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Pasaporte a la fama

Comedia Jones es un tipo normal y corriente, simpático y de buen humor, trabajador ejemplar. Su problema es que tiene un enorme parecido con Marion, el peligroso gángster que asola la ciudad con sus fechorías. Tras ser detenido en varias ocasiones, víctima de esta confusión, la policía decide elaborar un salvoconducto especial para Jones. Con esta identificación, Jones podrá recuperar su vida cotidiana, sin verse sobresaltado por los crímenes ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro film de Ford de los 30 que no se encuentra ni entre sus mejores trabajos de esta década ni entre los que mejor definen su estilo, pero con suficiente calidad y encanto como para verlo con interés. Paradójicamente uno de los mayores alicientes que tenía este trabajo se convierte en su mayor inconveniente: Edward G Robinson. Me encanta este actor y tal vez la idea de ver juntos a Robinson y Ford en una misma película me había creado muchas expectativas. Pero el actor no termina de convencerme en su papel de oficinista cobarde y apocado enfrentado al enemigo público nº 1. Tal vez era lo que buscaba el director, pero no encuentro aun al Robinson de las películas de Fritz Lang o el de House of Strangers, que transmitía la misma intensidad en papeles de duro y de hombrecillo. Tampoco está mal, y mejora en su papel de atracador, aportándole presencia al personaje, pero aun así le falta la fuerza de esos otros trabajos. Pero no todo el film es Robinson, por supuesto. La trama es de lo más entretenida y está llevada con eficacia por Ford, aunque se trate evidentemente de un film de encargo más que un proyecto personal. Mantiene algún momento que logra crear tensión, y en general está bien rodada y se mantiene el interés en la historia. Es cierto que los personajes adolecen de ser algo simples por culpa de un guión esquemático, en el que ni siquiera el personaje de la avispada periodista aguanta las comparaciones con otros personajes de Capra o Hawks por aquella época, pues el desparpajo de Jean Arthur no viene acompañado de diálogos a su altura. Un correcto film comercial que entretiene y se ve con facilidad, muy correcto en su conjunto pero carente de la brillantez y personalidad del maestro Ford.
cineoptero
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5 de abril de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable comedia dramática realizada por John Ford a partir de un guión escrito por Jo Swerling y Robert Riskin, que desarrolla un argumento tomado del relato “Jail Breaker”, de W. R. Burnett, autor de la novela “La jungla de asfalto”. Se rueda en los Columbia Studios. Producido por Lester Cowan para Columbia Pictures, se estrena el 22-II-1935.

La acción dramática tiene lugar en una gran ciudad norteamericana (NYC) en 1934. El humor se basa en enredos y confusiones, de una parte, y en exageraciones, despropósitos y comportamientos absurdos, de otra. El realizador somete a una crítica ácida a la prensa, la policía y la sociedad americana. Lo hace con soltura, descaro, habilidad y un buen pulso narrativo, apoyado en un ritmo endiablado. No oculta su preferencia por las mujeres rubias, los coches descapotables, las aglomeraciones, las motos, los taxis neoyorquinos, y las escenas multitudinarias (oficina, patio de la prisión, calles de NYC, etc.). Muestra avances técnicos curiosos como una calculadora mecánica tan grande que el operador ha de trabajar de pie, últimos modelos de coches, teléfonos de sobremesa, arquitecturas de interior ultramodernas y luminosas, etc.

Con ironía y agudo sentido del humor enfrenta dos personajes de extraordinario parecido físico, pero de personalidades antagónicas. Uno es Jones (Robinson), perona oscura, oficinista ejemplar, tímido, retraído, apocado, cobarde y bondadoso. Su doble y oponente es cruel, despiadado, autoritario y malvado. Junto a ellos destaca la figura de la Srta. Clark (Arthur), de buen corazón, anticonvencional, moderna, autónoma y libre, que encarna el modelo emergente de la nueva mujer americana. Ella es el personaje que se lleva los elogios del autor, enemigo de la violencia y crítico de la bondad servil del protagonista.

Abundan los personajes singulares, fuente de humor y a la vez de amargura, las dos dimensiones del film. Cabe citar a la tía Ágata, de la que se llegan a saber muchas cosas, pero solo se la ve en una escena efímera; al Sr. Seaver, jefe de la oficina que busca sin descanso su recompensa; al asustado confidente Slug Martin; al disparatado director de la compañía, etc. Casi todos los personajes exhiben un fondo humano entrañable y todos a la vez se comportan de manera desquiciada. Lo hacen en el marco de una situación de crisis económica y de depresión, que reclama obras de entretenimiento y evasión como las de Frank Capra y de otros muchos, entre los que se cuenta el polifacético y versátil John Ford.

