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¿Qué hacemos con los hijos?

Comedia. Drama El taxista Antonio presume de sus hijos: Juan, que le ayuda con el taxi; Luisa, peluquera de señoras, Antoñito, que estudia para ser abogado, y Paloma, que será ama de casa. Lo que Antonio ignora es que sus hijos no son en absoluto como él cree. Cuando lo descubre sufre una gran decepción y se enfrenta a toda la familia. Como desde entonces nadie le dirige la palabra en casa, Antonio decide dejarlos para que descubran sus errores por sí mismos. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
6 de agosto de 2010
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
E injustamente puntuada por lo que veo porque la gente está bastante llena de prejuicios. Ya por ser la peli de Paco Martínez Soria no se toma en serio. La película está plagada de un elenco impresionante de actorazos que lo hacen todo perfecto. Ha cambiado mucho el cine español desde luego.

Evidentemente la moda ahora es que todo lo que sea de la época franquista es poco menos que mediocre e incluso paradojicamente censurable. Pero la verdad es la verdad. Y el cine español de ahora es una mierda vomitada por un cerdo y el cine español de antes...mucho más ingenuo vale, pero muchísimo mejor. Muchísimo.

La peli es familiar. Con lo cual menos de moda todavia. Y aunque sea de esa época es más actual y realista que muchas otras. Los problemas que se presentan son los de hoy en día y los de siempre. Muy bien planteados y simplificados. Pero entrañable y graciosa. Porque pese a quién le pese Paco Martínez Soria es un pedazo de actor y esta no es como otras comedias que son algo más serias. Es una gran peli. Con una fotografía simplemente espectacular.

Lo único malo que se hace un pelín larga ya que el desenlace se produce a veinte minutos del final.
Cewalcan
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31 de agosto de 2013
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso es amor y eso es saber decirlo. Aunque, claro, hay que ver «¿Qué hacemos con los hijos?» para entender toda su dimensión sentimental. El modelo de familia patriarcal se examina con lupa y vemos amplificado y ampliados sus defectos, sus debilidades y, también hay que decirlo, sus aciertos.

Lo primero es lo primero, así que vaya por delante la condensación de talento que contiene el metraje. Entre otros, ahí están Paco Martínez Soria, José Sazatornil, Alfredo Landa, Mª José Goyanes, Lina Morgan, Manolo Gómez Bur, Sancho Gracia (y además guapísimo, ¿no?), Mercedes Vecino o Emilio Gutiérrez Caba, actor por el que siempre he sentido un especial cariño y admiración, arraigada tiempo ha, posiblemente en algún momento de mi infancia en alguna tarde de sesión de cine por el televisor. Creo que ningún otro como él ha sabido, o ha podido, simbolizar la juventud y la rebeldía patria, con ese aire, ese porte, ese rostro medio infantil y ese estilo que siempre me parece melancólico y abstraído al más puro estilo hollywoodiense.

El guión nos cuenta las relaciones y el choque entre unos padres y sus hijos, algo que estará siempre a la orden del día. Pese a lo desfasado que nos puede parecer el planteamiento o incluso algunos conflictos, no podemos cerrar los ojos a la realidad que late bajo la piel de esta familia nuclear, tradicional y, sobre todo, universal: falta de comunicación, diferencias generacionales, castigo o diálogo, ceder o restringir, son algunas de las reflexiones que se lanzan. Llama mucho la atención, como siempre en este Cine que se rodó cuando se rodó, la visión sociológica de España. En una escena maravillosa en el plano técnico e interpretativo sobre todo, y de una gran violencia in crescendo, el marido Antonio hace el amago, según él para demostrar quién manda, de darle una bofetada a su esposa María.

¿Qué creemos que hace la mujer ante una situación tan tensa y traumática? Pues que ni se retracta, ni se retrae, ni se achanta, ni se acobarda, ni se humilla ni se calla. Doña María saca pecho, mira furiosa, da una patada en el suelo y se mantiene firme en su posición. Admirable gesto, y admirable actitud. Porque, como ella dice poco después, «tengo que obedecer a mi marido, pero...»; y en ese «pero» hará todo lo que esté en su mano, autónoma y dominante a su estilo, para doblegar al hombre hasta que él, por fin, tenga que terminar diciendo lo «cariñosas que os ponéis las mujeres cuando pasamos por el aro». Faltaría más. Del mismo modo, los hijos tendrán que superar sus necedades, darse cuenta de sus errores y aprender a respetar a su padre, quien se da cuenta de que por muy cabeza de familia que sea, a fuerza de malos modos e incomprensión no se consigue nada. El equilibrio final es esperanzador y los valores como la autoestima, la dignidad, la virtud (en el sentido más amplio que pueda imaginarse) y el amor son valores eternos.

