haya tenido entre sus filas buenos elementos, honrados y trabajadores que han dado caña a los criminales (muchos tarugos se pasan el día criticando a la policía porqué les pusieron una multa merecida hace 40 años pero cuando les atracan bien que desean que vengan corriendo), pero eso abarca a todos los cuerpos policiales del mundo que no tienen tanta fama ni leyenda, pero ya se sabe, lo "made in America" siempre mola más aunque en el fondo sea lo mismo.
Para nada menciona la película que durante el mandato de Hoover (amo del país en la sombra durante casi 50 años) sus agentes-súbditos se dedicaron ante todo a buscar los trapos sucios de miles de personajes importantes para chantajearlos, que no admitían como agentes a negros, mujeres y judíos, que se metían con los criminales pequeños (a menudo acribillándolos sin más y/o cargándoles con delitos que no habían cometido para cerrar el expediente) pero nunca con la Mafia (incluso decían que no existía), que arruinaron la vida de miles de infelices acusándoles de "comunistas" (incluso a Martin Luther King) cuando solo eran liberales o luchaban por los derechos civiles,... aunque eso es algo que se ha ido sabiendo con el tiempo, la película (como tantas) es producto de su época y como tal hay que mirarla.

Propaganda. No es exactamente una película, sino un acto de propaganda. Sin más. Con un director muy del oficio. No acabo de entender cómo James Stewart se prestó a esto que no es exactamente una película. Ese fondo moral de sus actuaciones, esa manera de darle al conjunto de su actuación un trasfondo axiológico, esa manera de hacer las cosas tan peculiar, que trasciende en buena medida el día a día de su actuación. Por eso, precisamente, te gusta mucho o no te gusta nada. No creo que sea un actor de películas concretas, o te gusta o no te gusta.
Ese punto idílico de este tipo de cintas empalaga más que el almíbar. Se puede ver alguna, pero, la verdad, es un poco cansino.
La película es de 1959, tiene ya desde el final de la IIGM, por lo que quizá no era necesaria darle ese sesgo tan azucarado. La propaganda ya se dirigía hace el enemigo rojo, no hacía los que lo habían sido.
Más que ello es un conjunto de historias desgajadas que, se supone, fueron casos célebres del Departamento. Pero le falta narración, detalle, guión, trabajo de organización. Quizá no lo pretendía, simplemente era una cinta de consumo. Pero, en primer lugar, de esta hay muchas, al punto de poder considerarse un sub-género del cine, y, en segundo lugar, no hay directores que no hayan sucumbido a este tipo de cine. Recuerdo cosas de Hathaway, incluso El Extranjero de Welles tiene un cierto regusto propagandístico.
La película está cuidada, se ve muy bien con una fotografía espléndida y un sonido también muy correcto. El metraje es excesivo, 150 minutos son muchos, demasiados para una sucesión de historias que guardan poco en común. Quizá era el episodio piloto de una serie para la televisión, o algo similar.
Narrado todo desde la óptica de un hombre que empezó con ellos, con el departamento, desde el principio. Pero no dicen quien es, pudiendo ser cualquiera. Probablemente no es ninguno; quiero decir que encarna a muchos hombres en uno.
Vera Miles actúa muy bien. Cumple perfectamente su papel y sus colaboraciones con Stewart son míticas, es la mujer americana típica, la que debía ser, fuerte y sonriente, subordinada al marido hasta lo imprudente.

Ésta es una de esas películas, que poseen una narración hipnótica, donde la voz en off del protagonista se convierte en un susurro que es el verdadero protagonista cuando nos trasladamos, a través de la filmación, a la acción. Y aun cuando se diga que "una imagen vale más que mil palabras", en esta ocasión, el ya mencionado susurro, se va imponiendo en el relato, sobreponiéndose y sobresaliendo sobre las imágenes en movimiento...

Sí bien es cierto, que es una historia, un tanto naif -ingenua si quieren- y de claro trasfondo propagandístico, del FBI desde su constitución hasta la época de rodaje de la cinta, y que deja en muy buen lugar al polémico J. Edgar Hoover (verdadero padre del F.B.I.), no por ello deja de ser una realización tremendamente exquisita, muy bien conducida por el excelente artesano, Mervyn LeRoy, quien demuestra su total dominio del medio cinematográfico, y a quien debería descubrir y estudiar, todo aspirante a cineasta. Pero volviendo a la película, como no resaltar a su protagonista, el gran James Stewart, una vez más, soberbio, en el papel de héroe modesto, en el de hombre con firmes principios y, esta vez, en el de estimulante narrador... Quien como agente de campo, mientras nos traslada su historia, nos conduce por los acontecimientos que marcaron la historia de Estados Unidos, a través de la de una de sus agencias estatales más representativa, y más representada en el cine, el F.B.I. (Federal Bureau of Investigation) (Oficina Federal de Investigación).