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La estrella azul

Drama Años 90. Mauricio Aznar, un famoso rockero español recorre Latinoamérica buscando reencontrarse con su vocación dejando atrás el fantasma de la adicción. Allí conoce a Don Carlos, un anciano músico en horas bajas que, a pesar de ser autor de algunas de las canciones más famosas del folclore de su país, apenas consigue pagar sus facturas. Carlos acoge con generosidad al extraño visitante haciendo las veces de maestro Miyagi musical. De ... [+]
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
3 de octubre de 2023
47 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me animo a comentar esta película porque no ha habido nadie que lo haya hecho hasta ahora aquí y es de justicia. Y porque desde hoy entra a formar parte de ese póker musical reciente formado por Once de John Carney, Searching for Sugar Man de Malik Bendjelloul y Whiplash de Damien Chazelle que me han marcado.

Lo digo desde el principio: para mí fue la revelación del Zinemaldia (Festival de San Sebastián) de 2023. Ni Wim Wenders, ni Bayona, ni Erice, ni Fincher, ni siquiera la ganadora de la Palma de Oro (Triet) lograron lo que La estrella azul hizo: emocionarme y sorprenderme plenamente como espectador con una obra novel como esta.

La programaron en la sección "New Directors". ¡Qué corto de mira tiene que ser el equipo de selección del Festival para no haberla metido en la Oficial! Tal vez si el director se hubiera cambiado de sexo...

Al coproductor, Simón de Santiago, le ha caído la lotería, porque encontrar con un guion como este es "de esos guiones que lees pocas veces en la vida", afirmó en una entrevista en el Zinemaldia. Y doy fe que es así.

La estrella azul la pude ver en el Teatro Principal de San Sebastián. Y doy fe de que de las 33 películas que me comí, esta es junto con La sociedad de la nieve y Cerrar los ojos, las que obtuvieron una mayor ovación por el público. Dejo aparte, por razones obvias, las proyecciones donde el director y el plantel artístico estuvieron presentes en la proyección.

El novel Javier Macipe es zaragozano y, a pesar de ser su ópera prima, La estrella azul muestra una puesta en escena propia de un director maduro, sin ínfulas de cine de autor estomagantes, que sabe cómo dirigir a actores (de Goya Pepe Lorente y el que hace de su hermano, Marc Rodríguez); un cine lleno de veracidad y dramatismo, pero que como buen maño -al igual que Luis Buñuel- impregna la historia de una socarronería que te hace amar a los hermanos protagonistas.

Pepe Lorente interpreta a Mauricio, un rockero de los años 90. La escena inicial es tan buena que no sabes a ciencia cierta si ese que está subido en el escenario pertenece o no a una banda de rock auténtica, si el personaje que interpreta existió o no. Ese es el logro de Macipe, hacerte creer que todo tiene una base real. Y sin desvelar nada, algo de eso tiene como lo demuestra el final. La ficción y la realidad están cosidas de un modo milagroso, es como la prenda con su forro. Macipe llegado el momento muestra el forro, las costuras. Y sorprende y emociona gratamente. Porque no hay nada artificioso, que chirríe, que esté impostado. Es lo mismo que busca el cantante de rock: la autenticidad.

La historia está divida en tres partes: Zaragoza, viaje a Santiago del Estero (Argentina) y vuelta a su ciudad natal. En su viaje sanador a Santiago, asistimos junto a Mauricio a la impregnación de una música -canción y baile- llamada la chacarera. La oímos y la bailamos a pesar de estar sentados en la butaca. La presencia de Don Carlos, un anciano autor de hermosas composiciones chacareras y el recibimiento que le da, hace que esta parte sea hermosísima, pues asistimos a una sanación del alma -al menos, como dice Mauricio, "me has hecho salir del fondo en el que estaba"- y somos, además, copartícipes del milagro de su formación en el guitarreo de las chacareras y de la creación musical.

La vuelta no está exenta de realismo duro. Mauricio tendrá que afrontar de nuevo sus demonios. ¿Sabrá vencerlos o alguien arrojará la toalla al verle noqueado en el último asalto de su vida?

Tendrán que verla para averiguarlo. Lo bueno de los artistas es que, aún abandonando el ring, siempre nos dejan su legado artístico. Y, créanme, Javier Macipe director ha empezado con esta magnífica obra a legarnos una película para la Historia.

Al tiempo.

https://lanocheamericanacine.blogspot.com/
La Noche Americana
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15 de octubre de 2023
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues para mi gusto, la mejor película que he visto en el reciente Festival Internacional de Cine de Donostia/San Sebastián 2023. Bueno, quizás no la mejor, pero sí la que más me ha gustado.

