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El palacio de los zapatos Pinkus

Comedia El mal estudiante Sally Pinkus es expulsado del colegio. Consigue empleo en una zapatería, pero su carácter enamoradizo hace que lo echen. Obtiene un nuevo trabajo en otra zapatería y allí, aprovechándose de las debilidades de su jefe, le quita a una clienta rica y se establece por su cuenta. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
21 de enero de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conclusiones que saco tras ver esta película:

1. Erns Lubitsch era más feo que un demonio.

2. Su sentido del humor todavía estaba a medio forjar.

3. No tenía vergüenza alguna, para poner esas caras que pone y regalarse semejante personaje.

Le ha sentado muy mal el paso del tiempo a esta decepcionante película del maestro alemán, la más floja que le he visto. Los momentos de slapstick apenas funcionan, resultan demasiado burdos e infantiles incluso para tratarse de 1916. La historia es simplona, poco o nada creíble; y la puesta en escena, teatral y poco ingeniosa, está a años luz de la sublime inteligencia de títulos como El abanico de Lady Windermere o Remordimientos.

Pese a todo se deja ver, porque es cortita y porque el personaje de Sally Pinkus mola. Es feo, pero vuelve locas a las chicas, putea a todo el mundo y encima triunfa en los negocios y en el amor. ¿He dicho ya que la historia es muy poco creíble?

Lo mejor: destacar la importancia de un buen marketing para triunfar en los negocios.
Lo peor: te ríes poco, la verdad.
nachete
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19 de octubre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Ernst Lubitsch filmó eta película no era un recién llegado al mundo del cine puesto que había dirigido una decena de títulos con anterioridad.

Aunque en este cortometraje su experiencia no le resultó muy útil.
La obra carece de dinamismo y de creatividad, se dirige al espectador utilizando una técnica narrativa rudimentaria, el argumento se desarrolla con ingenio escaso y su ritmo ronda siempre los límites de la lentitud.
Por no citar la mala calidad de la imagen.

Película curiosa por tratarse del famoso director alemán y porque él mismo actúa como protagonista.
Pero muy flojita y sin interés cinematográfico.
ABSENTA
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10 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las apariencias engañan. ¡Cuántos muchachos lucen de gran aspecto, sensatos, disciplinados, excelentes estudiantes, sumisos ante sus padres y cualquier adulto… y todo el mundo confía en que van a ser personas con un gran futuro! Pero de repente, bueno, no pueden con las tentaciones… y ya ustedes saben las tristes historias que pasan y creo que es mejor no recordarlas.

En cambio, ¡cuántos picarillos que han sido subestimados por todos, considerados unos haraganes (pero así expresan su rebeldía); unos incompetentes (porque no les ha llegado lo suyo); y de quienes se afirma que no van a servir para nada en la vida (es muy fácil prejuzgar y sirve de auto-consuelo)… De repente encuentran a alguien que confíe en ellos (un tío, un amigo, un transeúnte…), y de la noche a la mañana una luz brilla en sus cabecitas y terminan convertidos en personas exitosas como nadie lo esperaba!

Sally Pinkus, es de esta suerte de chicos… y por él nadie daba tampoco un peso. De la escuela lo echaron por sus llegadas tarde, porque se mofaba de los chicos, y porque sus notas andaban como la temperatura del polo norte... todas bajo cero. De su primer empleo también lo echarían, pero luego... eso tienen que verlo en “EL PALACIO DE CALZADO PINKUS”, uno de los primeros filmes que hiciera el alemán, Ernst Lubitsch, pocos años antes de demostrar que, además de ser un desenfadado comediante, también era un gran director.

Se puede contar este filme entre sus ejercicios de aprendizaje, pero tiene su encanto. Y de nuevo, Lubitsch nos deja ver que sus afanes como director iban muy en serio, que tenía talento para rato, y que estar tras las cámaras como delante de ellas, le daba seguridad y le permitía ir sabiendo lo preciso de ambos oficios. ¿Por qué se decantaría luego solo por la dirección? Quizás tuvo que ver con su aspecto físico que poco le daba para ser galán y no conjugaba con las historias que le encargaban o que él quería contar; y también porque ya bastante tenía con ser director, sobre todo para alguien como él que hacía las cosas con absoluto respeto por el concepto Arte.

“EL PALACIO DE CALZADO PINKUS”, deja bien claro que no se puede subestimar a nadie y que vale más buscar (y confiar) en los potenciales que cada persona tiene, porque en el fondo, alguien que crea en nosotros es lo que todos estamos necesitando.

¡Ah, Lubitsch, de veras me simpatizas!
Luis Guillermo Cardona
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