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La dulce vida

Comedia. Drama Poppy (Sally Hawkins), una profesora de primaria, es divertida, abierta y generosa. Es un espíritu libre que se toma la vida tal y como viene. Cuando le roban la bici, decide que es el momento de sacarse el carnet de conducir. Scott (Eddie Marsan), su profesor de autoescuela, es un tipo huraño y amargado. A medida que se conocen, Poppy acabará enseñando al instructor más de lo que él puede enseñarle a ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2008
83 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poppy es una tipeja insoportable. La típica solterona con personalidad rara que no encajaría ni aún queriendo en nuestra encorsetada sociedad. Su felicidad no es la de una chica inocente y optimista tipo Amélie, en cuyo mundo no tiene cabida la adversidad. Poppy intercala payasadas con idioteces con tan pasmosa facilidad que es lógico que obtenga como respuesta un cierto rechazo social. Y cierto rechazo puede que logre también una película con una protagonista tan arriesgada como la de Happy. Un cuento sobre la felicidad.

Hay que reconocer el mérito de Sally Hawkins a la hora de encarnar a Poppy (de hecho ya se lo tuvieron en cuenta concediéndole el último Oso de oro de Berlín a la mejor actriz). No debe resultar nada fácil interpretar el papel de una persona que puede generar tantas filias y tantas fobias en la platea. Al histrionismo y la gesticulación más propios de Mr. Bean, con todo lo bueno y lo malo que eso puede implicar, Poppy le añade una verborrea agotadora capaz de sacar de las casillas al más paciente de los mortales.

Sin embargo, tras un personaje tan descaradamente antisocial como el de Poppy, el director de la película, Mike Leigh, ha querido camuflar algunas reflexiones sobre nuestra sociedad occidental, cada vez más plagada de seres alicaídos y anodinos. Cuando el filme se centra en el mundo de una chica tan extravagante y tan fuera de lo común, uno termina cuestionando al resto de personas supuestamente normales. ¿Es normal evitar un saludo? ¿Ignorar a la persona que tenemos a escasos metros en la sala de espera de una consulta? ¿Someterse a la esclavitud de la vida cotidiana?

La hermana de Poppy, su antítesis, es la que mejor refleja esa idea de que la estabilidad equivale a rutina y equivale a sumisión. Embarazada, con un marido sometido y acobardado y una hipoteca a sus espaldas, tiene la osadía de acusar a su alegre hermana de ser una infeliz. Mientras ella se obsesiona con las plantas de su jardín y con que nadie le manche el suelo de parquet, a Poppy parece ilusionarle mucho más convertir las bolsas de papel en disfraz de pájaro para sus alumnos.

Con independencia del personaje, Happy. Un cuento sobre la felicidad’ esconde algunas perlas muy recomendables. Comenzando por una interesante reflexión entre varias profesoras sobre el papel de los padres (y de las videoconsolas) en la educación de los hijos y terminando con una desternillante clase de flamenco en la que brilla más el talento de la desconocida Karina Fernández que el de la propia Hawkins. Es probable que para algunos Happy no sea precisamente un cuento y les termine provocando el efecto contrario a la felicidad, pero en todo caso se trata de una arriesgada radiografía, por momentos desequilibrada, por momentos lúcida, de una extraña en su propio hogar.
polvidal
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3 de octubre de 2008
50 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mike Leigh es un gran director, ha creado films recordables como la exquisita “Secretos y Mentiras” y la inquietante “Vera Drake”, su talento se propaga en todas sus obras y esta no es la excepción. Happy-Go.Lucky es el grito a la felicidad el canto a la alegría y la vida, no estamos ante la mejor película de este director pero si ante una alternativa diferente de su cine y créanme es grandioso. Me confieso, adoro las películas que nos hacen felices pero también adoro que la felicidad que nos expone el film este respaldado con un verídico guión, y Mike Leigh escribe extraordinarios guiones.

El guión es muy sencillo pero encantador, agradable y entretenido, cada frase cada dialogo tiene en sello de Leigh, trata la felicidad como se debe tratar, de forma general, y no caer en clichés cinematográficos de irse hacia un solo aspecto y trasmutarlo. Happy-go-lucky te hace feliz de principio a fin y allí es donde radica para mí su éxito, ni entupida ni cargante resulta el personaje de Poppy, es simplemente alegre, fresco, radiante, armonioso y optimista. El film de Leigh es sencillo y efectivo como la vida misma. Tal vez esta película no va ser tan exitosa como las anteriores del director debido a su sencillez, pero es tremendamente disfrutable y una buena alternativa para ver con tus seres queridos.

Con respecto a las actuaciones (otros de los puntos a favor del film), todos los personajes realizan un trabajo excelente como nos tiene acostumbrados Leigh, Sally Hawkins que con su vestimenta y carisma elevan el color y el alma del film en un papel muy recordable, pero que dudo la academia lo nomine debido a sus gustos de súper trasformaciones y mujeres que sufren y padecen tremendos dolores y bla bla bla, una encantadora Alexis Zegerman y un sorpresivo Eddie Marsan, su actuación es tan real e intensa que no me explico como no se ha empezando a hablar de el en las quinielas, con muy poca competencia hasta los momentos en este rublo posiblemente pueda ser nominado a mejor actor de reparto.

Recuerdo un amigo me decía: “si la película te aflige y te hace llorar, es una buena película” pues ahora le diría “si la película te hace ver otro punto de vista y te hace feliz, enhorabuena es una excelente película”
JoseBarriga
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5 de marzo de 2010
35 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
- EN LA PREHISTORIA.

