I Killed My Mother

Aunque no dejan de sorprender, también los medios que alguien de esa edad (19 años) ha logrado obtener, cuando otros tardan un mundo en que se confíe en ellos (no es que sea este un film caro, pero productora necesita).

Dicho todo esto, lo mejor de la película es que tiene las ideas tremendamente claras: unas imágenes al ralentí propias de Van Sant, un hilo musical como el de Wong Kar Wai, y algo de estética pop. Los personajes son atractivos (aunque, seamos sinceros, el recurso de la homosexualidad está pasando de ser una osadía a una obviedad), y el entorno es de lo más acogedor.

Entre los deméritos, cabe apuntar que a pesar de la proeza como director, Xavier Dolan (que protagoniza la cinta) sobreactua bastante, además de representar un papel (que suponemos que será su realidad) de pijo insoportable, de adolescente histérico, de excéntrico.

En resumen, decente, y con mérito por la juventud de Dolan, habrá que echar un ojo a sus futuras incursiones.

Xavier Dolan, con sólo 19 años, firma su primera película con maestría.
A lo largo de la historia del cine hemos podido ver múltiples historias que describen la relación entre madres e hijos, nunca es fácil y cada película muestra esta realidad de un modo diferente.
Sin embargo, y a pesar de los juegos formales que introduce el director para tratar de alejarnos de la realidad e introducirnos en la mente del joven, Dolan dibuja una relación real en la que ni la madre es tan mala, ni el hijo es tan malo. Sólo su relación lo es.

Los actores interpretan bien sus papeles, las imágenes son hasta cierto punto ensoñadoras y la banda sonora acompaña a la perfección a la historia.

Si bien es cierto que podemos entrever la influencia de muchos directores en esta película: su compatriota Jean-Marc Vallée, Danny Boyle… debemos tener en cuenta la temprana edad de este creador, un niño que ha sabido escribir, dirigir e interpretar su película de una manera hermosa.

Sin duda, la vida cinematográfica de Dolan acaba de empezar y podremos esperar de él grandes obras.

He leído por ahí que Xavier Dolan escribió este guión a la precoz edad de 17 años. Me llamó mucho la atención debido a la madurez de esta obra.

I Killed My Mother tiene toda la rebeldía de un adolescente, no hay dudas, pero tiene también la cadencia y aplomo que dan los años. El talento en inocultable. Este chico muestra en su opera prima madera de director.

Olemos en esta cinta el inconciente impreso en microfilm...o sea, vemos en cada escena como su director y actor principal siente la situación por la que está pasando, la entiende.
Básicamente se trata de un adolescente que, como muchos chicos en esa edad, odia cada gesto de su madre. Siente que le averguenza cada actitud de ella y con con esa carga se arrastra por la vida. El punto fuerte de la historia tiene que ver con las discusiones y peleas entre ambos, con diálogos mamados de la escuela de la vida, increíblemente representativos de una época clave.

La gran capacidad del "nuevito" Xavier es una carta de presentación perfecta para lo que viene. Recomendable drama plagado de diálogos y situaciones tan reales que hielan la sangre.
Una postal de la vida, tan cruda como emotiva.

Un justo 7.5 y el deseo que no pase desapercibida.
Mientras tanto me encaramo en búsqueda de su segundo film que apuntará, posiblemente, a confirmar lo que parece una grata revelación.

Mantener una entrevista con Xavier Dolan-Tadros debe ser enriquecedor, partiendo de la base de que tiene tantas personalidades y es capaz de emular a tanta gente que cada pregunta sería contestada por uno de sus "yo". Viendo "I Killed My Mother", una de las revelaciones del pasado 2009, premiada en Cannes y preseleccionada por Canadá para los Oscar, no cabe duda de que Dolan-Tadros tiene futuro en el cine. Pero sólo podrá demostrarlo cuando descubra quién es y cómo quiere transmitírselo a la gente.

