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El bosque de los sueños

Drama Un estadounidense (McConaughey) y un japonés (Watanabe) se conocen en el tristemente famoso "bosque del suicidio", un lugar al que la gente va para quitarse la vida. Tras entablar conversación, abandonan sus proyectos de suicidio y juntos emprenden un viaje a través del bosque. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2016
58 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siento no coincidir con toda la crítica especializada la cual se ha encargado de dejar a esta película por los suelos.
Me ha parecido una gran película, aunque bien es cierto que tiene cosas que no me acaban de convencer como alguna que otra solución a los enigmas que propone el filme y su banda sonora, que hay momentos (sobre todo al principio) donde parece que vamos a asistir a algo muy convencional.

Los actores cumplen sobradamente (mucha atención a la conversación que se mantiene en torno a una hoguera) y la dirección está a la altura, aunque no sea el Van Sant que opta por una planificación con planos largos como en sus anteriores "Elephant", "Paranoid park" o "Gerry", por poner algún ejemplo.

Y el guión está bien también, los protagonistas cada vez se van encontrando con más dificultades y la película se encarga de meterte en su propia piel, aunque repito como decía antes, que algún que otra solución está como muy cogida por los pelos, y esto irritará a más de uno.
Casteleiro
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27 de agosto de 2016
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva película de Gus Van Sant, "famosa" por ser la más masacrada por la crítica y el público en la edición de 2015 del Festival de Cannes. Pocas dudas tengo de que incluso es una de las películas más criticadas de la historia del festival, o al menos de los últimos años. Van Sant es un muy interesante cineasta que ha tenido sus más ("Elephant") y sus menos ("Psicosis"), pero las terribles críticas vertidas sobre "The Sea of Trees" son cuanto menos sorprendentes. Y más aún después de haberla visto.

"The Sea of Trees" tiene un tono más convencional que muchos otros filmes de Van Sant, por tanto que nadie espere algo similar a la Trilogía de la muerte (a pesar de que su planteamiento remita un poco a "Gerry") o, por ejemplo, "Paranoid Park" porque puede resultar decepcionante. El guión de Chris Sparling ("Buried") resuelve algunas situaciones de manera forzada, precipitada y a veces cae en un dramatismo demasiado facilón e incluso sobrecargado (el flashback de la ambulancia). Por otra parte hay algunos diálogos que suenan poco naturales, y eso también perjudica al film.
Sin embargo "The Sea of Trees" acierta notablemente en el apartado técnico, con una excelente fotografía tanto para las escenas diurnas como para las nocturnas, así como un gran diseño de sonido para sacar el máximo provecho al bosque. A su vez Van Sant demuestra que sigue siendo un director con pulso en algunas secuencias, en mi opinión brillantes, como la conversación frente a la hoguera o la primera vez que el personaje de McConaughey entra en el Aokigahara. La música, aún siendo en ocasiones fascinante y envolvente, subraya demasiado algunas escenas, pero tampoco resulta un lastre.

Pese a sus fallos, "The Sea of Trees" es una película que se deja ver, no aburre, posee interpretaciones intensas y consigue hacer reflexionar sobre temas como la culpa, el dolor de la pérdida, el arrepentimiento o la redención. Van Sant no ha rodado una joya, ni siquiera una buena película, pero la defiendo y más aún tras las abominables y, en mi opinión, desproporcionadas críticas.
Marcos Sastre
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28 de agosto de 2016
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que la historia a veces se retuerce para conectar forzadamente: pues sí. Que el metraje es más largo de lo que debiera: pues también. Pero no deja de ser una interesante pieza de dolor y hermosura a partes iguales. Los actores están magníficos. Más pastelosa o cursi era Titanic y se llenó de elogios. Lo que no le podemos pedir al bueno de Gus es que nos regale con un Indomable Will Hunting todos los años.
tinosky64
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30 de agosto de 2016
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabemos nada del hombre que se nos presenta en el primer minuto.
Solamente otro suicida, otro más que viene a sumarse a la triste tradición del bosque Aokigahara, para fallecer por su propia mano, olvidado y apartado de sus seres queridos.
El anonimato de algo tan horrible como el suicidio en esas circunstancias sobrecoge primero, pero después se revela calmado, hasta tranquilizador: en sus actos y su mirada hay cierta determinación sosegada que casi haría de todo el proceso un sencillo paseo por el bosque.
No es hasta mucho después cuando se cruza con otro hombre, un japonés perdido llamado Takumi, cuando su historia pasa a interesarnos: le vemos compartir sus escasas provisiones, así como de dar cierto consuelo a alguien que en ese sitio no lo necesitaría. Es entonces cuando Arthur Brennan pasa a ser un personaje, pero, y sobre todo, persona.

