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Té y simpatía

Drama Un grupo de alumnos deciden reunirse años después de acabar sus estudios. La presencia de Tom Lee sorprende a sus compañeros, porque siempre fue un chico solitario, tímido y retraído cuyos gustos se apartaban bastante de los de sus compañeros. La única persona con la que se sentía a gusto era Laura Reynolds, la mujer del profesor de deportes y ama de llaves de la residencia donde Tom se alojaba. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
18 de septiembre de 2009
35 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querida Deborah:

Probablemente nunca pulse el botón de enviar de esta crítica. Probablemente ni siquiera debería escribirla pero soy impulsivo, ya lo sabes, y me siento impulsado a escribirla.
Tal vez en la fría luz de la mañana, la elimine si el servidor me lo permite. No lo sé. Deborah, cariño, acabo de ver tu película, la adaptación de la obra de teatro con la que triunfaste en los escenarios americanos, sobre los días en los que seduces a un estudiante para demostrarle que no es homosexual, que sus compañeros no tienen razón porque no le guste el béisbol, la gimnasia o beber cerveza y le guste la poesía, la música y hacer punto.
Esa película no hablaba sobre nosotros, pero me da lo mismo.

Es una película preciosa, tierna, romántica y conmovedora, y en el que apareces por enésima vez como una santa. Pero, Deborah, esa no es toda tu imagen ni tampoco la verdadera imagen. Robert Anderson tuvo que poetizar tu error por problemas con la censura y no lo analizaste con lucidez cuando escribiste esa carta cargada de moralina y castigo divino.
Al final de la historia, el que fue antiguo alumno, lee tu carta y se cree todas las mentirijillas que le contaste: el marido acabó con su vida destrozada y tú, Deborah, fuiste castigada con tu pecado. Estás muy equivocada, Deborah. Como sabes, desde tu encuentro furtivo volviste a pecar. Después de aquella tarde de pasión, que resuelve de manera tan sensible con esa elipsis Vincente Minnelli y ese memorable “Be Kind” que podría traducirse como “Suavecito y por delante maricomplejines, que no estamos en la saga ‘Animal Trainer’ de Rocco Siffredi”, y aparentar que no había pasado nada.

Te estoy escribiendo cosas terribles, Deborah, sobre la culpa, el bien y el mal. Pero ya tienes edad para saber que cuando se te tiras un pedete dentro del agua de la bañera se producen ondas cada vez más amplias. Siempre hay consecuencias. De todas maneras, Deborah, a menudo me he preguntado si no demostré una falta de fe en ti, en tu capacidad para enfrentarte a una crisis por ti misma y superarla sola.
Dicen de las experiencias traumáticas que si no nos matan, nos hacen más fuertes. Tuve miedo de que aquella acabara contigo.

Querida Deborah, me alegré mucho leer que te habías casado por cuarta vez y que vas repartiendo tu té y simpatía a diestro y siniestro.
Que tengas una vida feliz, una vida llena, una vida comprensiva.
Relata todas tus historias, historias auténticas y sin pelos en la lengua (en revistas del corazón y que te paguen).
En una cosa acertó tu amante con su libro: el espectador siempre conservó su afecto, por la historia de ese muchacho nostálgico y aquella mujer que sólo podía ofrecerle té y simpatía, en algún lugar de su corazón, con esa inolvidable sonrisa, Deborah, con esos recuerdos y emociones que crecen dentro y nos ahogan. Como esos relatos arrugados en viejas hojas de papel manchadas (y no seas mal pensada que te conozco).
Maldito Bastardo
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17 de octubre de 2009
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama intimista de Vincente Minelli (1903-86). El guión, de Robert Anderson, adapta su obra de teatro “Tea and Sympathy” (1953), de gran éxito en Broadway. Se rueda en escenarios naturales de CA y en los platós de MGM Studios (Culver City, CA). Producido por Pandro S. Berman para MGM, se estrena el 27-IX-1956 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en Nueva Inglaterra, en el exclusivo Colegio Chilton, un internado privado para muchachos estudiantes de bachillerato. Narrada en un largo flashback, el presente narrativo se sitúa en 1956 y el presente del flashback en 1946, después de la IIGM. Laura Reynolds (Kerr), esposa del director del centro y profesor de deportes, Bill Reynold (Erikson), hace las funciones de ama de llaves o gobernanta del centro. Siente especial simpatía por el alumno Tom Robinson Lee (Kerr), de 17 años, porque le recuerda a su primer marido, que murió en la IIGM. Tom es retraído, introvertido, aficionado a la poesía y la jardinería, sensible e inseguro. Laura es refinada, discreta y afectuosa. Herb (Andrews), padre de Tom, es viudo, convencional y estúpido.