"I Killed My Mother" cuenta la historia de un adolescente pijo, caprichoso y terriblemente subnormal (en un sentido peyorativo, no literal) que está emperrado en que su madre no le quiere. Reacciona pues de forma egoísta, infantil y absurda, consiguiendo caer mal desde el primer momento. Y he aquí un problema de peso, considerando que la idea del film es desarrollar a un personaje, en teoría, en el que mirarse cual espejo y poder decir "entiendo tu drama". La paranoia del protagonista es totalmente infundada viendo a su madre, una como otra cualquiera, que le permite todos sus caprichos con una actitud ciertamente pasiva. Ella tampoco tiene muchas luces, pero al menos hace algo por arreglar los problemas. Paralelamente tenemos a varios personajes secundarios, como el novio del protagonista y la profesora de éste. ¿Qué hacer cuando tu guión no funciona y no sabes cómo solucionarlo? Camuflarlo todo bajo técnica ajena.

Dolan-Tadros demuestra que ha visto cine de Van Sant, Kar-Wai y de la Nouvelle Vague. Copia (mal) recursos de estos directores de forma arbitraria, sin sentido, dando lugar a una mezcla de estilos que por separado funcionarían pero que en combo, son terriblemente ridículos. En una de las partes de la película, vemos cómo se alterna una escena a cámara lenta, grabada desde la espalda, mientras suena música tremendista. Pronto cambia y aparece una secuencia onírica de dos personajes correteando por un bosque otoñal, bañado por la luz del sol, en lo que supongo que es un test screening para un anuncio de compresas, por no mencionar los cortes de secuencia acelerando y mostrando imágenes fragmentadas, como cuando los personajes de “Requiem for a Dream” se metían un chute. La mezcla que hace Dolan-Tadros es tan desafortunada como inesperada. Pero el problema no es tanto de técnica como de fondo.

El guión (que escribió con dieciséis años) es un desastre, inmaduro. Las reacciones de los personajes, lo absurdo de la pareja homosexual (podría ser una relación con un perro y la historia sería igual*)… entre tanta gilipollez brillan dos momentos totalmente musicales en los que el montaje, superponiendo varias frases pedantes encima de la imagen, funciona bien, especialmente en el caso de la llegada del protagonista a cierto lugar y la situación a la que se enfrenta la profesora. Al final es un curioso pero regularcillo debut de Xavier Dolan-Tadros, aunque no negaré que quiero ver lo que es capaz de hacer en su siguiente película.

No se trata de hacer cosas raras. El cine, el arte sea cual sea su forma de expresión, pues no se trata de hacer cosas raras. Poner un rallenti para dotar de belleza a la imagen puede ser muy chulo, pero queda como recurso vacío si no le otorga un sentido a lo visto. Confesiones en blanco y negro, despotrincando contra una madre que parece más el estereotipo de la madre castradora (y ni siquiera) que una persona de carne y hueso con virtudes y defectos. Exposiciones fragmentadas, como de collage visual y auditivo, pueden hacer vistosa lo propuesta, pero no por eso un producto de calidad.

La calidad viene cuando la suma de las partes se condice con el todo final. A veces una resalta por sobre la otra y crea matices inesperados; en cierta forma es imposible decir que tipo de recurso será mejor, dependerá de como funcione en tal o cual momento dado. I killed my mother es una peli "pantalla": detrás de su excentricidad solo se esconde una neurosis plagada de megalomanía a punto de explotar. Y la peli es el resultado de esa explosión.

Cuan interesante resulta ver que no hay aprendizaje luego de esa relación madre/hijo. Parece una sesión de psicoanálisis, un proceso sin evolución, apenas un pasaje de vida. Los comentarios...las reflexiones del prota se quedan en meros intentos de profundizar en lo que no se puede profundizar, porque la peli parece que avanza, pero es solo apariencia. Todo forma parte de un mismo momento sin maduración: I killed...es atemporal, es apenas el retrato de un adolescente confundido que confunde recursos estéticos con arte, explosiones histéricas con verdadera catársis.

Ya sabemos que tiene conocimientos sobre cine. Ahora falta que transforme sus dolores e inquietudes en verdaderos testimonios de vida mediados de una cámara que filme...no hermosamente. Concientemente. Sobra técnica, falta sabiduría.