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Las ciervas

Drama Frederique, una lesbiana rica y de temperamento apático, recoge de la calle a Why, una joven artista callejera, y la lleva a vivir con ella a su casa de Saint Tropez. Durante algún tiempo son felices, pero en una fiesta Why comienza a sentirse atraída por Paul, un joven arquitecto que acaba seduciéndola. Frederique se enfurece y decide visitar a Paul para dejarle claro cuál es el precio de acostarse con Why... (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
6 de octubre de 2007
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Claude Chabrol, escrito por Paul Gégauff ("El carnicero", 1970) con intervenciones del realizador. Se rueda en escenarios naturales de Paris y Saint Tropez. Gana un Oso de plata (actriz, Stéphane Audran). Producido por André Génovés, se estrena el 22-III-1968 (Francia), poco antes del mayo francés.

La acción tiene lugar en Paris y Saint Tropez (Costa Azul francesa) a lo largo de los meses de invierno de 1967/68. Federica (S. Audran), rica y ociosa, conoce en el "Pont des Arts", de Paris, a una muchacha pobre, enigmática, sensual e impresionable, que dice llamarse Why, a la que invita a pasar unos días en su villa de la costa.

El film desarrolla una fábula, intensa y perturbadora, de deseo, seducción y venganza, que el realizador envuelve en una atmósfera creciente de estrañeza, misterio y fatalismo. Expone el comportamiento indolente y despreocupado de la burguesía, sus fastos y miserias, que le sirven para establecer su habitual acotación de denuncia y crítica social. La homosexualidad y la bisexualidad son tratadas con cuidadoso respeto en el marco del claro propósito de reivindicar su naturalidad y glosar, tempranamente (1968), su igualdad en relación a las orientaciones heterosexuales. Analiza las relaciones humanas inspiradas en los deseos de dominación, sumisión y manipulación; su fragilidad y ambivalencia; la dinámica que pueden generar; y los extremos indeseables a los que ocasionalmete pueden llevar. La exposición es sencilla, natural, clara y directa, sin engolamientos presuntuosos y sin las habituales referencias freudianas de Hitchcock. El punteado de comicidad viene dado por el dúo que forman Henri Attal y Dominique Zardi, en sus papeles de músicos aficionados y parásitos sociales que viven a expensas de Federica. Ésta es una voraz y posesiva seductora/cazadora sexual, de hombres y mujeres, como ponen de manifiesto los trofeos de caza y las lanzas, flechas y armas que decoran su casa. Se considera que el film, con la asistencia del guionista Paul Gégauff y del productor André Génovés, marca el inicio de la tercera etapa, la de la madurez, de la filmografía del realizador.

La música, del francés Pierre Jansen, colaborador habitual de Chabrol, se apoya en una partitura que sugiere y crea sentimientos de tensión e intriga. Combina instrumentos de viento y cuerda en melodías que lucen aires propios del s. XX. Destaca el emotivo solo de violonchelo que acompaña la escena culminante de la cinta. La fotografía, de Jean Rabier ("El bello Sergio", 1959), aporta al film la visualidad propia de Chabrol, colorista, luminosa y apoyada en una excelente composición. Las interpretaciones de Stéphane Audran (entonces casada con Chabrol) y de Jacqueline Sassard son cautivadoras.

El film, de ritmo pausado, es un drama negro, que muestra la impronta singular de la personalidad del realizador.
Miquel
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17 de septiembre de 2008
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las ciervas” es la primera película de Chabrol propiamente “chabroliana”.
Turbia y turbulenta, narra la heterosexualización de una lesbiana, y la homosexualización de una heterosexual, de manera que los deseos de una y otra apenas llegan a coincidir.

Stéphane Audran, la primera gran musa del director, hace una de sus mejores interpretaciones como esa depredadora sexual ociosa y ricachona, dominatrix cotidiana acostumbrada a ser ganadora tanto en el juego como en el amor (es quizá la lesbiana más fascinante de la historia del cine, con permiso la Catherine Deneuve de “El ansia”).
Jacqueline Sassard, bellísima, tiene el triste papel de chica pobre, pintora callejera, cazada por la otra, usada y desechada… pero ya sabemos cómo se las gastan los personajes chabrolianos aparentemente perdedores y desvalidos…

Subterráneamente vislumbramos el tema de la lucha de clases (el uso y abuso de los ricos sobre los pobres: todo bien mientras sean serviciales, pero que no exijan demasiado), la mímesis y la dependencia afectiva, con celos que no se sabe muy bien “por quién” se sienten (tal vez ni los propios personajes lo sepan).