'El Mar de Árboles' es un intento por desentrañar que lleva a una persona a quitarse la vida.
Cómo de terribles tienen que ser sus vivencias, cómo de solo debe sentirse alguien para tomar una elección tan fría como preocupante.
No intenta aleccionar, no intenta engañar, y casi se diría que ahí radica su gran virtud: su humildad la lleva mucho más lejos que sus pretensiones. El tratado sobre lo divino y lo humano en que se podría haber convertido deja espacio a un sencillo relato, casi de supervivencia, entre dos personas que se dan cuenta de que quieren seguir andando, de que no quieren dar su paso final.
Y no hay "nada" en particular que les haya llevado hasta ese punto, "nada" que les esté reteniendo, a no ser que sean sus propios remordimientos y sueños truncados los que, poco a poco, han hecho que les quede más indolencia que resistencia.

Arthur Brennan, mientras trata de ayudar a Takumi a buscar una salida, haciendo de esa causa la suya, se irá acordando de su esposa, y nos deja con eso una pequeña ventana para ver su alma cansada. Él dió por hecho que su mujer siempre iba a estar allí, y que ya encontraría el tiempo para disculparse por todos los pequeños desplantes que había entre los dos.
Y quizá ese sea uno de nuestros motores de vida fundamentales: la creencia ciega en que las cosas siempre van a estar ahí, a nuestra disposición, algo que siempre viene mezclado con un poquito de ignorancia que nos hace ajenos a cuánto necesitamos esas cosas.
Arthur pensó que no habría un final, y al descubrir que sí que lo hay no soportó que el suyo no llegara todavía.

Takumi está a su lado, no tanto para aportar su propia historia, sino para hacerle observar que sí existen los finales, pero que no siempre pueden ser satisfactorios. Él quiere suicidarse por la deshonra de carecer de trabajo ("tienes familia e hijas y no las quieres" le reprocha Arthur), pero sabe que con el dinero del seguro su familia vivirá bien. Hay peores maneras de terminar con tu vida.
Sin embargo, incluso cuando todo parece perdido, Takumi es capaz de hacerle ver a Arthur que los finales solo tienen el poder que tu eliges darles: puedes transformarlos en un luto infinito por algo que nunca volverá, o puedes renacer aceptando una desoladora pérdida, como las bellas flores que crecen en el suelo yermo del bosque.

La travesía de los dos hombres no está libre de problemas, pero, tras una lucha furiosa por sobrevivir a desastres o caídas, embarrados y heridos, desaparecen los artificios, y solo quedan las certezas.
La certeza de que hicimos mal en el pasado, sabiendo que no podemos hacer nada por cambiarlo, y de que, al contrario, podemos aprender de él.
Arthur entonces pide perdón. Perdón a una vida que no quiso aprovechar. Perdón a una esposa que se olvidó de cuidar. Perdón a un sentimiento que el tiempo se encargó de marchitar.
Casi se diría que de tanto repetirlo ha podido aplicárselo.

La vida tiene curiosas maneras de movernos, de sacarnos de nuestra apatía, y hasta de hacer posible lo que no lo parece.
En la historia de Arthur Brennan se contemplan esas posibilidades, pero nunca habían parecido claras, no hasta pasar su propio purgatorio donde el dolor de sus sentimientos nubla su juicio, y aunque la salida más fácil esté a un bote de píldoras de distancia, solo queda una fe ciega de que el bosque no se cerrará sobre él si sigue caminando.
Es creer en ese imposible lo que da valor a la existencia humana, y lo que a la larga permite reconciliarnos con los pequeños sufrimientos. No deberíamos poner nosotros el punto y final a nuestras vidas, pues nos perderíamos los detalles que siguen mereciendo la pena, como un color favorito, un libro favorito, una estación preferida... las bellas flores que crecen en la dura roca.

Arthur Brennan entró a ese bosque pensando que solo quedaba un final.
Pero existe un camino que recorrer tras el final.
Lo único que faltaba era poder verlo. Todas las dudas, quedan disipadas al andarlo.
Charles
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21 de febrero de 2017
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido una interesante película, es verdad que viendo quién la dirige y quién la protagoniza esperas mucho más. Lo mejor del film sin duda es Matthew McConaughey que cumple sobradamente.
Cuesta de arrancar pero después de ponerte en situación y despejarte dudas mediante flashbacks, se hace amena e interesante, la depresión y la forma de afrontar una muerte terrible, el viaje que realiza y sus dudas. No entiendo a estos críticos, pero sobre gustos colores. Un placer.
Megustaelcine
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