Ya nos la había recomendado al grueso de los colegas acreditados, nuestro buen amigo Ramón. Él, maño por los cuatro costados, aunque residente desde hace ya bastante tiempo en Guadalajara, nos dijo que conoció en su día al hermano de Mauricio, el personaje del que se habla, y que se había emocionado hasta llegar al llanto en su parte final. El resto nos miramos como diciendo: ¡Qué exagerado!. Pero no, lo comprobamos.

Y es que se trata de un film sencillamente mágico. Una coproducción entre España y Argentina, realizada con mucho cariño hacia los personajes retratados y su mundo.

Varios géneros, confluyendo magníficamente, el musical, el biográfico, el drama, la comedia (tiene sus buenos toques de humor), el costumbrismo de una época ya pasada en años, pero que todavía se conserva (en Argentina).

Una cinta muy entretenida, conmovedora a veces, muy dura en otras, siempre honesta para con los personajes y el espectador, que le hace sentir vivo y le acompaña por un camino bello, difícil, doloroso, melancólico y vital.

Va ganando al espectador según pasan los minutos y así, en Donostia, fue la película más aplaudida, con ovaciones entregadas, fervorosas, emocionadas.

De verdad, una cinta para no perdérsela, que te inspira y hace vibrar.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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25 de febrero de 2024
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Años 90; Mauricio Aznar, un exitoso rockero zaragozano, no está bien con su vida, su pareja, sus drogas, su música, su público… En busca de un quiebre, se marcha a la Argentina para imbuirse de nuevos sonidos y otros aires. Y así conoce a Carlos Carabajal, el padre de la chacarera, que le adopta como alumno en su casa y entre su familia.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Mi visionado estuvo marcado por diferentes aspectos, que sin ningún género de dudas, restan objetividad a mi juicio.

Para empezar, acudía virgen de cualquier noción sobre la historia real en que se basa la narración. No solo eso: ni siquiera era consciente de que estaba viendo una trama basada en hechos reales, desconocía que el tal Mauricio vivió y coleó, y que este viaje en el que le acompañamos se produjo realmente. Durante la proyección, claro está, fui entendiendo que tenía ante mí un biopic, pero como no hay rótulos finales explicativos, tuve que consultar el asunto después para cerciorarme de que, efectivamente, acababa de asistir a un homenaje a un músico real.

Este desconocimiento no es la razón por la que me auto-descarto como fuente fiable para recomendar ‘La estrella azul’, o disuadir de su visionado. No creo que ahí radique una diferencia significativa. Lo que me invalida es, en primer lugar, el buenísimo día que tuve antes de ir al cine, que provocó que entrara en la sala un alma feliz, con las compuertas abiertas para inhalar una buena historia. Ojo: ha habido ocasiones en que una mala película ha sido capaz de agriarme un buen día… Pero han sido contadas; lo normal es que si entro happy, la película parta con ventaja. Además, Mauricio Aznar huye de sus pesares saltando el charco para aterrizar en la Argentina, y por ahí se vuelve a abollar mi objetividad, ya que estuve en Buenos Aires el verano pasado, y disfruté tanto que banco todo lo que proceda de allí. En realidad, la frase que suelta uno de los Carabajal («hay pocos gallegos aquí, solo los vemos en el cielo, yendo de Buenos Aires a Iguazú») me aguijonó, porque efectivamente yo no aproveché mi primera presencia en Latinoamérica para conocer algo del interior argentino. Pero un pedacito de mi corazón se quedó allí, y ése es un segundo motivo que contamina mi entrega absoluta a ‘La estrella azul’. Por último, hay otro factor que activa las alarmas sobre mi idoneidad prescriptora en este caso, y es lo profundo que me llegan las películas en las que la música juega un papel destacado. Tengo miles de razones por las que no me parecen siquiera comparables las experiencias de ver cine en pantalla grande o hacerlo en la tele de casa, pero una de las principales es ésa, la potencia sensorial que tiene la música cuando consumes una película en sala. Y claro, en el viaje que emprende un rockabilly para convertirse en cantor, en ese tránsito desde el guitarrista hasta el guitarrero, lo musical es protagónico, llevándome varias veces hasta el orgasmo sensorial. Quien no sienta esa pulsión hacia el maridaje cine-música no podrá encontrar esa recompensa en ‘La estrella azul’…

Hecha la advertencia, para eludir posibles responsabilidades, sigo adelante, y ya sin careta admito que Javier Macipe entra por la puerta grande en mí, y me gana para futuras propuestas. No le compro libra por libra todo lo que me vende (no soy fan de lo onírico o lo irreal, y algunas dosis de ello me intenta colar), pero sí me postro ante su pulso narrativo, ante la delicadeza con que lo cuenta todo, ante la atmósfera que genera, ante su pericia en hacia dónde apuntar su cámara, ante su exitosísimo casting… Me gusta mucho el aroma de su guiso, incluso pese a esos ingredientes que habría preferido apartar (lo meta-cinematográfico tampoco me seduce especialmente). Le considero, como diría el maestro Carabajal, un cineasta muy «llegador».

