Despacio, forastero

Despacio, forastero no pasará a la historia del cine por el nombre del director. Triste, muy triste la verdad. Despacio, forastero no sé si es mejor que El tercer hombre, pero sé que no es inferior. Y además me llena más. Con la misma pareja protagonista es una de las pelis de cine negro más hermosas. En donde todo vale en el amor menos para leventarse de la silla de ruedas. El señor Robert Stevenson ya que no le daban bola los mayores se refugió en sus últimos años con la Disney. Y los niños se lo reconocieron. Lo dicho Despacio, forastero no estará en los libros por llamarse Robert Stevenson. Así de triste y penoso son los junta letras.

Drama realizado por Robert Stevenson (1905-1986), según guión escrito por Frank Fenton, que adapta un relato de Manuel Seef y Paul Yawitz. Se rueda en estudio y en algunos escenarios naturales, con un presupuesto ajustado, pese a contar con dos protagonistas como Joseph Cotten y Alida Valli. Producido por Robert Sparks para Dore Schary Productions, Vanguard Films y RKO, se estrena el 14-X-1950 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Ashton, pequeña localidad de Ohio, en el Medio Oeste, a lo largo de varias semanas de noviembre/diciembre de 1948. Chris Hale (Cotten), de unos 30 años, cuenta con un pasado oscuro. Desea cambiar de vida y con este objeto se establece en Ashton. La viuda Brentman (Byington), que perdió a su único hijo, Sam, en la IIGM, le acoge en su casa como huésped con el propósito de sentirse acompañada y ocupada útilmente. Es una mujer sencilla, confiada y maternal. Elaine Corelli (Valli) es una joven heredera, hija de un industrial de origen italiano que fabrica calzado en una factoría ubicada en la localidad. Elaine sufre secuelas de un accidente de esquí en Saint Moritz (Suiza). Whitey Lake (Stewart) es compañero de Chris.

El film mezcla varios géneros en un combinado que suscita el interés del espectador. Combina cine negro, romance, drama psicológico, thriller y melodrama. La amalgama deriva del relato original y se presenta de un modo bastante fluido y sin grandes artificios. El relato avanza sin saltos incómodos y sin discontinuidades ostensibles. Explica solo lo justo en aras de una adecuada economía de medios que condensa el film en 81 minutos. La intriga acompaña gran parte del relato, que ofrece momentos de notable intensidad. Los caracteres están resueltos con corrección, en especial por lo que respecta a la vulnerabilidad de Valli y la simpatía y encanto de Cotten. Este conoce y domina el manejo de los resortes humanos que facilitan las relaciones sociales y la obtención de la confianza de una comunidad sencilla y crédula, ajena a los juegos oscuros y las artimañas de la vida urbana.

El film explora la evolución interior de los dos personajes centrales de manera creíble. La narración emplea un lenguaje asequible, exento de efectismos y grandilocuencias, que avanza a buen ritmo. Abundan las sugerencias, los supuestos, los sobrentendidos y, sobre todo, las elipsis. No falta un salpicado de humor, como el que se desprende de una curiosa valla que promociona los viajes en avión. Aunque hoy parezca mentira, hubo un tiempo en el que el avión como medio de transporte necesitó el apoyo de campañas publicitarias.

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Despacio, forastero nos mete en un rico ambiente de ensueño de principio a fin. Esta opinión se basa en las características del personaje de Joseph Cotten.
Este personaje en realidad es un fantasioso. Podría decirse que sencillamente es un mentiroso pero hay algo en el tratamiento que hace pensar que va creando un mundo acorde con unos ideales propios de estabilidad y paz. Llega a la ciudad con el plan preconcebido de alojarse en ella; es la escena inicial de importante significado. Es un hombre generoso, educado, de fuerte personalidad. Recurre a ganarse el corazón de una viuda por medio de decir que vivió de niño en la casa que ella ahora habita y así consigue una habitación.

Toda la película transcurre sobre este personaje central, su honradez a la hora de conseguir trabajo, su relación de verdadero cariño con toda la gente del pueblo, con los nuevos compañeros de trabajo, con los niños del pueblo, y por fin la amistad que entabla con una mujer paralítica. También en el spoiler figura otro dato que demuestra su mundo ilusorio acerca de esta relación y su estancia en la ciudad como forastero.

La fuerte sensación de un mundo lleno de espiritualidad aumenta entonces por la forma que enamora a esta mujer, hablándola con una exquisitez apabullante y siguiendo con la atmósfera de ensueño que continúa con detalles como entrar por los ventanales de la casa de la mujer, como una aparición fantasmal que entra y sale sin apenas rozarla y que ella termina necesitando y convirtiendo en su nueva razón de seguir adelante en la vida.

Pero aparece el pasado oscuro que encadena el mundo particular del personaje de Cotten con la realidad y este pasado es lo que convierte el argumento de la historia en real, que con el aire melancólico de irrealidad descrito la hace una película muy interesante.

Un forastero con un misterioso pasado llega a un pequeño pueblo. Comienza a ganarse a sus vecinos y, además, enamorará a una rica heredera.
El gran éxito de esta película, además de su correcto guión y unos diálogos rápidos y certeros propios de una novela de Raymond Chandler, radica en su sencillez. Pero ¡ojo! sencillo es también coser y bordar y, sin embargo, preferimos comprar el mantel en Galerías Pérez que hacerlo nosotros a mano. Así que, Stevenson crea las atmósferas adecuadas y, a pesar de una actuación discreta de la pareja protagonista, consigue engancharnos a la historia y, más que eso, consigue nuestra admiración plena por un trabajo de 80 minutos en el que nada falta ni sobra, con los detalles justos y con un cadencioso ritmo que va colocando las cosas en su sitio y éstas suceden cuando tienen que suceder.
Por lo tanto, quitémonos el sombrero ante Stevenson, sí ese que hemos comprado en Galerías Pérez, y reconozcámosle el talento, la creatividad y el esfuerzo, admirando el hermoso mantel que ha bordado y que ahora nos pone delante de nuestras narices.

Despacio, forastero es una película que se mueve con elegancia entre el melo y el noir, con un final en exceso acomodaticio. Pero, señores, observen esa foto en B/N espléndida, la forma de iluminar a Alida Valli, actriz que nunca fue santo de mi devoción, pero siempre eficaz y con los ojos húmedos a punto (piensen en El tercer hombre y Senso, por ejemplo), el buen hacer de Cotten, una garantía de calidad en cualquier película (olvidemos el lamentable tramo final de su carrera, embarcado en aquellas espantosas producciones europeas), los inolvidables secundarios que pueblan el film y le aportan ese toque de glamour perfecto. Robert Stevenson fue algo más que el director de Mary Poppins y un puñado de producciones Disney. Recordemos su versión de Jane Eyre, Sucedió en Las Vegas o la primera versión de Las minas del rey Salomón. No nos encontramos ante una obra maestra, por supuesto, pero sí ante una película muy digna y encomiable.