La casa del horror

“Hace 75 años, el 17 de diciembre de 1927, se vio por última vez uno de los últimos filmes de Lon Chaney, “Londres después de medianoche". Aunque la crítica fue variada, el público acudió en masa para ver el filme.
De las 10 películas que hizo Lon Chaney con el director Tod Browning, “Londres después de medianoche" demostró ser la de mayor recaudación.
A mediados de los años 60, la única copia conocida sobreviviente de "London after midnight", era destruida en un incendio haciendo de esta una de las más buscadas películas "perdidas" de la era del cine mudo. Lo que usted verá es la más cercana representación de lo que vio el público en los cines en 1927”.

Así se inicia la versión de la Turner Classic Movies realizada mediante diaporamas, aunque entrar a valorar una reconstrucción y conato de lo que fue una película perdida se encamina hacia lo subjetivo o la intuición. Nada que ver con otra de las pérdidas capitales del séptimo arte (“Avaricia”), donde quedaban muy claras las intenciones y el arte de Erich von Stroheim.

Cuentan los que vieron el filme de Tod Browning que no era nada del otro mundo y remiten a su remake posterior (“La marca del vampiro”). Aunque todos coinciden en indicar que lo mejor es la caracterización vampírica de Lon Chaney, con esas molestas y diabólicas mandíbulas.
Yo estoy de acuerdo con ellos, “Londres después de medianoche" o “La casa del horror” resulta interesante y con su lugar en la historia por inaugurar el cine de vampiros norteamericano y tener ese aire de culto por haberse perdido en un incendio.
Del resto, el buen cine y el talento de Browning, a la libre elección del consumidor.

Lamentablemente solo existe la versión reconstruida en base a diaporamas por la Turner Classic Movies que se dio el 31 de Octubre del 2002, en la noche de Halloween. Esta versión, de 46 minutos y fracción, deja un amargo sabor en la boca de que falta parte importante del original para explicar completamente la historia. En resumen, un juego de hipnotismo, con un supuesto suicidio al inicio de la película y que cinco años después se transforma en un verdadero misterio. ¿Asesinato, vampiros? El investigador Edward Burke (Lon Chaney) será el encargado de resolver el enigma (por lo menos en la reconstrucción lo intenta). Browning hizo un remake, 'La marca del vampiro', pero con una variante más cómica del final.
Con Avaricia, una de las joyas del cine que han sido remasterizadas al no existir sus originales (por lo menos en esta última existe parte importante de la misma).

De paso, quiero felicitar a Maldito Bastardo por sus excelentes y agradables críticas.

La abandonada Casa Balfour, cuyo propietario fue encontrado muerto cinco años antes, vuelve a la vida con la llegada de dos inquilinos sospechosos y de aspecto siniestro.

Sería injusto calificar la obra de Browning por la reconstrucción existente. London After Midnight logra ser referente a pesar de su pérdida. La caracterización de Lon Chaney es terrorífica, una pena no poder disfrutar de su talento aquí, una de sus últimas colaboraciones con el director.

Buena entrada de Browning en el terror fantástico.

Lo que me gusta de FA es la posibilidad de ir conociendo cada vez más películas. Ya sea por los enlaces en los nombres de los participantes, por almas gemelas o amigos, o por críticas desconocidas. Lo uso por eso. Pero más de una vez se presenta el dilema del sistema de votación. ¿Como califico con el mismo sistema una película de 3 horas y un cortometraje? ¿Un documental o una ficción? ¿Una película o una serie?
En fin... Yo las califico para eso, para recibir más recomendaciones y descubrir más cosas.

Pero este caso creo que es el más raro de la historia a la hora de votar. Este montaje de fotos con "cierto movimiento", historia por momentos inconexa, zoom a la cara de Lon Chaney con su macabro maquillaje mientras suena la música terrorífica. Y todo a las 2:30 a.m. Si que fue una experiencia extraña.

Obviamente si la película hubiera sido concebida así, la nota sería muy inferior por obvias razones. Pero a la vez, tampoco podemos celebrarla basándonos en lo que nos imaginamos que fue. Lo que pensamos que habrán querido hacer. Y lo peor de todo es que para estas alturas ya no debe quedar nadie a quien preguntarle que es lo que vio en el cine allá por el 27.

Por lo tanto dejo la nota en la mitad. Es admirable que se hayan tomado este trabajo. Y es vergonzoso que ocurran estas cosas con el arte siendo tan posible que no sea así.

Una de las mayores preocupaciones a lo largo de la historia ha sido la de hacer frente al paso del tiempo, lograr que las grandes obras de la humanidad perduren y puedan ser admiradas en la posteridad. Desde las grandes maravillas del mundo antiguo, pasando por el Santo Grial hasta innumerables tesoros que yacen en los pecios de las profundidades del abismo.

En el mejor de los casos puede quedar constancia de la existencia pasada, que inmediatamente lo cubre con un halo de misterio derivado del hueco que deja su ausencia, pasando a ser ocupado por la imaginación y cierta dosis de curiosidad.

Esto mismo se puede aplicar al cine y a la inmensa lista de películas y bandas sonoras perdidas, en su mayoría pertenecientes a las primeras décadas del celuloide. En esa lista hay especialmente una que destaca, y no es otra que "London After Midnight", convertida en leyenda tras desaparecer la última copia en un incendio en 1967.

Lamentablemente no podemos valorar la obra más que a través de la excelente restauración llevada a cabo hace algunos años, pero a pesar de que no es más que una sucesión de fotografías sin la partitura original, podemos hacernos una vaga idea del contenido.

En ella Lon Chaney demostraba una vez más su capacidad hipnótica para la caracterización, doble en este caso, a la vez que Tod Browning planteaba otra de sus magníficas historias con toques de horror. El guión se conserva intacto, conformando una interesante mezcla de intrigas detectivescas y presencias vampíricas que son desenmascaradas con un contundente giro inesperado. Además nos muestra la fuerza visual de los maravillosos decorados y los trabajados maquillajes, pues se dice que Lon Chaney se colocó alambres en las cuencas de los ojos para conseguir esa mirada aterradora.

Aunque la crítica de la época no la coloca entre las mejores colaboraciones Chaney-Browning, el fallecido coleccionista Forrest J. Ackerman, el cual fue uno de los afortunados que pudo verla, sostenía que era una obra maestra. Esperemos que algún día se produzca el milagro y salga a la luz alguna supuesta copia oculta que nos permita contemplarla como se merece.