Coincido con quien alaba el paseo de Martínez Soria por las calles madrileñas, secuencia de un vanguardismo que en pleno 20013 sigue asombrando, para que veáis algunos. Prejuicios fuera, por favor.
Kaori
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11 de abril de 2010
27 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene un interés cinematográfico limitado (aunque no desdeñable). El guión es una bobada sin pies ni cabeza y los actores hacen lo que pueden (da la impresión de que la han rodado mientras ensayaban una zarzuela porque tienen todos un acentillo achulapado muy sorprendente, como si en realidad lo que les saliera del cuerpo fuera cantar «La verbena de la Paloma» y se contuvieran a duras penas). Cuando domina en la historia el registro costumbrista o humorístico, tiene su gracia; en cuanto el guión quiere ponerse trascendente o se acerca a lo dramático o a lo lírico, la película se vuelve sencillamente ridícula y el espectador siente compasión por los actores. Entre los valores están precisamente algunas actuaciones (hay una miríada de secundarios de la época que alegran cualquier película, como Manuel Gómez Bur, José Sazatornil, Emilio Laguna y mil más). La música y la fotografía están muy bien, con efectos a veces sorprendentes (el desolado paseo de Paco Martínez Soria en gabardina por las calles de la Gran Vía tiene un aire moderno y existencial que casi parece rodado por un director de la Nouvelle Vague –bueno, igual estoy entonteciendo, porque hace falta valor para poner las palabras «Paco Martínez Soria» y «Nouvelle Vague» en la misma frase–).

Aparte de lo que valga como obra artística, que es poco, «¿Qué hacemos con los hijos?» posee gran valor documental (los exteriores grabados en Madrid que nos muestran cómo era la ciudad entonces) y, sobre todo, un inapreciable valor sociológico. Algún día se harán –si no se han hecho ya– tesis doctorales sobre las relaciones familiares en España a partir de lo que se plasma en esta película, en la que la autoridad paterna (un hombre inculto y atrabiliario) se impone a las bravas, con amenazas, cinturonazos, tortazos y gritos. Al igual que los sueños nos hablan con símbolos, podemos tomar esta película como un trasunto de lo que sucedía en la España del momento: Franco era el cabeza de familia de un país en el que los hijos tenían más miedo a la libertad que al propio padre.
Macarrones
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12 de noviembre de 2015
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendísima película de nuestro adorado Don Paco . hay varias películas dónde a sus hijos les reparte moralinas a diestro y siniestro pero ésta se lleva la palma. Y no quedan ridículas , lo que me parece ridiculo son la s puntuaciones que se le dan a este film pero todo es respetable faltaba más. Quizás sea su película menos humorística pero no por ello se hace larga ni mucho menos. Y qué decir de Sancho Gracia guapo a matar y haciendo de malo malísimo que lleva por el mal camino a la inocente Irán Eori. Pepe Rubio es un actor no diré a descubrir pero si a valorar algo más porque realmente lo merecen sus actuaciones de esta época . La película además cuenta con un final navideño que ahora que se acercan estas familiares fiestas viene que ni al pelo . Y en blanco y negro . Dispónganse a vivir intensas emociones que como siempre cuando parece que está todo perdido nuestro héroe sabrá como salir de ellas y nos harán reconciliar con la bondad humana si acaso existe.. Tiene un toque Capra la película diría yo sin animar de faltar al gran maestro italoamericano .Recomendada sinceramente .
crisgay
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20 de abril de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las primeras películas de la serie que hicieron famoso a este genial actor de teatro. Tiene aires de Zarzuela madrileña, sólo le falta las canciones, y se deja ver con agrado dentro de lo que cabe esperar de un film producido en el año 1967, donde las costumbres y forma de vida, así como la psicología de los españoles, no era ni por asomo lo que vivimos actualmente 43 años después. Tanto Paco Martínez Soria como Mercedes Vecino realizan unas interpretaciónes estimables, así como el resto de un amplio reparto superconocido, especialmente para los que vivimos aquellos años. Fotografiada acertadamente en blanco y negro, nos sumerge actualmente aún más en el recuerdo de esos años, con un tono nostálgico de nuestro cine de entonces carente de muchas cosas, pero no de buenos actores y guiones acertados basados en lo más popular de la vida diaria de entonces, en este caso adaptación de una obra teatral de Carlos Llopis.
El director Pedro Lázaga, al igual que en otras producciones ,cumple sobradamente su cometido, proporcionándonos un rato agradable, sin más complicaciones.


José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
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