La banda sonora, de Misha Bakaleinikoff, cumple funciones de acompañamiento con discreción y eficacia. La fotografía ofrece efectos especiales notables, escenas multitudinarias espectaculares y secuencias de sutil y muy grato intimismo. La obra es entretenida, está bien narrada y contiene momentos que anticipan la brillantez del Ford de los 40 y siguientes.
Miquel
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11 de diciembre de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por supuesto que es una obra de encargo, en aquella época todos los directores estaban a sueldo de los Estudios. El hecho de tener acceso al montaje final, ya era un privilegio que no todos disfrutaban. Seguramente por ese motivo los grandes maestros, rodaban con muy pocas tomas, precisamente para evitar la manipulación del film, por parte del Productor de turno.
Ford cuenta en este film con un guión del que participa Robert Riskin, famoso en aquella época, por ser guionista habitual de Frank Capra, en films como: (“Sucedió una noche”, 1934), (“El secreto de vivir”, 1936), y (“Horizontes Perdidos”, 1937), entre otros que vendrían después y que cosecharon mucho éxito.
El film en tono de comedia, critica la sociedad materialista y despótica de la época, para ensalzar el espíritu del “New Deal”, que defendía el Presidente F. D. Roosevelt. El ciudadano humilde y honrado que es atropellado por el aparato del poder. También le deja un recadito para esa prensa sensacionalista, que no respeta el más mínimo código ético.
Edward G. Robinson que estaba encasillado en películas de gánsters, realiza un doble papel, quizá queriendo demostrarnos que también podía hacer otro tipo de roles, creo que está muy bien (noble e ingenuo y malvado a la vez). Jean Arthur es muy versátil para este tipo de comedias, como luego demostraría con Frank Capra en films como: (“Vive como quieras”, 1938) y (“Caballero sin espada”, 1939).
Resumiendo, una agradable película de John Ford para pasar un rato entretenido, pues aún no había llegado a su madurez como cineasta.
Antonio Morales
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29 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jones (Edward G. Robinson) es un hombre normal, vive una vida tranquila y ordenada solo en su departamento, no tiene vicios, tiene un trabajo de oficinista al que nunca ha llegado tarde, tiene un par de mascotas, en síntesis una vida sencilla pero agradable.

Sin embargo, cuando escapa de la cárcel Marion (encarnado también por Robinson) el enemigo público #1 del momento, su vida se complica, debido al enorme parecido físico que tienen ambos, por lo que va a dar a la comisaría policial en medio de una confusión.

Al darse cuenta del error, el jefe de la policía decide soltarlo pero darle un “pasaporte”, es decir un papel donde se detalla que él no es Marion. Lo que sucede es que el criminal se da cuenta de ese detalle y da con Jones.

La película inicia mucho mejor de como culmina, bastante movida, agradable y graciosa, lo que sucede con el avanzar del metraje es que el discurso se va volviendo muy inocente en cuanto a muchas situaciones y esto lo vuelve poco creíble.

Sin dudarlo un momento, lo mejor del film es la actuación “doble” de Robinson, un trabajo formidable para este actor que da vida a dos personajes totalmente distintos uno a otro, además, de las muy conseguidas escenas donde ambos personajes se encuentran en cuadro.

The Whole Town's Talking es un trabajo a todas luces menor de John Ford, donde intenta mezcla el humor con lo policiaco, donde no siempre resulta la conjunción de ambos, sin embargo es un film interesante para observar.
10P24H
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24 de julio de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a su proverbial sentido del humor, presente a lo largo de su fecunda e irrepetible filmografía, John Ford rodó muy pocas comedias en sentido estricto, esta es una de ellas. Evidentemente, el mejor John Ford, el que firmaría algunas de las mejores películas de la historia del cine, aún estaba por venir, pero su oficio y talento ya queda certificado con la capacidad de convertir un guión más bien sencillo y previsible, en un entretenimiento puro y duro, en una obra dignísima.

Edward G. Robinson es la gran estrella de la función, aquí en su doble caracterización de por un lado el arquetipo de personaje de gangster que le lanzó a la fama, en este caso el implacable Manion, de mirada desafiante e intimidatoria; y por el otro como el humilde Arthur Ferguson Jones, el discreto y servicial oficinista y la clase de tipo que da las gracias por todo. Como casi siempre en su extensa filmografía vuelve a darnos una estupenda lección de interpretación, le basta con unos breves cambios de registro y matices, con las modulaciones y tono de voz, para que nos creamos y admiremos su paso de uno a otro personaje. A Jean Arthur le toca el papel de chica de la película, la compañera de trabajo de la que está secretamente enamorado el protagonista, ella representa todo lo que éste no es: decidida, jovial, amante de la aventura y lo nuevo, desafiante y rebelde… Divertidísimas sus breves escenas en la comisaría de la policía siendo interrogada y “confesando” las fechorías cometidas por su amigo respondiendo simplemente una y otra vez su nombre, “Marion” (el buscadísimo gangster), en cada pregunta. Y claro, como en toda buena película del Hollywood clásico no podían faltar personajes secundarios con jugo, aquí destaca el veterano Donald Meek encarnando al disciplinado jefe de Arhtur, un tipo riguroso pero también con su corazoncito; de lo más memorable, los momentos en los que va visitando a Arthur por distintos lugares, incluso en la cárcel, insistiéndole en su deber de terminar los libros de contabilidad de un tal McIntire.

Basada en un relato de William R. Burnett ("El último refugio", "Cielo amarillo", "La jungla del asfalto"...), “Pasaporte a la fama” constituye una pequeña joya del género, una comedia amable y altamente entretenida.
Juan Marey
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