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Críticas de Juan Rúas
2 de mayo de 2024
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Que sí, que está bien producida técnicamente. Las cámaras siempre saben donde posicionarse para sacar el plano más nítido. La fotografía, pulcra y colorida y un montaje con buen manejo del ritmo. Profesión peligro es "linda" de ver. Es un correcto producto audiovisual.
Pero, incluso dentro de su sano entretenimiento, se pierde. Se pierde en su propia ligereza. Es una historia que, como buena trama de acción, establece puentes situacionales: es una peli que pone el acento en las situaciones, independientemente de si existe o no un hilo conductor que se sostenga. Gosling de pronto es un doble de riesgo, de pronto es el enamorado perdido de Blunt, de pronto investiga un caso y de pronto se pone en rollo héroe de acción. Es que el guión es un gazpacho caótico de escenas "rodadas para la ocasión".
Y no estamos ante un fallo, ni una carencia de dirección. El personaje de Gail (excelente secundario) lo dice, en esa suerte de meta cine que se guiña el ojo a sí mismo: "me gusta filmar pelis de mensaje simple, explosiones e historias de amor. Todo dentro de un ENVOLTORIO BONITO". Eso es Profesión peligro: un alarde auto conciente que da cátedra. Como hacer una peli "poser", artificiosa, impostada.
Queda sólo la búsqueda final de la industria más epidérmica: el entretenimiento. ¿Entretiene? ¿Es entretenida? Por momentos. Me sabe a poco por eso mismo, porque no hay por donde rascar la olla. Son pinceladas nomás: el juego visual del unicornio, el despliegue técnico/narrativo de la pelea con Ryan drogado. Por su parte, Blunt no me dice nada, me deja frío cada vez que aparece en pantalla. Gosling tiene angel: es duro, es simpático, inspira ternura y vuelve al héroe clásico. Todo en un parpadeo. Es un actor de energías muy dinámicas, con cambios de tono perfectamente armoniosos.
Un actor que rema como puede un producto que se le va escurriendo conforme avanza la narrativa.
Pero, incluso dentro de su sano entretenimiento, se pierde. Se pierde en su propia ligereza. Es una historia que, como buena trama de acción, establece puentes situacionales: es una peli que pone el acento en las situaciones, independientemente de si existe o no un hilo conductor que se sostenga. Gosling de pronto es un doble de riesgo, de pronto es el enamorado perdido de Blunt, de pronto investiga un caso y de pronto se pone en rollo héroe de acción. Es que el guión es un gazpacho caótico de escenas "rodadas para la ocasión".
Y no estamos ante un fallo, ni una carencia de dirección. El personaje de Gail (excelente secundario) lo dice, en esa suerte de meta cine que se guiña el ojo a sí mismo: "me gusta filmar pelis de mensaje simple, explosiones e historias de amor. Todo dentro de un ENVOLTORIO BONITO". Eso es Profesión peligro: un alarde auto conciente que da cátedra. Como hacer una peli "poser", artificiosa, impostada.
Queda sólo la búsqueda final de la industria más epidérmica: el entretenimiento. ¿Entretiene? ¿Es entretenida? Por momentos. Me sabe a poco por eso mismo, porque no hay por donde rascar la olla. Son pinceladas nomás: el juego visual del unicornio, el despliegue técnico/narrativo de la pelea con Ryan drogado. Por su parte, Blunt no me dice nada, me deja frío cada vez que aparece en pantalla. Gosling tiene angel: es duro, es simpático, inspira ternura y vuelve al héroe clásico. Todo en un parpadeo. Es un actor de energías muy dinámicas, con cambios de tono perfectamente armoniosos.
Un actor que rema como puede un producto que se le va escurriendo conforme avanza la narrativa.
Miniserie
2024
2 de mayo de 2024
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De vez en cuando sucede. Antes pasaba más a menudo pero, en la actualidad, es la excepción a la regla. Parece que Gadd tenía algo para decir. Quizás su "basado en una historia real" sea cierto en parte y él mismo exageró los tantos para adaptarlo a la ficción. Imposible de saber y a efectos prácticos, es una nimiedad. Lo curioso de Bebé reno es que transmite la sensación de que esta vez no es una mera pose para recibir financiamiento. Ni para quedar bien con la agenda industrial. Se palpa un dolor real de fondo.
Viendo un poco el curriculum de los involucrados, ya no resulta tan extraño: Gadd es director, actor y guionista. Por su parte, Nava Mau es actriz, directora y guionista. Jessica Cunning, lo mismo, y además trabaja en dramaturgia. No son improvisados, y se nota.
