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Los viajes del viento

Aventuras. Drama 1968. Ignacio Carrillo, un juglar que durante años recorrió pueblos y regiones llevando cantos con su acordeón, toma la decisión de hacer un último viaje, a través de toda la región norte de Colombia, para devolverle el instrumento a su anciano maestro, y así nunca más volver a tocar. Junto a un joven, Fermín, emprende un recorrido por la enorme diversidad de la cultura caribeña, viviendo todo tipo de aventuras y encuentros. ... [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
1 de septiembre de 2009
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Road movie es el género de los viajes: no importa el destino, lo que importa es el recorrido. La diferencia de esta historia es que, en vez de ser en carro, es en burrito. Esta es la historia de Ignacio Carrillo, un reconocido juglar de la costa colombiana, quien tiene una misión: devolver el acordeón que su maestro le entregó. Para esto, debe viajar desde Majagual, en Sucre, hasta Taroa, el último rincón de la Guajira. El joven Fermín decide unirse al viaje ya que desea ser un gran juglar, y con un poco de disgusto de Ignacio comienzan el recorrido en el que irán al ritmo que el acordeón toque.

La música va por las venas de Ignacio y Fermín, va por los habitantes de la costa Caribe colombiana, y esa música es la reflexión de su propia vida, es la representación del caminar diario entre el sol y el desierto, entre el arriar ganado e ir a la piquería.

Es la primera vez que siento que una película colombiana nos representa de verdad, y creo que lo logra porque habla de la vida diaria de la mayoría de habitantes de nuestro país, que no están en las ciudades, sino en los pueblos polvorientos que hay que atravesar con burrito, donde se bebe chirrinchi casero y siempre habrá espacio para la fiesta de 3 días. La verdadera esencia, acompañada con la verdadera música.

En cuanto al paisaje, la película habla por sí sola. Tanto, que el diálogo es el estrictamente necesario y el recorrido, hecho en buena parte sin diálogos, lo que da la reflexión del silencio, permite mirar y dejar de lado las frases hechas para campañas publicitarias sobre el paraíso tropical de Colombia y, simplemente, el espectador se siente perdido en un mundo donde quiere estar, donde quiere dejar el mundo urbano, tomar el burrito y sentarse a ver el atardecer desde cualquier lugar de la Sierra del Perijá o en medio de las Salinas de Manaure.

Decir más de la película es dañar la expectativa. Uno, porque las palabras se quedan cortas para expresar el contenido de las imágenes; y dos, porque la historia se desenvuelve sola, como cuando uno sale de viaje: nadie quiere que le cuenten a uno qué es lo que va a pasar.
avellano
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11 de octubre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los viajes del viento, más que una película, es esencia, es realmente fantástica, es propiamente colombiana.

La película es justa, muestra y dice lo que se espera, excelentes paisajes, demostración de que los productos nacionales valen y que estas producciones sin ser exageradas logran un producto de calidad.

En pocas palabras, la película vale la pena verla. Recomendada 100%.

Saludos.
Deskjet
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25 de octubre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mario Vargas Llosa escribió una vez un popular ensayo sobre el cuento llamado "El dato escondido". En él hablaba de como en una narración sólo un décimo de la historia está a simple vista y cual témpano de hielo el resto queda oculto para que sea la labor de su público el desentrañarlo. Es una narración de esta naturaleza la que nos proporciona Ciro Guerra, dotando de minúsculas pistas en los escasos diálogos que se encuentran dispersados a lo largo de la película. Pero no es sino en las imágenes, con leves insinuaciones y miradas, con un movimiento o un rostro de tristeza; que se nos va presentando la verdadera naturaleza de la historia.

La historia nos traslada a un viaje donde el Macguffin es un viejo acordeón supuesta reliquia del diablo, el cual debe ser devuelto a su dueño. Nuestros protagonistas son un genial Marciano Martínez en el papel de Ignacio que demuestra que el papel de un juglar sólo puede ser interpretado por otro; y Yull Nuñez en el papel de Fermín quien aunque más cuestionable que su coprotagonista igual da la talla hasta donde se puede. Esta suerte de maestro y aprendiz se embarcan en una travesía de autodescubrimiento por todos los rincones del caribe colombiano.

Al final en un primer plano "Los viajes del viento" resulta en una hermosa secuencia de imágenes panorámicas con ricas incorporaciones lingüísticas y culturales que van desde el palenquero hasta el wayuunaiki. Todo ello ambientado con música que refleja el espíritu del Caribe, de Colombia y de Latinoamérica. Pero más allá de esa simple superficie nos traslada a la figura de la formación de un hombre, a la identidad del mestizo y a una convergencia donde el producto final no es un simple músico, es un juglar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arkero
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16 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ignacio Carrillo es un juglar de Majagual, Sucre, quien, de su maestro Guerra, recibió como regalo un acordeón que éste le ganó al diablo en una piquería (competencia de juglares). Ahora, Carrillo carga con la maldición de que “todo aquel que toque el negro acordeón se convertirá en un juglar para siempre”. El instrumento, al que distingue un par de cuernos, acompaña al viejo músico a donde quiera que vaya, pero ahora él está de luto por la muerte de su mujer y ya no quiere tocarlo. Así es que ha emprendido un largo viaje en burro con el deseo de llegar hasta la alta Guajira donde habita el maestro Guerra (¿no es curioso que sea éste el apellido del director del filme?), con la esperanza de que pueda quitarle la maldición.

Un joven llamado Fermín, acompañará al acordeonista en su larga travesía y una singular relación, de aprobación y rechazo, aprendizaje y desprecio, y de largos silencios, ocasionalmente rotos por austeras palabras, se dará entre ellos hasta crear un lazo inextricablemente estrecho. Las praderas y los ríos, el sol y el viento, serán testigos de este viaje donde, el viejo y el muchacho, quieren cumplir una promesa, pero sobre todo, ansían encontrarse consigo mismos.

La historia que nos cuenta el director Ciro Guerra, nos recuerda irremediablemente el también singular viaje de esa joya de David Lynch, conocida como “The Straight story”, donde otro viejo que sale en su podadora a visitar a su hermano enfermo, se convierte en un magnífico mensajero. Pero, Guerra hace lo suyo muy a la colombiana, con los mitos de la zona pacífica; la festiva música que los anima; la pasión, la serenidad y la furia que les caracteriza; y los esplendorosos paisajes que nada tienen que envidiar a las llanuras norteamericanas.

“LOS VIAJES DEL VIENTO” es un filme que despertará gratas sensaciones a todos aquellos que saben vivir sin prisa, que saben degustar con ambos oídos los sonidos de la naturaleza, y que entienden que, la palabra sólo debe usarse, cuando lo que se va a decir es mucho mejor que el silencio. También la música producirá sensaciones placenteras (inolvidable “Caballito”)… y aquel par de sensibles buscadores, dejarán una huella, porque tienen Vida y no están nada lejos de lo que, en definitiva, todos anhelamos.
Luis Guillermo Cardona
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13 de febrero de 2010
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película resulta una dinámica paisajística articulada mediante encuadres limpios, significantes, leves. La fuerza de los colores y de los principios activos ( viento, agua, música ) configura una suerte de tapiz donde se inscribe el misterio del rostro.
Los personajes están edificados en adobe, en piedra callada. La sonrisa del mozuelo es cautivante, al igual que la adustez del hombre mayor.
El enigma del acordeón demónico es propuesto como espina dorsal discursiva. Sin embargo el despliegue total de las posibilidades argumentales queda algo trunco.
El primer film realmente colombiano que he visto

Rafael Teicher
Rafael Teicher
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