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Martín el gaucho

Western. Acción. Aventuras. Romance Año 1875. Tras la muerte de su padre, un poderoso hacendado de la Pampa, Miguel, decide regresar a su casa. Durante la fiesta que se celebra para festejar su vuelta, se entabla una lucha a muerte, en la que el gaucho Martín mata a un hombre que difama al nuevo patrón. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2010
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
En estos tiempos del cólera de las aglomeraciones, las prisas, el stress y los valores perdidos o desaparecidos en combate, personajes como Martín el Gaucho resultan algo así como "raras avis" incomprensibles desde nuestras ópticas actuales.

Un hombre que renuncia a su libertad para contraer matrimonio y darle a su hijo la legalidad de un apellido, resulta fuera de todos los conceptos comprensibles en este siglo XXI de nuestras oscuridades. Pero la Pampa argentina sigue estando ahí y aquel Martín Fierro versado por José Hernández aun persiste en el viento y en las nieves de los Andes, inmutable ante la modernidad que se extiende como plaga de langosta. Santo y seña de pampas y libertades. Paladín de resistencias frente a esa explotación que muchos llaman progreso.

He tratado de resumir brevemente un film de Jacques Tourneur que nos habla de la libertad y de su precio, y que lo hace desde la maestría de un director que entremezclando las realidades mas duras con los onirismos más esperanzadores consigue una obra excelente, sin espectacularidades, sin condiciones de obra maestra, pero con capacidad para despertar sensibilidades agonizantes.

Destacar la labor de un Richard Boone tan profesional como siempre, la belleza y el buen hacer de Gene Tierney y la idoneidad para el papel de un Rory Calhoun que iba de segundón, dado que la primera opción del reparto fue para Tyrone Power y que acabó demostrando maneras mas que sobradas para salir de un injusto anonimato.

Y en el sillón del dire, Tourneur, un director que me encanta. No perfecto - "nadie es perfecto" - pero sus diferencias con la perfección son menores que en muchos otros. Su forma de entender y de humanizar el cine, su forma de incorporar el color a la vida, atenuándolo hasta conseguir ese efecto onírico y ensoñador del que les hablaba. Se ha dicho que era capaz de sacarle partido a guiones deficientes. No es el caso, pero les aseguro que sin Tourneur el film hubiese sido otro y probablemente mucho más flojo.
FATHER CAPRIO
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10 de mayo de 2018
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film casi desconocido que justifica sus escasas reseñas en esta web, director infravalorado que cuando accedes a su filmografía, descubres un puñado de títulos fundamentales del cine fantástico (Yo anduve con un zombi), el “noir” (Retorno al pasado), el western (Una pistola al amanecer), o el cine de aventuras (El halcón y la flecha). “Martín, el gaucho” responde más al western que a otro género, la pampa sustituye a las praderas y los gauchos a los proscritos o cowboys, la fisicidad del paisaje condiciona y predispone a sus protagonistas, tiene la imaginativa extrañación de una historia muy recurrente (el amor perseguido), abstracción singular y sugestiva de unos materiales comunes al género (la rebeldía y la infatigable lucha por la libertad).

En principio debía haberla dirigido Henry King, pero tres día antes de comenzar se lo adjudicaron a Jacques Tourneur, un cineasta que impregnaba de su estilo todo encargo que recibía, su fuerza y personalidad de ejemplar economía narrativa sólo es patrimonio de los grandes clásicos. La anécdota del cambio de director no es gratuita, porque el tratamiento dado a la historia, a partir de la novela de Herbert Chids con guión de Philip Dunne, posee algunas características del cine de King, entre las cuales encontramos el sentimiento religioso, casi místico de Martín como denominador común de su vida.

Hay en el film la poesía furtiva, el presentimiento de lo inevitable, la lucha contra las fuerzas reformistas que pretenden cambiar la fisonomía de una tierra, la pampa argentina. Un trabajo temperado desde la propia idiosincrasia del actor elegido, Rory Calhoun, hasta la fotografía en su tratamiento del color, equiparada casi a un blanco y negro sin contrastes. La cinta se revela como un film interior, delimitado en su contexto social, Martín se opone al inexorable progreso y a la llegada de los extranjeros a través de una defensa acérrima de su propia individualidad.

