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El baile de las locas

Thriller. Drama París. 1885. Eugénie, una mujer joven y apasionada descubre que tiene el poder especial de oír a los muertos. Cuando su familia descubre su secreto, la llevan al hospital Pitié Salpétrière, una clínica neurológica dirigida por el famoso profesor y pionero de la neurología Dr. Charcot, en la que se internan mujeres diagnosticadas de histeria, locura, epilepsia y otras enfermedades mentales. Su destino se entrelaza con el de Geneviève, ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
12 de septiembre de 2021
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un planteamiento romántico

Le bal des folles (The Mad Women’s Ball) comienza con el funeral de Victor Hugo, el máximo representante del movimiento romántico en Francia. Esto es una evidente declaración de intenciones. La ruptura con los convencionalismos, el rechazo del paradigma racional de la Ilustración y el interés por lo sobrenatural, la locura y lo onírico son algunos de los rasgos románticos que encontramos en el filme.

El primer acto de la película nos ofrece el retrato de la protagonista, Eugénie (Lou de Laâge), una joven de clase alta parisina, fuerte e independiente. Fuma, lee poesía y va a los cafés, lo que ya es toda una provocación. Pero, además, guarda un secreto. Puede comunicarse con los espíritus. No hace falta más para que su familia la interne en La Salpêtrière, el sanatorio donde las locas de París acaban sufriendo tratamientos inhumanos por parte del doctor Charcot (Grégoire Bonnet), el neurólogo que hace de las sesiones de hipnosis un espectáculo.

Eugénie llega justo en los preparativos del baile de Media Cuaresma en el que las internas se convierten prácticamente en monstruos de feria, terroríficos, pero también fascinantes para la burguesía biempensante. Pronto entabla relación con otras internas, maravillosas todas ellas. Y también con las encargadas, especialmente con Géneviève (Mélanie Laurent), cuyos principios racionales se tambalean al entrar en contacto con lo sobrenatural.

La novela de Victoria Mas en la que se basa la película es un auténtico bestseller en Francia desde su publicación en 2019. Ha recibido numerosos premios como el Renaudot des Lycéens. En España contamos desde hace pocos meses con la versión en castellano en la Editorial Salamandra.

*Una puesta en escena pictórica

Cabe destacar en Le bal des folles un diseño de producción cuidado al detalle. Tanto el mobiliario y la decoración como el vestuario nos trasladan al París decimonónico. La fotografía (Nicolas Karakatsanis) y el predominio de primeros planos casi pictóricos logran una atmósfera elegante y a la vez opresiva. Se representa con igual logro la formalidad de las escenas burguesas como el clima enrarecido del sanatorio. La música, con reminiscencias románticas, ayuda a subrayar los estados melancólicos o exaltados de las protagonistas.

*Una historia de terror donde lo que da miedo no son los fantasmas

Lo que parece comenzar como una historia de fantasmas da pronto un giro hacia el thriller donde lo sobrenatural pierde cuerpo. Los amantes del terror más clásico disfrutamos, con todo, de algunas secuencias muy sugerentes, con algún guiño a Los Otros (2001) de Alejandro Amenábar, así como de las sesiones de hipnosis del doctor Charcot, dignas de una película de exorcismos.

Pero lo que es incontestable es que en Le bal des folles lo que da miedo no son los fantasmas sino las personas. Las familias que repudian a sus hijas, los médicos sin escrúpulos y el sadismo de las enfermeras. El terror surge de la inhumanidad y la injusticia que sufren las internas y no de la locura ni de un más allá amenazante.

*Conclusión

Le bal des folles (The Mad Women’s Ball) es una película entretenida que aporta una reflexión sobre los estrechos corsés que la sociedad impone a las mujeres. Señala especialmente el trato que el cuerpo y la mente femeninas han recibido por parte de la medicina, con tratamientos inhumanos para trastornos inexistentes. Como la histeria, convertida en el cajón de sastre donde meter a toda aquella que no encajaba en lo establecido.

Le bal des folles sacrifica parte del protagonismo que la institución mental y el conjunto de sus internas tienen en el libro para centrar el foco en la relación que entablan las dos protagonistas, Eugénie y Genevieve. Con todo, la historia tiene buen ritmo. Engancha al espectador por las peripecias de la protagonista, la ambientación y el aterrador y fascinante mundo de las internas de La Salpêtrière.

Escrito por María Zapata Clavería
Cinemagavia
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26 de septiembre de 2021
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película basada en el libro del mismo nombre de Victoria Mas. No me he leído el libro así que esta crítica está únicamente basada en la película.