Simpatizo con el personaje protagonista desde el primer fotograma hasta el último, me cae bien, le entiendo… y termino sintiendo por él un cariño profundo. Desde la primera vez que escucho su voz (entiendo que esa grabación sobre la primera guitarra es del Mauricio real), estoy a gusto, y definitivamente me subo a su carro cuando le echa en cara a un asistente a su concierto en Zaragoza que le saque tantas fotos («A ver si se te acaba el carrete, que me siento un paisaje… ¿Acaso sacas fotos en el teatro?»). Me cuesta trabajo entender por qué la gente prefiere registrar en su móvil todo lo que vive, en vez de vivirlo, así que simpatizo mucho con este quijote a quien la actual era de los smartphones le habría resultado insufrible…

De las primeras andanzas del protagonista en Argentina me resultó muy familiar el trato con la gente de allí, ver cómo detectan en seguida su procedencia («¿cómo has sabido que era gallego, por mi cara o por mi forma de decir sí», le pregunta a una estanquera, y recuerdo que a mí también me sorprendía lo rápidamente que me calaban), y sobre todo esa sensación de que no te preguntan por compromiso, que de verdad les interesa de dónde vienes y qué haces aquí. En la provincia aún puede ser más comprensible, dada la escasez de turistas, pero durante mi semana porteña varias veces sentí, aún sabiendo que era imposible, que las preguntas sobre mi procedencia y el motivo de mi viaje no eran mero protocolo, sino interés sincero… Merced a esa hospitalidad argentina, tenemos a Mauricio en Santiago del Estero, presentándose en la villa de los Carabajal, para aprender del padre de la chacarera. Y comienza entonces un tramo de la película que disfruté de manera casi obscena, en el que no permanecía en la butaca, sino flotando por la sala. «Un santiagueño tiene nostalgia de su tierra incluso antes de marcharse», le dice Carlos a Mauricio. Y me di cuenta de que yo ya estaba empezando a añorar ‘La estrella azul’ antes incluso de terminar de verla. Me resulta difícil imaginar mejor alabanza para una película… incluso aunque la pronuncie alguien que se ha auto-invalidado como cronista fiable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naroa Lopetegi
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26 de febrero de 2024
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que asombra de esta película es los riesgos formales y narrativos que toma su director, en su opera prima. Una película valiente, sin duda, y asombra aún más, que esos riesgos, ese triple mortal con tirabuzón, le salga tan bien, que caiga clavado de pie. Es posiblemente una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos, en términos de innovación cinematográfica, en términos de expresividad, y eso es así porque toda esa invención, no es un alarde pretencioso, sino que tiene un sentido y es eficaz para alcanzar la esencia en lo que quiere contar.

La película es una declaración de amor a la música, esa que se hace en cualquier lugar del mundo, esa que congracia a todas las razas y pueblos de la tierra. Dos tipos y dos guitarras, pueden entenderse y llorar de emoción sin decirse nada. Eso se saborea en esta película.

Y es la historia de un músico. Las películas biográficas, se han convertido en un verdadero tostón. Todas iguales, todas intentando afinar para penetrar en el personaje, aunque muchas veces se encuentran con un gran muro: el propio actor que está más endiosado que el personajes; esos directores grandilocuentes; esas capas externas, esas sobredosis de trascendencia histórica que como ondas en un lago se expanden por el universo. Agotador, hay más salsa que caracoles. "La estrella azul" logra lo que no consigue Oppenheimer, ni Maestro, ni Napoleón, ni muchas otras. Que el espectador verdaderamente conozca al personaje, porque la película se hace poliédrica de una forma muy precisa, como si cada pieza de un puzle aportada algo. Conocemos a Mauricio por su hermano, por el amor que se tienen; por su novia, que le quiere pero no puede con el desbarajuste; por la música que es la pluma y la montaña al mismo tiempo, es la sustancia de la que está hecho; por aquellos que le conocieron en Argentina, en ese afán maravilloso que tienen los músicos de comunicarse, ellos son receptores de ese aspecto del personaje, de su entrega, de su alma, ellos guardan las marcas que les dejó su persona y su música (a veces en un viaje, hay toda una vida); y le conocemos, en un gesto genial, por quienes le quieren hoy y le han querido siempre, tanto como para hacer una película sobre él.

