Grey Gardens

Hay una película sobre estas dos mujeres, tía y prima de la célebre Jacqueline Kennedy. Pero la película no es nada comparada con este documental. Es un tópico decir que la realidad supera la ficción, pero para ver que a veces es verdad está esta obra de arte.
Una madre locamente despótica y una hija que renuncia a su vida para cuidar de esa madre, de la que está harta pero a la que también quiere.
Saben que las están filmando pero les da igual, porque se muestran como son. El personaje de la hija no puede ser inventado por ningún guionista. Es insuperable.
Lo que fue una casa rica es ahora un despojo. Ocho gatos viven felices en esta cochambre.
Una verdadera maravilla. Alguien ha escrito que este es el primer Reality Show. Ya quisieran los reality shows de hoy tener la categoría de este documental.

Los documentalistas Albert y David Maysles nos adentran en la decadente mansión Grey Gardens, propiedad de Edith Ewing Bouvier Beale y su hija Edith 'Little Edie', tía y prima de Jacqueline Kennedy Onassis respectivamente. Otrora damas de la alta sociedad de East Hampton, hace mucho que perdieron el rumbo de sus vidas y ahora se encuentran aisladas del mundo y absorbidas por una relación de dependencia mutua. Como el reverso de una fantasía hollywoodense, el escenario parece sacado de un relato de terror psicológico, con las dos protagonistas rodeadas de gatos, basura y recuerdos de tiempos mejores.
Un extraordinario documento fílmico, sobrecogedor y extrañamente fascinante.



"Dos caminos divergían en un bosque. Considerando uno, tomé el otro y aquello lo cambió todo."

¿Por qué dulce? Porque son yanquis, y ellos se empeñan en mostrarse pudientes, exitosos, en la cima del mundo. Y me encanta verlos en estas antípodas a su propio establishment. Little Eddie y su madre (Big Eddie) son dos mujeres grandes, descendientes de una familia muy bien acomodada, pero atravesando una actualidad muchísimo menos próspera.
El documental no se detiene a analizar el por qué de su porvenir, lo que significa un gran acierto del film. El peso del presente es lo más relevante, lo más devastador. Little Edie me recuerda mucho a algunas tías, a esos familiares que terminan cuidando a sus madres. Suelen parecer destinados a eso, pero al mismo tiempo tienen una dinámica terrible entre ellos, de reclamos y sufrimientos constantes.
Inevitablemente pienso en mí ¿Y si yo termino así? ¿Y si en algún momento estoy tan perdido en mi vida que resulto ser la persona disponible para cuidar a mis padres? Sería terrible, pero al menos contentaría a algún imperialista en algún lugar.
En fin, es cine trash. Por sus medios y su temática. Big Eddie es una Edith Massey refinada, con retratos profesionales de sus buenas épocas. Y de Little Eddie emana una Dawn Davenport que tranquilamente podríamos ver hacer un berrinche por no tener unos Cha Cha Heels (tranquilos que esto no pasa en el film).

Esta película sea un poema a la decadencia y celebro que así sea.