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¿Qué hacemos con los hijos?

Comedia. Drama El taxista Antonio presume de sus hijos: Juan, que le ayuda con el taxi; Luisa, peluquera de señoras, Antoñito, que estudia para ser abogado, y Paloma, que será ama de casa. Lo que Antonio ignora es que sus hijos no son en absoluto como él cree. Cuando lo descubre sufre una gran decepción y se enfrenta a toda la familia. Como desde entonces nadie le dirige la palabra en casa, Antonio decide dejarlos para que descubran sus errores por sí mismos. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
30 de septiembre de 2018
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría escribir líneas y líneas explayándome a espuertas sobre la mejor película cuyo cartel encabezó don Paco Martínez Soria, y de una generación entera de actores (y actrices) que, durante un periodo del cine tardofranquista, quedaron sepultados bajo la caricatura impuesta por la censura del costumbrismo ligero y un buen puñado de comedias bufas: Jose Luis López Vázquez, Antonio Garisa, Lola Lemos, Luis Barbero, José Sacristan -que ha podido vivir lo suficiente para presenciar tiempos mejores-, Tomás Zori, José Sazatornil, Rafaela Aparicio, Florinda Chico. La lista es generosamente larga.
Han existido pocos patriarcas -en la ficción- tan capaces de cortar el aire con la mirada, sin saber si abrazarles o partirles la cara a sus hijos, como don Francisco frente a frente con unos primerizos y 'descarriados' Irán Eory, José Rubio, Emilio Gutiérrez Caba y María José Goyanes.
Antonio y María forman un humilde matrimonio, él taxista y ella ama de casa, que tratan de aguantar la rutina diaria en su pisito de Madrid y educar a sus cuatro hijos: Juan, taxista como su padre que anda metido en mil líos y trapicheos; Antoñito, el estudiante que quiere ser torero; Paloma, que está prometida con un guardia de tráfico; y Luisa que se gana unas pesetas a escondidas como cantante en un club noctuno.
El temperamento conservador de Antonio se dará de bruces con el de sus vástagos (y el de su propia mujer) a medida que se convierten en adultos y deja de ejercer un control absoluto sobre sus vidas.
El plano contrapicado de Antonio (Paco Martínez Soria) y María (Mercedes Vecino), acompañados únicamente por una cuna renqueante mientras rememoran al borde de las lágrimas un pasado que no volverá. Eso es cine, cine de verdad, y que no me vengan con cuentos ni monsergas sobre la época o el contexto en que se realizó esta pequeña obra maestra. Eso daría para un debate político y sociológico aparte.
Si dejásemos a un lado, para variar, nuestro rechazo hacia los orígenes de un cine popular contemporáneo que incluso hoy se resiste a morir, aprenderíamos a respetar en su justa medida el valor añejo de algunos de nuestros mayores tesoros. Hablo solamente de algunos, ojo.
'¿Qué hacemos con los hijos' (1967, Pedro Lazaga) es además una de las escasas oportunidades que tendremos de comprobar como Alfredo Landa, el gran Alfredo, en una ocasión, también fue lo suficientemente joven e imberbe como para interpretar a un chaval intimidado por un suegro con malos humos, y no a la inversa. Para bien o para mal, las películas de Pedro Lazaga, las buenas y las que no lo son tanto, también han formado parte de la historia de nuestro cine.
antonio lopez herraiz
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16 de agosto de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podrá parecer una más de Paco Martínez Soria, pero invito a quien no la haya visto a que lo haga y probablemente se sorprenda. En esta ocasión un padre vive un poco engañado sobre cómo son sus hijos, y cuando se le rebela la verdad, la tensión que se genera en la familia y en el propio matrimonio es mayúscula. Sí, tiene momentos simpáticos y la ternura y bonachonería que son típicas de su personaje, pero también tiene unas cuantas escenas de bastante dramatismo que me llamaron la atención. Y el carácter de Mercedes Vecino, que no es poca cosa.
Francie
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4 de agosto de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veo por segunda vez esta película en tiempos de la pandemia. Resulta que al principio hay imágenes de Madrid vacío. Una voz en off dice: ¿Hay una alarma nuclear, una epidemia? Más de cincuenta años después la imágenes de Madrid vacío son reales. Una pandemia real. Entonces era que se jugaba un Inglaterra-España en la Copa del Mundo. Perdió España, como en el Covid-19
De ahí arranca la historia de un honrado taxista (eco del honrado cajista de “La verbena de la Paloma”). Y es que cambian algunas cosas y otras no.
Una comedia amable, con grandes actores, algo exagerada a veces en los diálogos, pero en conjunto un retrato de época que queda para la historia.
Hay primeros planos de los techos de Madrid, por ejemplo con el auriga de la cuadriga encima del entonces Banco de Bilbao hoy BBVA.
Todavía los taxistas y una parte del buen hablaban castizo. Y algunos hijos, que empezaban a no dar lo que los padres esperaban de ellos. Hoy como antes.
El elenco de actores es muy notable: Martínez Soria, Sancho Gracia, Landa, Sacristán, de lo mejor de aquellos años.
Lazaga dirige muy bien, con unos impresionantes primeros planos.
yoparam
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9 de agosto de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película famosa de P.M.S., aunque no es el típico abuelo, si no padre de familia (vaya cambio de papel).

Igual que la su película anterior de P.M.S. esta mantiene una actualidad rabiosamente de nuestros días: los hijos y el acomodarse en casa!!

Me quedo flipado como los problemas de hace medio siglo siguen siendo los mismos problemas... El humor ha bajado un poquito de calidad, pero sigue siendo una gran comedia.
edugrn
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2 de junio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos aquí una de las películas clásicas que hizo Paco Martínez Soria en el crepúsculo de su carrera, sin duda el hecho de éxito tardío más solemne de España. Aparece una casa típica de los años 60, en donde aquellos hombres nacidos con unos principios prebélicos, sucumbían a los hijos que nacieron tras la guerra. Ya no había esa rigidez que el paso del tiempo ha olvidado. El Franquismo se fue muriendo poco a poco, porque las nuevas generaciones no estaban dispuestas a pasar por el aro, menos aún en la villa y corte.

Aquí tenemos cuatro hijos variopintos que no son ejemplo de nada, sobre todo tres de ellos, y el padre, como ese padre de “La gata sobre el tejado de zinc”, no se entera de la película. Se cree que todo es llevar un sueldo a casa. Y no es así.

Me da grima José Rubio, siempre con el papel de hijo de papá, en el que ya le vengo encasillando, porque es su tercera película con este rol.

Al final es emocionante, sobre todo ese momento con la hija a la que el chulo de Sancho Gracia ha intentado chulear. Me conmueve esa escena en la habitación con la hija… Martínez Soria tenía esa capacidad de emocionarnos, y tiene un ingrediente sus películas que las hace clásicas, no han envejecido jamás. Nacieron con un halo de plata de ley.
CHIRU
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