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Memoria de mis putas tristes

Drama. Romance "El Sabio", viejo y solterón columnista de un periódico provinciano se ha pasado la vida pagando los servicios sexuales de las mujeres. La víspera de su 90º cumpleaños, decide celebrarlo a lo grande: una noche de locura amorosa con una joven virgen. Así, entabla relación con “Delgadina”, una prostituta que logrará que el anciano experimente por primera vez el amor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2012
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena fotografía, imágenes con una luz preciosa, música de piano de Chopin maravillosa...
El resto poca cosa:
La historia de un hombre de 90 años que se ha pasado la vida en un burdel, fornicando y amando a todas las putas, una cada vez, que en su vejez, requiere servicios de todas las prostitutas de un prostíbulo, de una en una, mientras discute con su sirvienta, a la que ha sodomizado durante 20 años sin su consentimiento (aunque ella se siente orgullosa de mantenerse virgen, gracias a Dios) y se relaciona con la "madame" (Geraldine).
Los cuerpos desnudos de las putas, gordas de enormes barrigas que caen sobre frondosos felpudos, desdentadas, sudorosas, con ubres colgantes con forma de berengena.
La joven virgen con unos pechos como pimientos seco, de guapa carita que oculta bajo un maquillaje de máscara.
Lo más bello, el cuerpo de Olivia Molina, una de las putas, pero la única con aspecto de estatua griega, de lindos pechos y precioso vientre.

No creo que aporte mucho a ensalzar a la mujer. Las que salen no son gratas a la vista (salvo Olivia), trabajan encerradas en un prostíbulo o en una sala como costureras, vigiladas por un hombre con aspecto de soldado al. Que tienen que pedir permiso para hablar. La imagen del viejo barbudo canoso de carnes flojas, desnudo, acariciando a la joven virgen, desnuda, causa más bien repulsión. La joven virgen que acaba "encaprichada" del viejo que ha comprado su virginidad y la persigue por la calle (más repulsión). La única con verdadera feminidad valorada es Geraldine Chaplin,la madame.
Poco más. Mejor que el viejo se dedique a sus columnas en el periódico, que a seguir denigrando a sus muñecos de placer.
AngelsRup
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18 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recreación de la novela de García Márquez, en que un viejo periodista y putero, "el sabio", vuelve tras 20 años de ausencia para su 90 cumpleaños y busca algo; se va encontrando con mujeres y hombres y vamos viendo este desarrollo con constantes vueltas atrás que nos van contando su historia. Está bien contada, crea un ambiente adecuado y la fotografía es buena, únicamente la historia principal se resiente y no consigue trasladarnos la historia de amor que nos cuenta.
pacorroma
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20 de octubre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi desesperante cinta que no brilla en ningún aspecto. La dirección es aceptable al igual que la ambientación pero al no haber ni siquiera un aprovechamiento de escenarios de época, visualmente no es interesante. El guión es de regular a malo. El protagonista está mal construido, no genera simpatía y tiene momentos arrebatados casi ridículos, además de su acento al hablar que cambia y se escucha falso, situación compartida por casi todo el elenco haciendo que la película carezca de credibilidad. La narrativa es simplona, los flashbacks están colocados de manera burda y hay cierto detalle reiterado varias veces en la trama, absolutamente inverosímil que no se explica su propósito, y aunque es intrascendente para la historia resulta insoportablemente tonto. La historia en cierto momento se estanca y se le da vueltas a una situación de poca fuerza por el mal delineamiento del protagonista cuyas actitudes son incomprensibles. El tema en general es interesante pero por su ejecución no genera conexión y el final aunque concluyente es de poca contundencia. No es aburrida pero al final solo se anhela que termine ya. No se recomienda.
mikealeks
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19 de septiembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente y periodista universitario
[email protected]

Las obras del Nobel de literatura Gabriel García Márquez cuentan con la desgracias de ser pésimas cuando se adaptan al lenguaje del séptimo arte. No hay una que pudiera ser enaltecedora de esas valiosas situaciones hechas prosa, encadenadas con atmósferas y personajes enriquecedores para el lector. En cambio, hay un dejo, una burda puesta en escena de los pasajes literarios. ¿Quién sabe por qué un autor excelso y maestro en la palabra literaria e incluso amante y conocedor del lenguaje cinematográfico, termina con una deuda cuando lo adaptan?

Parece que los cineastas entablan un diálogo más con el Caribe o con el ambiente de la época que con la propia esencia de las historias de Gabo. En cualquier caso, las historias del cine, terminan siendo muy pesadas, contagiadas por algo que no encaja y con unas imágenes donde sobresale un cuidado por los detalles, unos planos que llaman la atención a modo de postales, pero en el fondo no logremos identificarnos o conmovernos, o quizás divertirnos con esas películas.

La reciente película Memoria de mis putas tristes, hecha por el danés Henning Carlsen, logra tener un ritmo narrativo distinto a las demás como de El coronel no tiene quien le escriba (1999), El amor en los tiempos del cólera (2007) o la más reciente Del amor y otros demonios (2010). Distinto en su fuerza, y diferente en que no son tan lentas y aburridas. Ahora, lo que ocurre, sin hacer ningún comentario de lo que significa el libro en relación con la película, es que parecen escenas con poca relación, les falta unas transiciones acordes, aunque el paralelo entre el pasado y el presente funcionan.

