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Simiosis

Comedia Harry Walter es un escritor frustrado, un pésimo trabajador y encima le es infiel a su mujer. Un día decide refugiarse en un pequeño estudio para alejarse de las distracciones y pasar los próximos meses escribiendo su gran novela. Pero poco después de mudarse descubre que no es el único inquilino. Allí se encuentra con un simio desvergonzado que acabará haciéndole de musa y ayudándole a encontrar su propio estilo literario. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
21 de marzo de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los delirios de James Franco haciendo sus primeros pinitos en la dirección, puestos en escena de la mano de un supuesto simio en esta extraña, absurda y a la vez entretenida comedia independiente rodada con escasos medios materiales y económicos que trata sobre Harry Walker, un joven escritor frustrado encarnado por el propio James Franco que, desesperado por la total ausencia de paz en su hogar para encontrar la inspiración necesaria para poder escribir, decide marcharse temporalmente a un apartamento de alquiler que le permita aislarse de cualquier tipo de alboroto o compañía no deseada. Una vez instalado allí y ya lejos de su mujer e hijo, se encuentra con una surrealista sorpresa: no es el único inquilino del apartamento, pues en el habitáculo también reside un simio que cuenta con la fantástica capacidad no sólo de hablar, si no de comportarse como cualquier ser humano.

El aspecto del fingido simio dista mucho de una cuidada recreación, presentándose el mismo como un tipo cualquiera que se ha enfundado el traje a las órdenes del director de la cinta, hecho que más que un descuido delata la absoluta indiferencia de James Franco respecto a lo dicho. El director quiere que nosotros veamos a un mono y, aunque su aspecto sea indigerible, el espectador no es tonto y sabe lo que se intenta transmitir. A vueltas con los primates, comentar que entre escenas aparecen los mismos y auténticos monos que hacen presencia en los créditos iniciales de la película, que sirven para acompañar algunas frases célebres del mítico novelista ruso, Fiódor Dostoievski, personalidad de la que se sirve el argumento para explicar algunas de sus escenas. La presencia de Dostoievski es tan fuerte que incluso el personaje protagonista, Harry Walker, lleva consigo a su apartamento un portentoso retrato del escritor, estando el rostro del cuadro presente en multitud de escenas de la película.

Al ser esta una cinta de cine independiente, debemos comprender no sólo las grandes limitaciones a las que se debe enfrentar el equipo para su producción -tales como todos los medios materiales y económicos con los que debe contar- sino también el papel que este tipo de cine desempeña en lo que respecta a la experimentación de nuevas formas de hacer películas, siendo fundamental el papel creativo del director de las mismas. En este caso, James Franco apunta maneras y no en vano el filme le ha servido de base para seguir dirigiendo sin tener que dejar de lado una gran calidad como actor que seguro nos deparará próximamente sorpresas, pues considero que hasta el momento y salvo excepciones, ha sido injustamente tratado, siendo relegado a papeles secundarios o como mucho dándole el máximo protagonismo en películas de categoría menor.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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15 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas películas se gestan a través de una ocurrencia. De un desvarío, de una chaladura, de una imagen onírica estando despierto que cruza vueltas entre el ingenio y la absurdez. Al cabo de insuflar ideas, matices y combinaciones a esa ocurrencia, el germen crece cual semilla que acaba por echar grandes y fuertes raíces. El cine de James Franco como director y guionista parte de dicha consideración, y resultaría inevitable señalar, incluso subrayar, que una película como Simiosis, su ópera prima, obtuvo su razón iniciática de ser a través de la virguería más surrealista de una ocurrencia. Si bien se puede anticipar que sus primeras pinceladas se deslizan entre arenas movedizas, el cáliz nostálgico que incluye Franco como contrapunto resulta decisivo para asumir el interés de estos primeros pasos.

De recibo se anticipa que su planteamiento puede resultar ilógico o inmaduro, pero las capas de cebolla caramelizada que presenta Franco y que se van despiezando con el devenir del metraje atisban una voluntad por hacer, de un argumento disparatado e insólito, un ensayo sobre la pérdida de rumbo, el ostracismo creativo y la necesidad de un empujón que nos guíe a la superación. Ensayo, junto con arte, es algo que el joven realizador ha tenido muy en cuenta desde sus orígenes tras las cámaras pues, desde su concepción hasta sus planteamientos cinematográficos, nos encontramos ante un cine descaradamente independiente, que va sin rumbo o que simplemente toma una ruta alternativa, impulsivo y epiléptico destinado a aquellos que abrazan el espíritu más transgresor, arriesgado y alternativo de la vida.

James Franco, junto a su habitual colaboradora en el guión Merriwether Williams, hace uso de la comedia libérrima y desatada de esquematismos para trazar una parábola entre el hombre, bloqueado y hastiado ante su imposibilidad artística, y el simio, que posee unos atributos de inteligencia, autocrítica y cinismo superiores. Pese a que su propuesta podría haber caído con mucha facilidad en el cliché discursivo entre los aspectos evolutivos existenciales, el actor prefiere con acierto no enmarañarse en acalorados debates y tan solo se acerca a dichos aspectos rozando la superficie, mientras intenta profundizar mucho más en el hueso de la fatalidad rutinaria de un hombre ordinario, infiel, improductivo y hastiado de su trabajo.

Pese a estar lastrado en conjunto por coletazos y agujeros narrativos, así como por la búsqueda de un humor demasiado forzado por momentos, el filme se crece cuando reflexiona severamente sobre los aspectos ideológicos del escritor Fedor Dostoievski, que no solo sobrevuelan el ambiente y el guión sino que también se representan de forma visual –nuestro protagonista se aísla en un apartamento para poder inspirarse y, para ello, se lleva un enorme cuadro con el rostro en primer plano del novelista ruso-. Con ello, se traza una evidente comparativa analítica entre el hombre joven, desfallecido y solo ante la inmensidad, y la sociedad contemporánea, que le arrastra a ese arrinconamiento social y cerrazón ajena. Ello sumado al lúdico encorsetado empático que se traza entre hombre y simio –entiéndase un actor dentro de un disfraz evidente y barato- acaba por sitiar los flancos de una alegoría equidistante y descacharrante, que por insólita se reafirma en su autenticidad.

Mención a subrayar, para terminar de apuntillar los estilemas que rigen el estilo de Franco como director, son sus títulos de crédito iniciales, en un guiño homenaje al Dogma 95 y a la necesidad de componer historias a través de rastro humanístico despojado de ediciones de imprenta, abalorios y ornamentos. Ese espíritu de rebeldía solo se puede descubrir, y así pues entender, a través de nuestro origen más primitivo. Y, por extensión, primate.

Crítica para www.magazinema.es
@WeisGuerrero @MagaZinema_
Weis
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