El film suma drama, crítica social y homofobia. Explora con agudo sentido crítico los estereotipos perversos de la sociedad americana de posguerra y los prejuicios que mantiene en relación a lo que es masculino y lo que es femenino. Los cambios de valores en relación a las tareas propias de la mujer y los cambios esenciales de su comportamiento que se operan durante la guerra, cuando la mujer sustituye en sus tareas a los hombres movilizados, provocan tras la finalización del conflicto bélico un movimiento de reacción que se manifiesta ampliamente, si bien con niveles variables de encono e intolerancia. Exaltan la superioridad e importancia de las virtudes que se postulan como propias del varón: ostentación y uso/abuso de la fuerza bruta, práctica de deportes atléticos (fútbol), afición a las borracheras, ausencia de manifestaciones sensibles y compasivas, conductas descaradamente machistas, desprecio de las virtudes consideradas femeninas, marginación y exclusión social de los varones sospechosos de homosexualidad, de los aficionados a tareas tachadas de impropias del varón (lectura, cocina, decoración de interiores, jardinería...) y de los dotados de rasgos de personalidad no viril (sensibilidad, amabilidad, tolerancia, comprensión...).

La arbitrariedad de los rebrotes machistas de la posguerra se pone de manifiesto en base a las contradicciones internas de algunos de sus postulados básicos (desprecio de la mujer e imperativo de matrimonios jóvenes: de 18 a 20 años para la mujer y de 20 a 22 años para el hombre), la asociación de signos externos masculinos con transgresiones sociales de aparente rechazo general (sexo prematrimonial, extramarital, de pago...), la novedad de algunos de sus principios (burla de lo femenino), la sinrazón de algunas propuestas (superioridad de la fuerza bruta sobre la habilidad y la inteligencia), etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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30 de septiembre de 2008
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Lee acude a una reunión de antiguos alumnos. Todos le miran con asombro y se cuchichea entre ellos una sola frase: "No entiendo cómo se ha atrevido a venir". Tom Lee nunca encajó demasiado bien con sus compañeros. Un flashback nos explicará la razón.
Tom es una persona educada y sensible, una persona totalmente desubicada en un ambiente estudiantil ruidoso y grosero con el que no puede identificarse en absoluto. A sus compañeros les apasiona el deporte, beber, excederse en todos los sentidos y, más importante aún, jactarse ostensiblemente de todo ello. A él, tímido y solitario, sin embargo le atrae la música y la tranquilidad, algo imperdonable en tal ambiente.
Tom se alojará, con otro estudiante, en la casa de uno de los profesores y su esposa. Este profesor es un espejo de masculinidad donde los estudiantes tratan de reflejarse. Su esposa es una mujer sensible que acogerá a Tom. Mientras que los estudiantes suelen salir de excursión con su marido, el solitario estudiante prefiere quedarse con ella y sus amigas. Empiezan a correr los rumores de su posible homosexualidad por todo el campus.
Recibe diversos ataques de sus compañeros, de los que tan solo es defendido por la comprensible esposa del profesor.
Una carta nos dará la clave de muchas cosas, de subterraneos sentimientos, de soledades compartidas y de vacios provocados. Los recuerdos de Tom Lee le llevarán a un tiempo en el que su corazón solitario tan solo albergaba la débil esperanza de ser acompañado con un poco de té y simpatía.
Movie Bicho
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3 de octubre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si un hombre fuma, bebe, es pendenciero, irrespeta a las chicas, juega al fútbol, corre en autos o en motocicletas, manifiesta homofobia… y apenas sabe coger la cuchara para llevarse la comida a la boca, ¿es muy viril, muy hombre? Lo que yo creo es que juega a ser macho, y en algunos casos, ésta no es más que una máscara para ocultar incompetencias, o en otros casos, inclinaciones que pugnan por salir a flote… y en ocasiones lo logran, aunque “nadie” se entere.