La película nos muestra unas prácticas que eran comunes en el siglo XIX mediante personajes y una historia ficticia. Una de las cosas más interesantes de esta cinta es la inclusión de Jean-Martin Charcot, un reputado neurólogo francés, sobre todo conocido por ser compañero de Guillaume Duchenne y maestro de Sigmund Freud. Por otro lado la historia se desarrolla en el Hospital de la Pitié-Salpêtrière, donde trabajaba Charcot. Sin entrar a valorar a la psiquiatría y la psicología como tal, creo que es innegable que para llegar al punto donde estamos se han utilizado prácticas del todo inaceptables. Esta película pone de manifiesto algunas de estas prácticas con nombres propios. *

Respecto a la película en sí no hay nada que pueda destacar para mal, pero me falta algo que no sabría decir que es. La ambientación, las actuaciones, la fotografía, la banda sonora y el vestuario son buenos. El guión es muy interesante y a mí sí me gusta esta mezcla entre historia y ficción. Pero por algún motivo me da la sensación de que se queda a medio camino. Me ha gustado, pero no todo lo que podría.

En cualquier caso, es muy recomendable. Le doy un 6 a la película como tal y un punto extra por atreverse a cuestionar a unos de los padres de la psiquiatría moderna.

* Hay que tener claro que solo es una película. Puede servir para introducirnos conceptos o personajes históricos que no conocíamos, no como medio principal de documentación.
Mankuku
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2 de octubre de 2021
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 17 de septiembre se estrenó en Amazon Prime Video, (tras retirarse Gaumont para su distribución en cines) la última película de la actriz, escritora y directora Melanie Laurent, cuenta el abuso sufrido por mujeres consideradas locas y encerradas en condiciones atroces  en el hospital Pitié-Salpêtrière de París en la década de 1880.

Nuestra protagonista es Eugenie, una joven de una familia burguesa en 1880 que está asistiendo al funeral de Victor Hugo en París, ella es inteligente y buena lectora, pero un poco rebelde. El error lo comete cuando  Eugenie les cuenta a su padre y a su hermano que puede comunicarse con los espíritus, Su padre alertado y preocupado por ver empañada la reputación de su familia, la ingresa en el hospital psiquiátrico, junto a mujeres consideradas histéricas, desequilibradas, retrasadas o epilépticas eran confinadas en el siglo XIX.

Sobrecoge las torturas que se cometían sobre las internas y desconocimiento total a las enfermedades cerebrales.

Una realidad sobre la sociedad patriarcal de la época a través de esta "heroína" que  busca su identidad y libertad, está interpretada magistralmente por Lou de Laage, que ya trabajo a las órdenes de Melanie Laurent en "Respira"(2014). La propia Melanie se reserva el papel de la enfermera que comienza a creer en ella, a entenderla y que intentara ayudarla. Otra directora y actriz reconocida es Emmanuelle Bercot que aparece como una sádica cuidadora.

Basada en la novela de Victoria Mass e inspirada en hechos reales, recrea la época con gran acierto acompañada de un trabajo de fotografía impresionante de Nicolas Karakatsanis, (Yo tonya, Cruella). 

El título viene de un baile que se celebraba todos los años en el hospital por iniciativa del doctor Charcot, que invitaba gente influyente de París para que contemplaran a sus pacientes como si de un zoo se tratara. Algunos estaban realmente enfermos, pero la mayoría estaban cuerdos y fueron internados a la fuerza por familiares por diferentes problemas.

Sobrecogedora e impactante película que recomiendo efusivamente.
Destino Arrakis.com
videorecord
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26 de octubre de 2021
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía muchas ganas de hincarle el diente a esta película, muy recomendada por una de mis mejores amigas, así que decidí verla con tranquilad y la verdad es que no está nada mal.

En la dirección y en el guion tenemos a la siempre interesante actriz francesa, Mélanie Laurent, de la que yo desconocía que ya había tomado las riendas en la dirección anteriormente también con la misma protagonista que aquí, la bella Lou de Laâge. Mélanie Laurent no sólo dirige y escribe parte del guion, como decía, sino que también tiene un papel fundamental en la película como jefa de enfermeras del hospital psiquiátrico parisino Le Salpetrière. La actriz es digna de admiración al llevar tanta responsabilidad adelante y creo que ha conseguido una película más que digna. Cocinada a fuego lento, hay que darle su tiempo, tenerle paciencia y disfrutar de cada detalle, gesto, vestido, luz, localización y nota musical que envuelve este trabajo.

