La bodega

Difícil empresa adaptar al cine en 1930 la novela homónima de Blasco Ibáñez porque en aquellos años apenas unos intertítulos ofrecían la posibilidad de recoger la rica prosa del escritor valenciano.
El proyecto de Benito Perojo rebosa buena intención y un deseo innegable de reflejar ese fondo sociológico y cultural de la España en que se desarrolla la obra.
Pero su propósito choca inevitablemente con una escandalosa precariedad de recursos técnicos y un escaso acierto en el tempo narrativo.

La película resulta lenta, premiosa y, por momentos, poco clara.
Pero hay que valorar sin reservas su recreación ambiental y su sentido dramático.

Adaptación valiente de un libro de Blasco Ibáñez. Digo valiente porque hay que serlo mucho para tratar de llevar un libro a una pantalla en aquellos años, y eso es lo que ocurre aquí, que cualquier parecido con la realidad casi es pura coincidencia.

Los medios eran los que eran y valorar una peli de estas características, muda, con apenas unas canciones y unos ruidos de fondo en las reuniones de la bodega.

La historia es sencilla, el señorito de una propiedad de Andalucía se excede con quien quiere y cuando quiere pero encuentra la horma de su zapato y le da su merecido, entre otras varias cosas más. Punto y final. Un 5 por aquello de que son 90 aquellos los que hace que se filmó aquello.