Neanderthal: ¡Está nevando! ¡Vamos a refugiarnos en esas cuevas!
Poppy: Ay, noooooo. Con lo bonita que es la nieve. ¡Quedémonos aquí desnudos y juguemos a hacer figuras!

- EN LA ANTIGUA ROMA

Cortesano: ¡Nerón va a quemar Roma! ¡Vamos a cargárnoslo!
Poppy: Ay, noooooo. Si es un gordito simpatiquísimo. Lo que pasa es que el pobre no es feliz. ¿Porqué no le regalamos una lira nuevecita? ¡Seguro que le encanta y no quema nada!

- EN LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Revolucionario: ¡Los nobles nos oprimen! ¡Vamos a guillotinarlos a todos!
Poppy: Ay, noooooo. Pobrecitos nobles, si total no han hecho nada. Además ¿qué tienes contra el régimen absolutista? ¡Si es muy bonito que haya reyes y reinas con preciosos vestidos!

- EN ESTADOS UNIDOS, AÑOS 70.

Ted Bundy: ¡Debes alejarte de mí, Poppy! ¡Voy a violarte, descuartizarte y violarte otra vez y luego me haré pendientes con tus globos oculares!
Poppy: Ay, nooooooo. Vamos a aparcar en ese descampado solitario que hay allí, tan bonito que está ahora a la luz de las estrellas y me cuentas tus penas, ya verás que no es para tanto.

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¿Amélie a la inglesa? No nos confundamos.

Lo de Mike Leigh es puro veneno. Nos está diciendo a la cara que ser feliz sólo es posible si:

- Somos idiotas.
- Renunciamos a la posiblidad del cambio.
- Anulamos todos nuestros instintos de supervivencia.
- No sabemos decir que no.

Por lo que se deduce que la felicidad de Poppy es una pura mentira, una utopía, ya que su historia no hace más que subrayar el hecho de que ninguna Poppy en este mundo sobreviviría más allá de los cinco años, por pura lógica.
Neathara
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2 de octubre de 2008
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Happy-go-lucky" viene precedida por las referencias al tono cómico de su propuesta en tanto y cuanto Mike Leigh no suele darnos mucho espacio a las carcajadas más aún viniendo de dos potentes dramas como "All or nothing" y "Vera Drake" pero encuentro que la resumida aquí como "Happy" encierra todavía buenas dosis de esa, digámoslo así, tristeza social a la que recurre Leigh habitualmente. Porque aquí se trata de, en parte, poner a una persona probablemente exageradamente feliz, casi anormalmente superfeliz diría yo, contra las cuerdas de lo que le rodea y lo que indirectamente genera de negativo con su actitud ante la vida. Esto podría ser considerado tal vez un remedo de ese mensaje tipo "Amelie" pero pronto queda claro que Leigh ya hacía películas cuando Jeunet no era ni mayor de edad y se va por su tangente, la de su estilo, libérrimo y personal que acaba otorgando al film un aire deliberadamente sutil y reflexivo, fragmentado en escenas que individualmente funcionan como un reloj suizo, que tal vez no estén todo lo bien enlazadas que podría ser globalmente deseable pero que conforman este camino secuencial dispar y finalmente atractivo aunque solo fuera porque da un terreno y un tempo fantástico a las interpretaciones de su elenco de actores (formidable Sally Hawkins pero no menos apreciable Eddie Marsan como profesor de autoescuela en permanente cabreo con el mundo). Leigh baja un poco el listón de sus grandes obras anteriores pero sigue en plena forma.
Vargtimmen
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25 de noviembre de 2008
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que el cine del británico Mike Leigh me mola; no recuerdo ni una sola de sus películas que no me haya dejado algún recuerdo bueno, especialmente Secretos y Mentiras y Vera Drake, pero en Happy-Go-Lucky se nos pide un esfuerzo demasiado grande: soportar a esa flor rara, Poppy, durante casi dos horas, supone un enorme trabajo de contención de mentes como la mía, permanentemente expuestas a un cabreo casi continuo con un mundo tan asquerosamente imperfecto. Por eso, el optimismo y la felicidad que el personaje de Sally Hawkins irradia a cada paso confunden, uno no sabe si está ante una de esas afortunadísimas personas que lo ven todo color de rosa o realmente a esta señorita padece una grave psicopatía que le hace comportarse como una Amelie esquizoide adicta al PCP.
La peli, aún así, mola, sobre todo porque hay un contrapunto al "buenrollismo" de la prota, personificado en Scott, el eternamente cabreado profesor de autoescuela (dudo que haya alguien que ejerza tal profesión que no lo esté), lo que forma una dialéctica en la que se enfrentan esas visiones tan opuestas del mundo. También me gusta el hecho de que pase poco, que realmente no haya una trama "ad hoc", y todas las pelis que vayan en contra de nuestro deseo de que constantemente pase algo, de la inmediatez de las acciones, me ponen.
Leigh, como buen director y guionista, que lo es, aprovecha las peculiaridades de sus personajes para mostrarnos lo que creo que le interesa, que es una especie de cine social (no tan directo como el de Loach, sino de una manera mucho más rebuscada), en el que se hacen críticas veladas al racismo, la familia, el sistema escolar, etc, etc.
Tanto Sally Hawkins como Eddie Marsan están excepcionales, y ambos repiten con Leigh tras haber coincidido con él en Vera Drake.
babayu
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