Bebé reno es una mini serie de siete episodios. La trama podría haberse resumido en seis, quizás sintetizando un poco mejor el argumento del cuarto capítulo y, ante todo, organizándola mejor para equilibrar un climax que peca de serias irregularidades justo ahí donde no podía ni era necesario permitírselas. La fuerza dramática de la serie sostiene un guión cuidado, prolijo. Personalmente la considero un drama psicológico con pizcas de thriller y salpicones de comedia.
Donny es un actor cómico venido a menos. Trabaja en bares/pubs dando shows a la gorra. Allí conoce a una clienta especial: Martha. Mujer con prontuario y fama de ser una acosadora serial, seriamente traumada. Bebe reno nunca deja de ser una declaración en primera persona, un monólogo camuflado. Existe un prota desarrollado y el resto de los personajes orbitan alrededor de él. Martha ocupa bastante tiempo en pantalla, pero algo de su personaje pide a gritos una segunda temporada enfocada en ella. La serie cierra sobre sí misma, pero hay arcos argumentales que, si bien no están sembrados, pueden nacer con total naturalidad.
El prota oscila siempre entre la humanidad, la lástima y el patetismo. El tono de la serie desnuda sus miserias de manera bastante cruda. Aunque, por otro lado, nunca llega a percibirse una bajada de linea moral en torno a las acciones de los personajes. La cámara y el guión se aferran al "conflicto a resolver", dejando para un segundo plano las reflexiones que pueden darse sobre los involucrados. También vale destacar la mirada de "bisturí psicológico" constante que parte del narrador en off. Si le sacamos a Bebé reno su faceta artística, nos queda una tesis de psiquiatría para presentar en un examen final de universidad.
Ciertas cosas no se entienden: una de ellas es que Netflix meta como relleno obras como ésta y promocione con bombos y platillos basura indigerible. Mal actuada, mal escrita y mal filmada. Es para sopapear a la administración de marketing.
Viendo un poco el curriculum de los involucrados, ya no resulta tan extraño: Gadd es director, actor y guionista. Por su parte, Nava Mau es actriz, directora y guionista. Jessica Cunning, lo mismo, y además trabaja en dramaturgia. No son improvisados, y se nota.
Bebé reno es una mini serie de siete episodios. La trama podría haberse resumido en seis, quizás sintetizando un poco mejor el argumento del cuarto capítulo y, ante todo, organizándola mejor para equilibrar un climax que peca de serias irregularidades justo ahí donde no podía ni era necesario permitírselas. La fuerza dramática de la serie sostiene un guión cuidado, prolijo. Personalmente la considero un drama psicológico con pizcas de thriller y salpicones de comedia.
Donny es un actor cómico venido a menos. Trabaja en bares/pubs dando shows a la gorra. Allí conoce a una clienta especial: Martha. Mujer con prontuario y fama de ser una acosadora serial, seriamente traumada. Bebe reno nunca deja de ser una declaración en primera persona, un monólogo camuflado. Existe un prota desarrollado y el resto de los personajes orbitan alrededor de él. Martha ocupa bastante tiempo en pantalla, pero algo de su personaje pide a gritos una segunda temporada enfocada en ella. La serie cierra sobre sí misma, pero hay arcos argumentales que, si bien no están sembrados, pueden nacer con total naturalidad.
El prota oscila siempre entre la humanidad, la lástima y el patetismo. El tono de la serie desnuda sus miserias de manera bastante cruda. Aunque, por otro lado, nunca llega a percibirse una bajada de linea moral en torno a las acciones de los personajes. La cámara y el guión se aferran al "conflicto a resolver", dejando para un segundo plano las reflexiones que pueden darse sobre los involucrados. También vale destacar la mirada de "bisturí psicológico" constante que parte del narrador en off. Si le sacamos a Bebé reno su faceta artística, nos queda una tesis de psiquiatría para presentar en un examen final de universidad.
Ciertas cosas no se entienden: una de ellas es que Netflix meta como relleno obras como ésta y promocione con bombos y platillos basura indigerible. Mal actuada, mal escrita y mal filmada. Es para sopapear a la administración de marketing.
19 de abril de 2024
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Poco después de iniciada la serie, ciertos hechos que narraba me resultaban familiares. Investigando un poco recordé cuando salió en las noticias el escándalo sucedido en Irlanda, más precisamente en el pueblo de Tuam. A partir de allí, Murtagh decide elaborar un thriller, con mucho de policial y algo de drama.