LO MEJOR: las dos “ciervas” (“biches” en francés, apelativo para referirse a las lesbianas), la gran enjundia psicológica (conviene un segundo visionado), la música.

LO PEOR: los secundarios (planos o sobreactuados).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sahar
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9 de diciembre de 2008
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infidelidad, pasión, bisexualidad...Chabrol "viste" de morbo (eso si con mucho cuidado y respeto) esta historia de celos a tres bandas. Muestra un mundo burgués decadente, lleno de hipocresía y sobre todo vacío, en donde la soledad se apodera de los personajes, llevándolos a situaciones límite, insospechadas en otras circunstancias más lúcidas.
o0_oscar_0o
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2 de septiembre de 2009
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas como ésta, rodada antes de la revolución fallida del Mayo francés del 68, son las que hacían creer a los españolitos de aquella época que más allá de los pirineos reinaba el "libertismo"sexual, y ante los ojos atónitos de los hombres y las pocas mujeres que pisaban las universidades y aulas de cultura (que era dónde podía llegar este tipo de cine) se abría un mundo nuevo de experiencias y sensaciones.

Chabrol y los suyos ya estaban de vuelta de éstas, para los españoles, prácticas libertinas. Nosotros salivábamos ante la posibilidad de zambullirnos en un paraíso sexual donde todo estaba permitido y el director francés advertía de los desestabilizadores peligros de estas complicadas relaciones.

En las ciervas, el maestro francés, se sitúa a la espalda del personaje de su mujer (hasta 1980) y pasea el esplendor, el aburrimiento, la indolencia y las miserias de una mujer burguesa y su círculo de mantenidos.
El juego de Stéphane Audran con su joven amiguita y el atractivo arquitecto, pleno de concupiscencia y poder, derivará hacia una situación difícil de controlar con la llegada de sentimientos puntiagudos como los celos, la venganza, el odio (tan cerca siempre del amor)... y también con la aparición de comportamientos esquizoides.
Hay que verla, como todas las de Chabrol, y puede que usted deje de envidiar a los ricos y poderosos.
Sinhué
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23 de junio de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama de tintes negros con el que Claude Chabrol definiría ese estilo que le ha hecho único, "Las ciervas" es seguramente una de las mejores películas de su director, y un auténtico goce para los sentidos. Uno de los temas más recurrentes de este cineasta ha sido retratar el carácter apático y a veces cruel de la burguesía, encarnada aquí en la fascinante lesbiana que interpreta de manera sublime Stepháne Audran, su musa y esposa en la vida real. Fredérique, esa mujer bella y fría, recoge de las calles de París a una joven artista callejera llamada Why (Jacqueline Sassard), y la convierte en su amante.Durante unas vacaciones en la Costa Azul, Why conocerá a Paul (Jean Louis Trintignant), un atractivo arquitecto que la seducirá. Pero Fredérique, lejos de darse por vencida, utilizará también sus artes de seducción para cambiar las reglas del juego y convertirse en el vértice dominador de un triángulo isósceles en el que dos ganan y uno pierde.
A través de una espléndida fotografía y un guión que mantiene la tensión narrativa sin decaer en ningún momento, Chabrol alcanza las más altas cotas de refinamiento en su cine, tratando temas como la bisexualidad, la sumisión y el cambio de roles de forma morbosa pero elegante, con tan buen gusto como una copa de champagne francés. Y un buen champagne no puede carecer de esas burbujitas que chispean en el paladar, y que aquí encontramos en dos bribones ridículos que viven a expensas de Fredérique, proporcionando momentos de alivio cómico a la trama.
En definitiva, en esta auténtica joya del cine europeo las ciervas del título caerán en la trampa de un atractivo cazador. Pero una presa astuta nunca se da por vencida; y ese instinto de supervivencia será el arma de Chabrol para mostrar las aristas más turbias de la psique femenina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
catpeople
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