Barreras de orgullo

Otra excelente película que añadir al curriculum que habla por sí solo del gran Henry Hathaway.

Un drama ambientado en el sur, pero esta vez sin personajes demasiado despóticos, conservaduristas, ruines o engreídos. Los policías, los barmans, los mexicanos, son mostrados con un toque de cordialidad que me ha sorprendido. Claro que hay cierto sentimentalismo, pero Hathaway lo refleja de forma directa, sin tanto edulcoramiento. No es un duelo entre hermanos realmente, de hecho no ahonda mucho en sus enemistades, más bien es la vida de dos hermanos que han llevado una vida diferente que se encuentran en una difícil situación y con la opción de poder cambiar. Uno atrapado en el orgullo, el otro en el amargo sabor del whisky.

Hay que destacar a los 2 protagonistas, fantásticos. Joseph Cotten ya lo habíamos visto en un duelo fraternal mucho más pasional como fue "Duelo al sol". Van Johnson que aunque no tiene una filmografía tan brillante como su compañero, hace la mejor interpretación que yo le recuerdo (aunque me quedan unas cuantas por ver).

No es de las mejores películas de Hathaway, quizás mi puntuación sea un poco elevada pero se consume rápido y esa es buena señal. Sin duda una obra que recomiendo de este director

Es hasta cierto punto comprensible la actitud de Patrick Martin (Cotten), abogado y acaudalado ranchero que goza de gran prestigio en toda la zona de Nogales (Arizona). Desde la nada ha ido subiendo en la escala social culminando lo que llaman el "sueño americano".
Toda esta situación se tambalea cuando aparece su hermano Donald (Johnson), fugado de la cárcel donde cumple condena, alcohólico en proceso de rehabilitación que quiere pasar a México donde lo esperan su esposa y tres hijos.
Un dramón que se complica todavía más teniendo en cuenta el contraste entre la infelicidad matrimonial de Pat con el amor que se vive en la familia de su hermano a pesar de sus desgracias. Ya lo habrán adivinado, estamos ante la famosa serie de televisión "Hombre rico, hombre pobre" (David Green, 1976), solo que con veinte años de adelanto.
En ambos casos, notamos que uno de los principales defectos consiste en el carácter excesivamente literario de las obras, las dos están sometidas a realizaciones rígidas más preocupadas por los textos que por el necesario dinamismo fílmico.
A lo largo de la narración se producirá un intercambio de actitudes que hará que nos preguntemos, con los personajes, "¿Caín o Abel, quién eres?" Las aguas, como las del torrente de la cinta, se irán calmando. Es el momento en que aflora la hipocresía y la violencia de las clases ricas americanas que han alcanzado el "sueño".
Personajes fuertes, tallados en piedra berroqueña. No va a ser fácil que den el brazo a torcer. Un drama. Estupendos actores que se lucen, con un recuerdo especial a Luis Romero (González), al que un par de años después el propio Hathaway concederá el papel de Carlitos en "Río Bravo".
Dentro de la crítica a ese tipo de sociedad americana destaca la denuncia de su alcoholismo. Dependencia del alcohol con todas sus secuelas de úlceras gastroduodenales, psicosis y otras varias patologías mentales.
En fin, estamos ante una buena película rodada casi toda en interiores, pero que tiene hacia el final algunas escenas a caballo de persecución a campo abierto que le dan un cierto aire westeriano.
Recomendable.