Sabemos que el libro, y su historia, entre un viejo que desea estar con una mujer virgen y joven quien espera ese día como el más grandioso, provocó rechazos y censuras por ser tildada de promover la pedofilia; en la película se cuidan de que el mismo deseo no sea entre un viejo y una menor de edad, sino entre un viejo y una mujer joven pero mayor de edad. Y toda la historia es ver cómo un hombre llamado Sabio, columnista y periodista, quien ha vivido todo el tiempo con mujeres de prostíbulos, quiere, darse una noche de amor loco, y para ello acude a su vieja amiga para que le consiga lo que quiere.

La historia de ese viejo, termina generándole una obsesión, le cambia su percepción y lo que antes intercambiaba por dinero: el placer, luego se volverá en una atracción, en el hecho llamativo del amor. Se enamora y la transacción será en otros términos y con otras condiciones. Entonces lo que parece ser una historia entre una prostituta y un codicioso viejo, se convierte, en algo tierno y deseable; decirlo así es como si ese objeto se cumpliera, no obstante, tal hecho no se alcanza, no es posible ver en pantalla ese cometido ni ver triunfante esa pretensión. Aunque los personajes luzcan creíbles, como el que hace Geraldine Chaplin o Emilio Echavarria.

sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Giraldo
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19 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de esta película trasciende la parte artística o, por lo menos, yo no soy capaz de hablar de ella sin mencionar el elefante blanco de la habitación: ¿es una exaltación de la prostitución y justifica de alguna manera las relaciones sexuales con menores?. Por empezar por el final e ir directos al grano, diría que no a lo primero y que sí a lo segundo o, por lo menos, de alguna manera. No hay más que fijarse en la sinopsis de la ficha técnica para, sin ser un gran entendido en literatura, saber que la controversia viene calentita: ‘El Sabio’, viejo y solterón columnista de un periódico provinciano se ha pasado la vida pagando los servicios sexuales de las mujeres. La víspera de su 90º cumpleaños, decide celebrarlo a lo grande: una noche de locura amorosa con una joven virgen. Así, entabla relación con “Delgadina”, una prostituta que logrará que el anciano experimente por primera vez el amor.”.

No conozco gran cosa de la vida de García Márquez ni tampoco de su obra más allá de un corto libro que compró mi madre cuando éramos socios del Círculo de Lectores (que no sé si seguirá existiendo por cierto). Era sobre un naúfrago y no me causó la deslumbrante impresión que yo esperaba en cualquier cosa que saliera de la pluma de un ganador del Nóbel de Literatura, aunque sí me pareció que estaba escrito por alguien con unas capacidades narrativas y descriptivas muy superiores a las mías (obvio) y a la de muchos libros juveniles con los que en aquel entonces ocupaba mi tiempo. Así que, sin mucha base sobre la que opinar, voy a darle García Márquez el beneficio de la duda y a considerar que, alrededor de la sinopsis anterior, se puede escribir un libro en la que el personaje denominado ‘El Sabio’ (tampoco voy a dar por sentado que se trate de un trasunto del propio escritor colombiano-mexicano) no termine siendo un viejo verde depravado. Dejando a un lado las arcadas morales, puedo confiar en que el formato literario permite dar los giros oportunos y las convenientes explicaciones (requiera las páginas que requiera) para mantener la cosa en el terreno de las fantasías, de la exploración de la naturaleza humana o como herramienta para desarrollar reflexiones incómodas sobre la sexualidad, la edad o los sentimientos.

Pero no creo que el tema sea desarrollable en el metraje de una película normal (entre hora y media y dos horas) sin simplificaciones, sin generalizaciones y sin mostrar explícitamente comportamientos que en una novela son, seguramente, páginas de pensamientos. Al menos, esta adaptación de “Memoria de mis putas tristes no lo consigue y lo que vemos en pantalla es a un sugar-daddy queriendo darse un homenaje carnal por todo lo alto con una menor (quiere una chica virgen que, en el contexto social y temporal de la película, es lo mismo). El punto de provocación de una historia que alardea abiertamente de un señor que recurre a prostitutas se evapora con la natural controversia alrededor de la virgen. En lo de las meretrices tengo poco que decir, no quiero esa vida para nadie pero prohibirlo es condenar al submundo de la ilegalidad a gente que no tiene otro medio de ganarse la vida por no hablar de que, mientras alguien gane más con eso que estudiando o trabajando, pensar en prohibirla es poner puertas al campo. En lo del antojo de una virgen, la cosa no aguanta ninguna clase de relativización de que si eran otros tiempos, de que el hombre tiene una edad en la que le da lo mismo el qué dirán o de que si realmente lo que buscan el escritor y el protagonista es, sencillamente, el escándalo.

De alguna manera toda la película parece girar en torno a ese tema que, con por mera proximidad argumental, impregna el metraje con una sensación de repugnancia que hace que cueste centrarse en lo que es la cinta en sí. Ni la adaptación ni la ejecución saben escapar al pozo gravitatorio y, literalmente, todo lo que sucede en pantalla es intrascendente porque la mente no puede dejar de pensar que ese viejo quería una virgen. Tampoco es que me pareciese que la factura o las interpretaciones de “Memoria de mis putas tristes” llevaran la marca del genio, pero todo es secundario en una película que nunca tuvo ninguna oportunidad (y sus creadores tenían que haber sido conscientes).
OsitoF
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