Vendo cara la piel

Bastante flojo spaguetti western, me temo que barato, tanto en presupuesto como en ambición.
Su puesta en escena no puede ser más vulgar, el guión, tópico (es una especie de mala copia de "Raíces profundas", con incluso el mismo nombre del protagonista: Shane).
Los intérpretes, salvo la bella Michele Girardon en un papel muy digno, son de saldo, con un protagonista que sólo tiene como presunta personalidad sus ojos (bonitos, vale) saltones.
Ritmo apagado, falta de chispa en la narración, y un pasar los minutos de forma insulsa.
En definitiva, que es muy muy tediosa y al final te das cuenta de que mejor hubiera sido haber visto otra en su lugar o leer un libro, o...

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Sencillo, directo, prometedor, sucio, absurdo, pasajero, previsible, irregular, aparatoso, mediocre y entrañable spaghetti western, en el que hay espacio para todo tipo de engaños y enfrentamientos armados tradicionales con un toque muy pulp .

Ettore Maria Fizzarotti, consigue ofrecer un relato de intrigas territoriales fácil de seguir, potenciando el suspense y el interés progresivamente, confeccionando una trama de espionaje y venganzas familiares, que sin intentar ser perfecta, deja su toque personal.

La descripción de los personajes, sus motivaciones, pensamientos y codicias, quedan plasmados a la perfección desde un principio y el tono descuidado ofrecido en su desarrollo, hace que no llegue a ser completamente satisfactoria.

La película peca de sencilla, previsible y chapucera, sorprendiendo con el empleo de algunas piezas musicales pertenecientes a otras producciones de otro tipo de género.

Vendo cara la piel, queda como un desenfadado y entrañable western de serie B, con una sencilla y previsible trama de disputas, con la que poder disfrutar de los tradicionales enfrentamientos armados.

El comienzo es prometedor. Por un estrecho desfiladero marcha una diligencia. Sin parar, arroja el correo al viejo que atiende la posta que la recoge refunfuñando mientras empina el codo. Cascos de un caballo. Llega Shane (Marshall) en busca de venganza: "Se puede enterrar un cadáver, jamás un recuerdo".
El resto, pues eso, una cinta de venganzas. Otra más. Western mediterráneo sin originalidad alguna. Los malos son malísimos y el bueno ayuda a la viuda guapa, Georgina Bennet (Girardon), que vive con su hijo al que siempre acompaña el perro. ¿"Raíces profundas"? ... Artísticamente desde luego parecen bastante superficiales.
Si la trama carece de originalidad, al guion y a la dirección le ocurre lo mismo. Todo va al tran-tran. Incluso el inevitable romance y la admiración del chico hacia el pistolero. Le falta ritmo, un poco de chispa, algo que se salga de lo convencional.
Tampoco ayuda mucho la interpretación. Ni aun siquiera esos actores de reparto que suelen animar la cosa. No es fácil trabajar con niños, ya se sabe, pero es que este resulta un tanto repipi.
Menos mal que los exteriores están bien conseguidos. Excelentes las localizaciones.
No sabemos lo cara que vende su piel este vengador, pero sí que se lleva algunos moratones en las peleas y un tiro en la pierna cuya bala se extrae el mismo con un afilado cuchillo. Pero ahí está luego Georgina para curar con alcohol y vendas la herida, y para atenderlo en los escalofríos y delirios producidos por la fiebre.
Y si la cinta comienza con una posta de diligencias que ya no vuelve a aparecer en la trama, el desenlace se desarrolla en un convento franciscano que aparece allí de buenas a primeras.
Resumiendo, un modesto western italiano poco original pero hecho con dignidad. Para pasar el rato.