El film participa de las líneas temáticas de los forajidos románticos, tipo Jesse James o Billy The Kid, donde no faltan las escaramuzas, cabalgadas y duelos a cuchillo, todo ello planea sobre los avatares del independiente gaucho, junto al folclore del país. El amor pasional encarnado en la belleza de Gene Tierney (Teresa), la persecución implacable del oficial Richard Boone (Salinas), la resistencia solitaria de Martín. Se trata de un estupendo film que no ha envejecido para nada, mantiene su calidad, su éxito escaso y su reconocimiento ínfimo, por lo que me permito reivindicarlo.
EL ALBATROS
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28 de octubre de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El Martín Fierro" es un poema narrativo modelo del género gauchesco, compuesto en dos partes por el argentino José Hernández. En la primera, "La ida" (1872), Martín Fierro es un gaucho de la pampa al que la injusticia social del contexto histórico lo lleva a un fortín militar de la frontera, del que deserta para convertirse en un fuera de la ley que vive entre los indios donde espera una vida mejor que en la "civilización". En la segunda parte, "La vuelta" (1879), cambia el perfil ideológico del personaje que trata de adaptarse a una sociedad que está evolucionando, ha superado su rebeldía rupturista para pensar ahora en la descendencia. Su carácter solitario, en cualquier caso, es consecuencia de la pampa que habita y de las injusticias que padece.
Sobre un esquema muy similar Herbert Childs compondrá su novela "Martín, el Gaucho" (1953), en la que a su vez está basada la cinta del mismo título que aquí nos ocupa y que tiene ahora como protagonista a otro Martín, Penalosa (Calhoun).
Estamos pues ante un argumento poderoso pero, como vemos, no del todo original. Excelente guion, fresco, sin apenas sombra de literalidad con relación a la novela, desarrollado a través de una dirección que combina con maestría momentos intensamente poéticos con otros de descarnado naturalismo.
Personajes rotundos como Martín que ama la libertad por encima de cualquier otra cosa pero dotado también de un profundo sentido de la justicia, "Mi padre te dio estudios como un privilegio, tus hijos estudiarán por tener derecho", "Busca un líder y si no eres capaz de encontrarlo selo tú" y es que corren malos tiempos para los gauchos proscritos.
O militares recios como el mayor Salinas (Boone), igualmente de criterio recto pero desde la perspectiva del soldado de frontera que desconfía tanto de los políticos, "Hasta los buenos toros dan crías enfermizas", como de los idealistas que castiga por "Malinterpretación voluntaria de la historia".
La parte sentimental corre a cargo de una mujer de la buena sociedad, Teresa Chávez (Tierney), ambiente que abandona por seguir a Martín. Es este el punto de inflexión que cambia la forma de ver las cosas del gaucho rebelde, "No levantes la libertad sobre la vida de otras personas". Es el paso de la ida a la vuelta en el poema de José Hernández. Perseguidos por la justicia intentan atravesar los Andes en dirección contraria a como lo hizo el general San Martín para lograr la independencia argentina. No lo lograrán y quedarán los dos, pronto los tres, a merced de las circunstancias.
Preciosos escenarios de la pampa sirven de marco a esta especie de western argentino tan original. Extensas llanuras donde "un hombre puede correr cientos de leguas en línea recta". Y caballos, carreras, persecuciones, caídas espectaculares ... hombres que se suben de pie sobre la grupa para atisbar en la lejanía. Boleadoras gauchas, trenzado de cuerdas, pueblos indígenas, avestruces de la pampa, llamas de los Andes, desiertos, nieves perpetuas ...
Una gran película con formas de western de frontera que nos permite conocer la forma de vida en estos inhóspitos territorios, personajes bien desarrollados, acción continua, momentos de gran intensidad poética, de drama, de tensión, excelente ambientación, paisajes, fotografía, colores apagados.
Numerosos extras que se mueven con soltura en las cabalgadas. Interpretaciones muy destacadas sobre todo en el caso de Calhoun y Boone, con un desenlace final a la altura de la obra.
Película, en suma, muy recomendable.
Lafuente Estefanía
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24 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho. Intenta reflejar fielmente qué es una Gaucho, cómo vivían y demás. Es cierto que abusa de la prolongación artificial de la historia de amor, pero debe verse como un guiño a la galería, una concesión para el espectador...
No veo que Tourneur tenga una voz tan propia fuera de su espacio natural, no sé cómo decirlo, pero su terreno natural no es este tipo de películas de aventuras...
ÁAD
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20 de abril de 2024
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Una auténtica joya del cine clásico. Dirigida por Jacques Tourneur, siempre camaleónico, imaginativo, versátil e igualmente dotado para la acción y la lírica visual.
La película es, a efectos prácticos, un western con ingredientes arquetípicos: el vasto espacio alejado de la civilización donde apenas impera la ley, los indígenas expulsados y masacrados, la disquisición sobre la libertad simbolizada en el gaucho a caballo, la dicotomía entre la pradera infinita y las alambradas, la dialéctica campo-ciudad; todo ello envuelto en una aventura magníficamente urdida.

Uno de sus puntos más destacables es haber sido rodada enteramente en la Pampa argentina, que además es el ámbito de la diégesis. En el último cuarto del siglo XIX, el Estado argentino pretendía expandirse de manera efectiva hacia el sur y el oeste, a través de la urbanización, el ejército y el ferrocarril. Es decir, un proceso histórico paralelo a la conquista del Oeste norteamericano, pero apenas llevado a la gran pantalla. Sin embargo, Tourneur se atreve y además mantiene un admirable rigor a la hora de escoger escenarios naturales y arquitectónicos en exteriores, dotando al conjunto de verosimilitud y, aún mejor, de una espléndida belleza cromática y espacial.

Las escenas de acción son vibrantes por el virtuosismo con el que fueron rodadas, la historia de amor resulta arrebatadora y el duelo personal entre el forajido y el perseguidor es de una nobleza moral insólita. Una última lectura histórica: a pesar de la sangre derramada y la aculturación, qué huella tan indeleble y fecunda dejó España en las posesiones de ultramar, y qué devastadores fueron los nuevos estados nacidos de la emancipación: capitalismo salvaje, persecución de indígenas, injerencia angloamericana, luchas fronterizas, golpes de estado, espadones, desigualdades económicas irresolubles, oligarquías corruptas.
“Martin el gaucho” es una película hermosísima e injustamente desconocida.
flecha
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