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Los del túnel

Comedia Un grupo de personas sobrevive a una catástrofe, pero… ¿y ahora qué? Tras haber estado quince días atrapados en un túnel, por fin son rescatados y la tragedia parece quedar en el pasado. Así, llenos de buenos propósitos, celebrarán el estar vivos reuniéndose todos los viernes. Pero estos variopintos personajes tendrán que seguir adelante con sus vidas, tarea que no será tan fácil como pensaban.
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2017
46 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabía muy bien qué esperar de una comedia de la que, a tenor de su cartel, sus actores y su promoción, parecía poder temerse lo peor, por aparentar ser una más de esas típicas comedietas frívolas e intrascendentes que suele hacer el cine español, con algunos actores televisivos en su nutrido reparto para vender más entradas entre quienes parecen elegir qué ver en el cine únicamente según ese parámetro. Pero también había críticas que afirmaban que era una comedia inusual y algo atípica, y lo cierto es que acertaron quienes esto aseguraban, porque efectivamente así es, al menos en parte.

"Los del túnel", tras esa fachada de comedia chorras con si acaso algunos gags ingeniosos -gracias a la vis cómica de algunos de sus actores- y poco más, pese a tener algo de todo esto, esconde asimismo -y deja asomar cuando quiere- una reflexión demoledora (quizá hasta más de lo que pretende) sobre la angustia vital de unos personajes a la deriva, que no saben bien qué hacer con sus mediocres vidas tras vivir una situación trágica, y se ven superados por la alienación social, la idea que asumimos acerca del éxito y el fracaso, la competitividad, y la presión con que la sociedad en que vivimos nos condiciona muchas veces. Y aunque esto es común a varios de los personajes, esto lo representa como nadie el desgraciado personaje de Arturo Valls, limitado actoralmente pero correcto y divertido en su papel.

Por eso, pese a sus limitaciones técnicas y cinematográficas, con una factura televisiva y de ajustado presupuesto, además de algunas actuaciones de saldo, se debe dar la bienvenida y la oportunidad a esta comedia, que es de esas que, tras la carcajada (produce unas cuantas), te corta a continuación la misma. Y no con poca incomodidad.
Amor Perro
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29 de mayo de 2017
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso, Los Del Túnel es mas una tragicomedia que una comedia en si, lo mejor sin duda de la película es Arturo Valls, la idea es bastante buena y trata sobre el existencialismo de todos los personajes que salen con vida del Túnel.

El presupuesto es el justo para este tipo de películas, lo dicho, hay pocas risas y más drama del que se pueda pensar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tekiero777
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22 de enero de 2017
29 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí estabas, en aquella barbacoa, en aquel estupendo evento social que tanto tiempo te había llevado preparar. A ti y a tu querida mujer, claro... y a tu queridísima hija, también, cuyo apoyo incondicional a todas tus empresas se vio también reflejado en esta nueva aventura. "¡Claro que podemos montar una barbacoa en el jardín de atrás, papá!", dijo ella, hará unas dos semanas, "Somos un equipo, ¿no? ¡Juntos podemos lograr cualquier cosa!" Y así fue. La familia aunó esfuerzos y, una vez más, triunfó. Montó la comilona más espectacular jamás celebrada en ese soberbio barrio donde vivía ese padre, y esa madre y esa hija tan cachondos, y tan simpáticos y tan bien compenetrados. Sí, la vida era bonita. Más que esto, era preciosa. Y luminosa, y divertida, y memorable en todos los segundos, minutos, horas y días que ofrecía. La vida era tan... tan... todo, que era épica. Así, en general. Solo que en realidad, no. En realidad, esas hamburguesas, chuletas, salchichas y chorizos que se estaban cociendo al aire libre, tenían una pinta bastante sospechosa. En realidad, las bromitas que se gastaba tu grupo de amigotes no tenían puñetera gracia. En realidad, tus colegas daban bastante pena. En realidad, tu familia era lo peor...

Te diste cuenta, por fin, de que todo aquello era insoportable; de que daba puto asco. Tanto, que ni todas las arcadas que pudiera generar tu estómago iban a bastar para hacerte sentir mejor. Aquella gente, aquel panorama... "aquello", exigía medidas más drásticas, más desesperadas. Un ataque al corazón o un ictus parecían, en aquel momento y circunstancias, las opciones más racionales. Las únicas posibles. Y así empezó a manifestarse aquella presión en el pecho, aquella parálisis en el brazo, aquel dolor punzante en la cabeza... Tu organismo estaba a punto de colapsarse, pero en vez de invadirte el pánico, sólo sentiste un alivio que si no llegó a total, fue porque temiste que aquel derrumbe se prolongaría más de lo deseado. "Ojalá me muera ya", te dijiste a ti mismo; "¡Ojalá me muera ya!", gritaste a los invitados. Pero nada. Ahí no pasó nada. Tras unos pocos instantes de -bienvenido- silencio, Paco, uno de los compis de la oficina, se acercó a ti, te dio unas palmaditas en la espalda y comentó, en voz altísima, que tú y sólo tú eras siempre el alma de la fiesta. Prosiguieron las risas, aquellas carcajadas que dejaban entrever el intestino grueso del sujeto. Tu mujer sonrío vagamente mientras negaba con la cabeza, tu hija escupió no una, sino dos veces en el césped y los choricillos siguieron emanando ese jugo grasiento que seguramente obraría más milagros que aquel intento de infarto que acababas de sufrir.

