Jesucristo Superstar: Live Arena Tour

Extraordinaria adaptación teatral de esta magnífica e intemporal "ópera-rock" de Andrew Lloyd Webber.

Todos los cantantes están soberbios en sus papeles, ajustándose casi milimétricamente a la versión cinematográfica de la obra, aunque con sus propias personalidades y peculiares voces. Jesús (Ben Forster) y Judas (Tim Minchin), fantásticos en sus papeles, tienen un elevado y muy equilibrado peso específico en el libreto, tal como debe ser en este clásico del musical. Cabe destacar la actuación de Melanie Chisholm (Melanie C, componente del grupo "Spice Girls") que borda su rol de María Magdalena (la verdad es que desconocía su potencial lírico...).

Además, la puesta en escena está perfectamente actualizada a los tiempos que corren.

¡Todo un lujo!

Jesus Christ Superstar- Live Arena Tour es un regalo. Un regalo para los fans del musical y de las cosas bien hechas.
Esto es más o menos lo que Stage Entertainment tendría que haber hecho en España cuando repuso la obra en 2008. Aun contando con un escenario más limitado, tendría que haber sido algo así. Más oscuro, más espectacular, más currado, más grande. Más como fue esta representación. La emotividad que desprende la obra, con los discípulos convertidos en "indignados" post 15-M, con Jesús perseguido y acosado por abogados y jueces, con Herodes convertido en presentador de TV, con las redes sociales y los medios de comunicación copándolo todo... esa emoción es inmensa. Qué espectáculo tan bello y tan emotivo. Qué brillantez en la puesta en escena, los bailes, las voces, la escenografía. Todo. Es, como diría Enrique Iglesias, casi una experiencia religiosa. Y nunca mejor dicho.
Admírense de la capacidad vocal de Melanie Chisholm, ex-Spice Girl, y de cómo es además la mejor actriz de los principales y la que mas trabaja su expresión corporal y facial. Porque si hay algo que se le puede criticar a este montaje, sobre todo en su primer acto, es la cierta inexpresividad de los cantantes, especialmente grave en los casos de Ben Forster y Tim Minchin. Pero hay que perdonarlo porque la cosa mejora mucho en el segundo acto y porque todo es tan monumental (y Forster y Minchin cantan tan bien) que no queda sino rendirse una vez más a los pies de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice por haber creado algo tan sublime.
Superstar, ahora y siempre.

Lo mejor: La modernidad bien entendida del espectáculo, el escenario y el soberbio trabajo vocal de todos los actores, principales o coro. Todo, básicamente.
Lo peor: Los principales son más cantantes que actores, pero esto es algo que pasa en prácticamente todos los musicales.

La música y las canciones de la ópera Rock "Jesucristo Superstar" son fantásticas. Una de las mejores, si no la mejor obra de Andrew Lloyd Webber.

En este caso, el montaje que realizan para su representación en el O2 de Londres resulta muy fresco y actualizado a los tiempos que corren, trasladando a Jesús y a sus apóstoles a una especie de grupo de jóvenes antisistema, indignados y revolucionarios. Igualmente interesante es la transposición de los fariseos a banqueros y especuladores financieros. En ese sentido, el montaje y la actualización de la puesta en escena es bastante notable.

El problema viene con los intérpretes. Me centraré en los tres principales, esto es, Judas, María Magdalena y el propio Jesús. Los tres tienen un registro lírico muy limitado. Los tres confunden cantar bien con gritar. Se les nota mucho ese estilo de cantante moderno, rollo OT, que se caracteriza por la ausencia total de matices en la voz, de gusto interpretativo y de capacidad de interpretación.

En el capítulo de "acting", los tres demuestran una carencia absoluta de tablas: una nula capacidad de interpretación y de transmitir ningún sentimiento a lo que hacen. Judas, en este caso, se lleva la palma, con un paso por la escena hierático y como ausente. Sin ninguna expresión corporal, se limita a estar como un palo en todo tipo de situaciones.

Entre eso y que el espectáculo está bastante acelerado para reducir la duración de la obra, pues tenemos un montaje (en mi opinión, claro), completamente fallido... pese a algunos elementos que sí son notables.

Es una pena lo que le viene sucediendo a esta ópera rock. Alcanzó la perfección con la película (ya ajadilla), de los 70... y luego los sucesivos (y escasos, comparados con el resto de obras de Lloyd Webber) montajes que han realizado no acaban de hacerle justicia a este extraordinario musical.