Me ha gustado muchísimo la comparación que de esta historia hace un compañero de críticas con otro relato para los de nuestra generación mucho más conocido, "Hombre rico, hombre pobre" que, efectivamente, presenta muchas similitudes por su manera de afrontar los conflictos fraternales y de orgullo de clase. Un tema que, no por muy manido y utilizado en infinidad de films deja de tener su particular interés, quizá porque siempre se acerca peligrosamente a esos campos minados en peligro de estallar que, muchas veces, resultan ser las verdes praderas de la calma chicha familiar.
La película arranca ya significativamente con una pista imperdible acerca del carácter de uno de los protagonistas.
Joseph Cotten, abogado y ranchero de alto copete y habitante de una ciudad fronteriza, cruza la muga con México un sábado por la noche para correrse una juerga con una fulana antes de regresar a sus respetables dominios terratenientes y a su esposa, que ejerce de amable anfitriona recibiendo en casa a sus amigos de la ciudad.
Cuando esté guardando el coche en el garaje se topará con una sorpresa realmente desagradable. Su hermano (Van Johnson), recién evadido de la cárcel, entra en su vida como un huracán a pedirle ayuda para cruzar la frontera donde su mujer y sus hijos le están esperando.
La figura de un hermano alcohólico y convicto que él, cuidadosamente, se había molestado mucho en tratar de ignorar, ocultando celosamente todo rastro de su existencia a su actual entorno incluida su esposa que, al parecer, ignora muchas cosas de él.
Este choque frontal con el pasado será la válvula que le haga abrir los ojos a la realidad del presente haciendo aflorar las verdades, las mentiras y las medias verdades que componen su vida, Un hermano perdedor del que se avergüenza, paradójicamente, disfruta del amor de su mujer y sus tres hijos mientras que él, un hombre de éxito, respetado y triunfador, hace ya tiempo que perdió el amor de su esposa (Ruth Roman), mientras que sus amigos sólo son compañeros de juerga, de martinis, partidas de póker y chismorreos.
En realidad la película presenta algunos defectos tales como cierta falta de profundidad en el retrato que se hace de Van Johnson, que a mi me parece que está ahí puesto para hacer de contraste de su hermano, un personaje que aparece más matizado y desarrollado y que, además, va evolucionando, no así el primero que se mantiene inalterable de principio a fin.
Por otra parte la trama resulta algo plomiza debido a la abundancia de diálogos y a que transcurre prácticamente casi toda en interiores. Apenas hay acción y la película se resiente. De hecho, sentiremos que levanta el vuelo y se torna emocionante justo cuando comienza la acción. Ese cruce del río y lo que viene a continuación transforma y empuja la película que con su poderosa fuerza visual hace inútiles muchas de las escenas anteriores. Es la clara demostración de que una imagen vale más que mil palabras.
Sea como sea y al margen de que os guste el género o no, Hathaway está detrás de esto así que mala no puede ser. Eso garantizado.

Pensando en la puntuación pensé en 6,8 ya que Hatahway no les da mucho estima. Ni incluso sus clásicos y los tiene de a manos llenas, las dos manos tienen diez dedos y diez obras maestras le casco, son muy valorados por unos votantes tan cultos y tan bien aseados. También pensaba que alguna critica habría pero viendo las puntuaciones mejor que lo dejen para otro ya que seguramente le habría puesto un 6 y hablaría de verdes las han segado. Yo no soy parcial con Hatahway ya que me parece un director superlativo y tan grande como una montaña. Barreras de orgullo es una montaña alta, no muy alta si la comparamos con la obra de sus direcror pero así es una muestra que en el drama se manejaba casi como el mejor. Caín y Abel son los hermanos Johnson y Cotten que al lado de dos personajes que estuvieron en Sábado tragico componen una obra sobre personas que no solamente beben y juegan a las cartas.

Interesante, intenso y apabullante drama familiar que presenta y desarrolla una magnética trama de intereses adictivos.

Henry Hathaway, domina los tiempos y dibuja con claridad la personalidad e intereses personales de los personajes protagonistas, haciendo que el interés suscitado inicialmente, no decaiga en ningún momento.

Los responsables de la película, ofrecen un tratamiento de la imagen y el sonido, elegante y estilizado, en un terreno donde las hostilidades y los reproches personales, irán saliendo a la luz progresivamente.

La presencia y labor interpretativa ofrecida por el reparto, hace que la historia cobre fuerza y sentido en muchos aspectos.

Van Johnson y Joseph Cotten, se convierten en protagonistas absolutos de toda una epopeya, que hace imposible despegar la atención.

La ambientación y la fotografía, junto con la banda sonora de Leigh Harline, son los aspectos que merece la pena destacar de una trama de intrigas y dilemas personales, resuelta con eficacia.

Barreras de orgullo, queda como una magnética y exitosa producción de intrigas familiares llena de emoción.