Desaparecieron los dolores físicos. Permaneció ese malestar interior. No moriste aquel día, en aquella barbacoa infecta... No porque tu cuerpo sanara por arte de magia, sino porque ya llevabas mucho tiempo muerto. Game Over, amigo. ¿Pero cuándo sucedió eso? ¿En qué momento se convirtió todo en una puta porquería? ¿Cuándo dejaste de molar? ¿Cuánto tiempo desde que dejaste de estar oficialmente vivo? Y te perdiste, por siempre jamás, en el túnel; en tus propios recuerdos. En una galería espantosa de memorias distorsionadas a conveniencia del consumidor. Una ficción, una mentira meticulosamente auto-diseñada para que la mierda que te rodeaba cada día no te matara del pestazo. Pero claro, llegó el momento en que el tufo se hizo tan fuerte, que ni los mantras buenrollistas repetidos frente al espejo, ni todas las tazas y/o pósters motivacionales de Mr. Wonderful pudieron evitar el derrumbamiento. Y ahí te quedaste, soterrado por las ruinas de todos tus proyectos; por el peso de tu propia ineptitud a la hora de construir algo que precisara de algo más que humo. Tu cuñado, siempre a los controles de la situación, intentó tranquilizarte diciendo que todo esto no era más que un pequeño bache, un bajón, la típica depresión que tal como vino, se iría... aunque claro, por algo era tu cuñado. Tu puto cuñado...

En éstas que llega a nuestras salas 'Los del túnel', nuevo trabajo de la dupla Pepón Montero & Juan Maidagán, quienes empezaran a destacar, en el año 2008 en la pequeña pantalla, agitando (todo lo que se pudo) el panorama nacional con un producto ('Plutón BRB Nero', la serie espacial impulsada por Álex de la Iglesia) ciertamente atípico dentro del conservadurismo y ranciedad que rigen normalmente en la oferta televisiva española. Ahora, casi diez años después, y tras varios proyectos juntos más, la pareja artística hace por fin el salto a la gran pantalla, sorprendiendo para bien (aunque en ocasiones, desconcertando para mal) con una película que, no hay dudas al respecto, se aleja también de los sabores con los que suele "deleitarnos" nuestra cinematografía. Su escena de apertura ya es impactante, no por el poder de las imágenes o de los sentimientos con los que juega, sino por cómo destroza los tempos de aquel film que esperabas... y que finalmente (y afortunadamente) no vas a recibir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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4 de febrero de 2017
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la típica comedia española; de hecho, está bastante bien. El punto de partida es muy original, así como el desarrollo. El final se ve venir, pero me gusta. Todos los personajes aparecen muy bien retratados, desde el adolescente rebelde hasta el policía "heroico". No hay rastro de zafiedad ni de grosería en las bromas.

No fui al cine con las expectativas muy altas (al fin y al cabo, ¡hablamos de una comedia española!), y sin embargo os puedo asegurar que pasé un rato muy agradable y me eché un par de risas.

De carcajadas no es, tampoco. Pero casi que mejor.
Jackie Daytona
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17 de enero de 2017
18 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia española vuelve a estar de moda y, aunque con resultados desiguales, la taquilla parece avalar esta corriente. A este viento favorable se suma ahora la opera prima de Pepón Montero, que opta por partir de un suceso más o menos circunstancial, como es el derrumbe de un túnel que deja atrapado a un heterogéneo grupo de personas obligadas a colaborar para sobrevivir mientras son rescatados. Pero el director prefiere centrarse en la vuelta a la normalidad tras el acontecimiento, utilizando como recurso cómico las antagónicas personalidades de los protagonistas, que tratan de superar el shock manteniéndose unidos a través de constantes comidas, cenas y encuentros con la más nimia excusa. Dos policías totalmente contrapuestos (con veleidades heroicas uno y cobarde el otro), un matrimonio de ancianos al que su hija y yerno pretenden ingresar en una residencia, otro matrimonio adinerado con hija adolescente y sin apenas comunicación entre sí, un joven delincuente al que los policías llevaban detenido, un inmigrante que trabaja como repartidor en su furgoneta, una pareja gay renuente a salir del armario, una joven aspirante a escritora a punto de tirar la toalla y, por supuesto, un comercial locuaz e insensible que disimula sus frustraciones vitales con un carácter expansivo en permanente huida hacia adelante conforman el grupo. Sobre este último personaje, interpretado por Arturo Valls, recae el mayor peso de la historia y sirve como hilo conductor del endeble entramado que mantiene unido a tan variopinta fauna humana.

Nos hallamos, indudablemente, ante una comedia, pero no exenta de ciertos ribetes dramáticos, en ocasiones rayanos en lo grotesco, que tratan de dotar a la película de cierto afán trascendente que se nos antoja innecesario. Entre los aciertos de la propuesta, la gozosa recuperación en roles menores de actores tan gratos como Jesús Guzmán, Teresa Gimpera o Marta Fernández Muro, alguna que otra situación hilarante o gag afortunado y las canciones de Los Pecos acompañando la función. Pero hay también flaquezas notorias, como una evidente deuda con el medio televisivo del que proceden buena parte de los actores y el propio director; la confortabilidad interpretativa en que se sitúan algunos de los protagonistas, a riesgo de caer en el encasillamiento (más convincente Arturo Valls que Raúl Cimas); o la dudosa oportunidad de estirar la anécdota argumental a un metraje que acaba por resultar excesivo.

Balance global, por tanto, desigual para una película que logra a ratos su objetivo de arrancarnos una sonrisa (y alguna carcajada), pero fracasa cuando aborda reflexiones existenciales o dramáticas, que, justo es reconocerlo, solo pespuntean tangencialmente el desarrollo fílmico sin constituirse nunca en la pretensión central del mismo.
coronel kurtz
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