Las actrices están inmensas, con una Laurent como nos tiene acostumbrados, o por lo menos a mí, que siempre he sentido conexión con ella como actriz desde que la descubriera en la película de Tarantino, "Malditos bastardos". Lou de Laâge está perfecta como esa chica de la alta burguesía parisina que es encerrada injustamente en este psiquiátrico por su tendencia a ver espíritus de muertos. Hace un trabajo encomiable y llena la pantalla cada vez que sale. Junto a ellas, unas muy interesantes Emmanuelle Bercot como una de las enfermeras más odiosas del hospital y Lomane de Dietrich como otra de las internas, simplemente encantadora. También destacar al atractivo Benjamin Voisin como hermano de la protagonista.

Merece muy mucho la pena y tiene sus momentos de dureza que nos dan qué pensar sobre el trato dado a las enfermas mentales en unos tiempos nada fáciles para la mujer en general.
Un saludo,
Tess
TESS
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9 de abril de 2022
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia contada como libelo cinematográfico a mayor gloria del mensaje panfletario para lo que se desacreditan personajes y acontecimientos recurriendo a la distorsión burda y rehuyendo el rigor que requeriría un asunto tan sensible.

A partir de un planteamientos de tintes foucaultianos sobre el institucionalismo, el hospital de la Pieté-Salpêtrière es presentado como una cámara de los horrores agitada por un “maddoctor” superchero, exhibicionista y lascivo que tolera y auspicia toda clase de iniquidades, desde la connivencia con el maltrato disciplinario y el abuso sexual ejercido por el personal sanitario a la desconsideración más explotadora e indigna sobre una cohorte de inocentes enajenadas: el doctor Charcot.

Jean Martin Charcot fue un eminente neurólogo, pionero de esta disciplina y acreedor de la primera catedra de Neurología de la historia, fundó el primer laboratorio de patología que incorporaba métodos adelantados como la microscopia y la fotografía. Solo en este ámbito sus investigaciones abordan enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, la neuropatía motora y sensitiva hereditaria, la ataxia motora, la enfermedad de Parkinson, el síndrome de Gilles de la Tourette, la Enfermedad de Charcot-Marie Tooth, la epilepsia, la afasia y la agnosia visuales.

Este es el principal y extraordinario aporte del francés al mundo de la salud. Únicamente en una posterior y breve etapa se dedicó a la psiquiatría, periodo, sin embargo, más aireado quizá por el reclamo que supone la frugal visita de Freud al psiquiátrico parisino (y que sirvió al psicoanalista para reinterpretar el origen de la histeria) así como el desfile de personalidades como Daudet, Mirabeau, Huysmans, Zola, Maupassant, Sara Bernhardt o Jane Avril (esta última como paciente) quienes contaron su experiencia sorprendente o crítica con el lugar, del que desde luego no podemos ignorar su tétrica condición decimonónica de manicomio-reformatorio-prisión.
En cualquier caso, los síntomas histéricos cuestionados en el film son hoy recogidos en el DSM-V (Trastornos de conversión) como déficits neurológicos que se presentan de manera involuntaria que afectan a las funciones sensomotoras, aproximación bastante cercana a la que Charcot postuló.

Desde luego, no parece que la Salpêtrière fuese un remanso bucólico y probablemente Charcot no se cateterizara por la delicadeza. A propósito, una semblanza de su adustez puede verse en el más fidedigno film “Augustine” (2012). ¡Estamos en el siglo XIX”! No descontextualicemos, porque justamente eso es lo que practica la nueva pedagogía -ya instalada en el cine- que al interpretar con juicios del siglo XXI los hechos pretéritos no esconde ignorancia, que tan bien en algunos casos, sino la decisión de deconstruir para reinventar según interpretaciones interesadas y oportunistas. ¡Estamos en el siglo XIX! Recordemos que aún diez años después de los acontecimientos narrados en la película la gente huía despavorida cuando un tren aparecía en la pantalla en trávelin frontal.

El lastre de esta perspectiva se resiente en un guion atascado en la reiteración del mismo mensaje a base de momentos que buscan lo efectista pero a los que sin embargo les falta vitalidad. Y también credibilidad, si la ciencia ha sido una añagaza del patriarcado para la dominación ¿cómo entonces se ha producido el progreso científico del que además se ha beneficiado la mujer? ¿Por qué un desvarío irracional como el espiritismo es presentado como una virtud mientras que el fenómeno histérico es concebido como una patraña estigmatizadora en manos del poder masculino?

De acuerdo, el cine no tiene militancia, el militante es el que empuña la cámara, pero es bueno para los cinéfilos, incluidos los filmaffiniteros, que el cine fuera inventado por los Lumière, de haberlo hecho Mélanie Laurent seguramente hubiese terminado en la Salpêtrière.
Pasable.
alvaro
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