Si un hombre es abstemio, pacífico, sabe remendar su ropa, es cortés con las damas, prefiere la música clásica al fútbol, respeta plenamente la esencia de cada persona… y es capaz de cocinar para sí mismo o para otros, ¿es homosexual, un gay? Lo que en mi profesión he comprobado es que, un hombre de este estilo, se valora tanto a sí mismo como a los demás, que por eso cuida de su propio ser, comparte, se vuelve independiente, y vive la vida a plenitud, sin jugar a las apariencias y siendo, él mismo, con la más plena autenticidad... y de una cosa se puede estar seguro: Nunca le verás entre grupos de hombres que se van muy juntitos al estadio... o que salen de pesca sin mujeres a bordo... o que buscan a las chicas solamente en los burdeles. Ellos, saben conquistar, y se verán con frecuencia muy bien acompañados, pues, resultan muy atractivos para las mujeres de verdad.

Algo así, es lo que ocurre con, Tom Lee, el joven de 17 años, estudiante del internado Chilton, quien por actuar casi exactamente como el segundo Hombre que describimos, es calificado de sister boy (damisela) y ridiculizado por sus impertinentes condiscípulos... y el profesor de educación física, y aún su propio padre, también lo verán como una suerte de desadaptado al que hay que enderezar o sacar del camino. Pero, al avanzar el proceso, se irán transparentando las personalidades, y quizás, pronto entenderemos que las firmes palabras de la señora, Laura Reynolds, tienen mucho peso: “La hombría es mucho más que decir vulgaridades, fanfarronear y escalar montañas. La hombría también es ternura, delicadeza y consideración”.

Obra de gran éxito en Broadway, estelarizada por, Deborah Kerr, John Kerr (sin parentesco), y Leif Erickson, al momento de ser llevada al cine por, Vincente Minnelli, se contó con un guión escrito por el propio autor, Robert Anderson, y el trío protagonista retomó los roles con los que fueran tan aplaudidos en las tablas.

Deborah Kerr, logra aquí una de las mejores actuaciones de su carrera, dando vida a una mujer empeñada en demostrar que la hombría no es aquello de lo que muchos se jactan y pregonan, y en cambio, Sí es lo que muchos ejercen con humildad y respeto. Su rol enaltece a las mujeres al dar cuenta de su sensibilidad, su carácter y su claridad ante la vida. Lástima ese forzado final de castigo impuesto por la obtusa censura que, Minnelli, tiene que reflejar con la carta que un día se descubre, pues, para nosotros, Laura Reynolds se merece toda la dicha del mundo.

Contra todo, <<TÉ Y SIMPATÍA>>, es un filme muy cálido, bellamente realizado, y con un conjunto actoral que logra demostrar que sus personajes los han sacado del alma.
Luis Guillermo Cardona
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17 de agosto de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espléndido melodrama, adaptación de la obra teatral homónima de Robert Anderson -que realizará el guión- y estrenada en Broadway por los mismos protagonistas tres años antes, en 1953, donde se narra la triste experiencia universitaria de un muchacho inteligente, sensible y solitario que solo encuentra consuelo en la mujer del profesor de deportes y ama de llaves de su residencia. Relato sobre el acoso, la homofobia, el gregarismo y la estupidez en la masculina América de 1946, cuenta con una extraordinaria dirección de actores en una exquisita actuación –¡fueron tantas¡- llena de matices de Deborah Kerr – observen cómo es capaz de expresar a un tiempo simpatía, piedad, amor, deseo, nostalgia o incluso ambigüedad hacia el muchacho- muy bien acompañada del joven John Kerr -ninguna relación familiar entre ambos- en el papel del sensible y torturado muchacho. Rodada en un espléndido cinemascope, formato que enamoró a Minnelli –decía que más que alargar la pantalla le ahorraba la parte de arriba y abajo-,el maestro norteamericano supo hacerla, pese a su origen teatral, completamente suya mediante largos y elegantes planos y, al tiempo, imperceptibles movimientos de cámara que ahondan en la psicología de los personajes sin renunciar a una medida puesta en escena donde los escenarios, objetos o colores guardan una función dramática fundamental. Melodrama de madurez de Minnelli, nos sigue pasmando su enorme capacidad de observación, los diálogos de altura y la detallada planificación, con escenas de una violencia soterrada casi insostenible. Magnífica película.
Gould
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