De drama, más bien poco: casi todo el peso interpretativo recae sobre Ruth Wilson. Una actriz que logra otorgarle consistencia al personaje de Lorna Brady. La prota sufre sonambulismo y no tiene mayor conciencia sobre sus actos. No obstante, el formato general de la serie sigue siendo el policial de raíces clásicas. Un detective decide investigar la muerte de un sacerdote, ésto llevará a un asunto de los "gordos".
Hay varias cuestiones: por un lado, al tratarse de una ficción basada en hechos reales, el formato de policial donde-hay-secretos-que-descubrir no termina de cuajar del todo. Esos secretos quedan reservados para los personajes, pero no para el espectador. El factor sorpresa y descubrimiento, típicos del género, no tienen el peso necesario. Esto hace que el visionado sea elegante, incluso hasta entretenido por momentos, pero casi siempre predecible. Ya sabemos que van a descubrir, por más misterio que se intente plasmar. De hecho, en los dos primeros episodios es tal la información brindada que, incluso sin conocer la historia real, ya podemos realizar una contextualización bastante precisa de que és lo que está ocurriendo.
Por otra parte, la importancia de ese pasado activo de los protas hace que el guión deba recurrir a alucinaciones, flash backs y viajes oníricos con demasiada frecuencia. Muchos de ellos se vuelven redundantes y entorpecen el ritmo narrativo.
Pese a ello, la dirección posee pericia para ejecutar la idea. Es una obra más que correcta, técnicamente hablando. Cada personaje posee su personalidad bien delimitada, y actúan coherentemente a cómo piensan. Los personajes secundarios poseen un papel simple pero orgánico dentro de la historia, sirviendo como puentes útiles para el accionar, siempre investigativo, de los dos protas.
Resto a spoilers.
De drama, más bien poco: casi todo el peso interpretativo recae sobre Ruth Wilson. Una actriz que logra otorgarle consistencia al personaje de Lorna Brady. La prota sufre sonambulismo y no tiene mayor conciencia sobre sus actos. No obstante, el formato general de la serie sigue siendo el policial de raíces clásicas. Un detective decide investigar la muerte de un sacerdote, ésto llevará a un asunto de los "gordos".
Hay varias cuestiones: por un lado, al tratarse de una ficción basada en hechos reales, el formato de policial donde-hay-secretos-que-descubrir no termina de cuajar del todo. Esos secretos quedan reservados para los personajes, pero no para el espectador. El factor sorpresa y descubrimiento, típicos del género, no tienen el peso necesario. Esto hace que el visionado sea elegante, incluso hasta entretenido por momentos, pero casi siempre predecible. Ya sabemos que van a descubrir, por más misterio que se intente plasmar. De hecho, en los dos primeros episodios es tal la información brindada que, incluso sin conocer la historia real, ya podemos realizar una contextualización bastante precisa de que és lo que está ocurriendo.
Por otra parte, la importancia de ese pasado activo de los protas hace que el guión deba recurrir a alucinaciones, flash backs y viajes oníricos con demasiada frecuencia. Muchos de ellos se vuelven redundantes y entorpecen el ritmo narrativo.
Pese a ello, la dirección posee pericia para ejecutar la idea. Es una obra más que correcta, técnicamente hablando. Cada personaje posee su personalidad bien delimitada, y actúan coherentemente a cómo piensan. Los personajes secundarios poseen un papel simple pero orgánico dentro de la historia, sirviendo como puentes útiles para el accionar, siempre investigativo, de los dos protas.
Resto a spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
7 de abril de 2024
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llega Parasyte: Los grises. Adaptación de un manga con el mismo nombre.
Luego de una caída de esporas, diversos organismos parasitarios se filtran entre los seres humanos, tomando anfitriones en los que puedan vivir. Un inicio que da para todo, y que Sang-ho explota a medias, utilizando las bases del manga pero redireccionando la propuesta.
Estamos claramente ante una serie de ciencia ficción, que utiliza muchos elementos del drama, la acción y el suspense para ir variando los tonos. Junto con un guión cuidado, lo primero que llama la atención es la sobriedad de la propuesta. Solo se siente más rocambolesca cuando los parásitos se muestran en pantalla, explotando un cgi efectivo que gana en matices por el uso de escenarios nocturnos. Cuando las limitaciones técnicas se disfrazan de virtudes estilísticas, aquí es claro y está conseguido. Por momentos la cámara se muestra nerviosa, moviéndose más de la cuenta incluso en situaciones donde el plano fijo hubiera dado más fuerza a la imagen. Esto hace que varias escenas de acción se sientan confusas, con ganas de haber visto mejor, y con mayor nitidez.