La película introduce secuencias que se salen de la ficción, o la trasladan, la deforman, contagian con ella la realidad, y viceversa. Hay una transversalidad emocionante en esta película, y en todos los espacios, se genera la emoción. Ese metacine, tan bien utilizado, convierte a Mauricio en un ser trascendental, porque entendemos el motivo por el cual hay que hacer una película con su vida, porque entendemos que merece un documental, y por extensión, porque entendemos que las almas puras, las que se entregan, las que se consumen en ello, no deben quedar en el olvido. Como decía alguien, hay batallas que se tienen que librar, aunque se pierdan una y otra vez. El esfuerzo por contar su historia, forma parte de su historia.

Le falta únicamente a la película, acaso, abundar en los conflictos, enseñar reversos, ensuciar un poco las cosas, aunque no estoy seguro, puede que con ello se hubiera apartado de su propósito. Solo es un apunte, una sugerencia. Repasando, solo hay un plano que no me guste: desde la calle, a través de un ventanal, vemos a Mauricio en el interior de un bar llorando. Es el plano menos arriesgado de la película, y para mí, canta como una almeja. Dicho esto, la película me parece redonda. Mención especial para el actor, Pepe Lorente, que se maneja con una naturalidad que es imprescindible para circular de ida y vuelta de la ficción al documental, y de ahí a la magia. Lo mismo puede decirse de Marc Rodríguez. Grande en un papel muy difícil. Sin buenos actores, no sé si Macipe se hubiera salido con la suya en este complejísimo proyecto que, sin embargo, en la pantalla, discurre con la armonía de un río.

Ayer domingo, una veintena de afortunados pudimos verla acompañados del propio Javier Macipe en un cine de Lleida (un cine que no tiene precio), y tuvimos luego un coloquio sobre la película y su proceso. Macipe, lleva 10 años luchando por esta historia, casi que es él mismo un Mauricio. Lo que se ha peleado los últimos 4 años para que esta historia esté en las salas de cine demuestra sin duda que Mauricio cayó en buenas manos, en las mejores manos. No solo por el empeño, también porque se ha conseguido que el espectador salga del cine con la percepción de que ha llegado a rozar una alma, que era excepcional desde los resortes más básicos, más simples. Ahí está en realidad la grandeza. Del cine y del personaje.
Uma
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15 de enero de 2024
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menuda grata sorpresa nos llevamos el día de Reyes en el teatro Bretón de Logroño dentro de la programación del Festival Actual. Medio acatarrados, con la sala a rebosar y con la presencia del director y el actor de la cinta, pudimos presenciar uno de los trabajos más gratificantes de los últimos tiempos. ¡Hacía muchísimo tiempo que no salía con esa sensación de haber visto algo creado con tanto amor y verdad que traspasa la pantalla y te llega directamente al alma!

La cinta sigue los pasos de Mauricio Aznar, cantante del grupo zaragozano Más Birras, en los años 90, en un momento en que ya no le motiva dar conciertos y la gente le molesta más que otra cosa. Después de discutir con su novia y encontrarse un poco deprimido, emprende un viaje a Argentina para conocer la tierra de Atahualpa Yupanqui. Por casualidad llega a la ciudad norteña de Santiago del Estero, en el seno de una familia que vive alrededor de la música, feliz con lo poco que tiene, pero muy unida. Allí aprende a tocar mejor la guitarra y se enamora de la tierra, la filosofía y sus gentes. La vuelta a Zaragoza no es lo más idílica que cabía esperar y de nuevo se tiene que enfrentar con su realidad.

Un trabajo que lleva la firma del maño Javier Macipe y que ha costado más de 11 años hasta que ha podido ver la luz (se pasó con mucho éxito en el pasado Festival de San Sebastián); pero que demuestra una verdad, un amor y respeto por lo que se está contando que va más allá de la propia película, dejando un producto sorprendente y muy emotivo.

No quiero contar mucho sobre la trama, porque está llena de sorpresas, pero sí que es un homenaje a las estrellas anónimas que dejaron su estela allá por donde pasaron y que refleja un amor por los hermanos latinoamericanos, grandes maestros de vida. La interpretación de Pepe Lorente es digna de elogio; transmite el espíritu del personaje en todo momento. Con un montaje final espectacular e impactante, no nos queda otra que recomendar su visionado cuando la estrenen en los cines comerciales, y disfrutar su fenomenal banda sonora.

Gracias por este regalo de Reyes, un trabajo que fue un encargo de la madre de Mauricio Aznar. Una auténtica delicia que no os debéis perder y que desde aquí RECOMENDAMOS y apoyamos. No os vais a arrepentir.

www.sudandocine.com
Cangurito78
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