El guión perfila el arco argumental en torno a cuatro protas con roles y personalidades bien definidas. Por lo menos al principio, luego van apareciendo otros personajes que ganan en relevancia. Si bien en el manga existe un personaje femenino al que se le da prioridad (dada la relación peculiar con su parásito), en la serie el foco tiende a ser más coral. Centrarse en el género policial hace que la trama avance de pista en pista, encarrilando las peripecias de la historia con elegancia y ritmo rápido. No existe un volantazo del guión, ni giro sorpresa como tal: el devenir de la trama va desarrollándose en torno a caminos posibles ya sembrados con anterioridad. No es una serie que juegue al gato y al ratón con el espectador.
Imposible no destacar el apartado político/sociológico/filosófico que se desprende con respecto a los parásitos. "A los humanos les cuesta verse a sí mismos como entidades independientes". Curiosamente, son estas entidades las encargadas de reflexionar durante la historia, con el fin de poder adaptarse al mundo humano (y, porqué no, conquistarlo). Ésto ya es debatible pero, en lo personal, la sensación de que la sociedad se enfrenta a una "amenaza diferente" va diluyéndose en mí conforme avanzan los episodios.
Vale, la idea es, justamente, crear paralelismos: esos monstruos no son tan monstruos y podemos serlo tanto como ellos. Pero hay una distancia entre encontrar similitudes a presentarlos casi como iguales...
El resto a spoilers.
Luego de una caída de esporas, diversos organismos parasitarios se filtran entre los seres humanos, tomando anfitriones en los que puedan vivir. Un inicio que da para todo, y que Sang-ho explota a medias, utilizando las bases del manga pero redireccionando la propuesta.
Estamos claramente ante una serie de ciencia ficción, que utiliza muchos elementos del drama, la acción y el suspense para ir variando los tonos. Junto con un guión cuidado, lo primero que llama la atención es la sobriedad de la propuesta. Solo se siente más rocambolesca cuando los parásitos se muestran en pantalla, explotando un cgi efectivo que gana en matices por el uso de escenarios nocturnos. Cuando las limitaciones técnicas se disfrazan de virtudes estilísticas, aquí es claro y está conseguido. Por momentos la cámara se muestra nerviosa, moviéndose más de la cuenta incluso en situaciones donde el plano fijo hubiera dado más fuerza a la imagen. Esto hace que varias escenas de acción se sientan confusas, con ganas de haber visto mejor, y con mayor nitidez.
El guión perfila el arco argumental en torno a cuatro protas con roles y personalidades bien definidas. Por lo menos al principio, luego van apareciendo otros personajes que ganan en relevancia. Si bien en el manga existe un personaje femenino al que se le da prioridad (dada la relación peculiar con su parásito), en la serie el foco tiende a ser más coral. Centrarse en el género policial hace que la trama avance de pista en pista, encarrilando las peripecias de la historia con elegancia y ritmo rápido. No existe un volantazo del guión, ni giro sorpresa como tal: el devenir de la trama va desarrollándose en torno a caminos posibles ya sembrados con anterioridad. No es una serie que juegue al gato y al ratón con el espectador.
Imposible no destacar el apartado político/sociológico/filosófico que se desprende con respecto a los parásitos. "A los humanos les cuesta verse a sí mismos como entidades independientes". Curiosamente, son estas entidades las encargadas de reflexionar durante la historia, con el fin de poder adaptarse al mundo humano (y, porqué no, conquistarlo). Ésto ya es debatible pero, en lo personal, la sensación de que la sociedad se enfrenta a una "amenaza diferente" va diluyéndose en mí conforme avanzan los episodios.
Vale, la idea es, justamente, crear paralelismos: esos monstruos no son tan monstruos y podemos serlo tanto como ellos. Pero hay una distancia entre encontrar similitudes a presentarlos casi como iguales...
El resto a spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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1 de abril de 2024
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera temporada. Por lo pronto, en una entrevista realizada a Danai Gurira ésta aclaró que se trataba de un spin-off "limitado", cuyo fin era atar cabos sueltos y volver a reunir a Rick y Michonne en pantalla.
Visualizando ya los seis episodios, se puede afirmar que estamos frente a un fan service en toda regla.
Ahora sí, a spoilers.
Visualizando ya los seis episodios, se puede afirmar que estamos frente a un fan service en toda regla.
Ahora sí, a spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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