El virginiano

Una bonita película del Viejo Oeste, transparente como el agua fresca de los arroyos de Wyoming. En los años sesenta se hizo la serie para la televisión con los mismos personajes. Al Virginiano aquí le llaman El de Virginia, porque la acción transcurre en Medicine Bow, Wyoming. El Virginiano es un hombre de pasado desconocido que oculta su verdadero nombre; es el capataz del rancho del Juez. El malo de la película es Trampas que para no confundirse viste íntegramente de negro. Trampas en la serie posterior es un vaquero en la nómina del rancho.

El de Virginia se enamora de la maestra, recién llegada al pueblo. La película tiene un encuentro idéntico al de Memorias de África. Aquí, un tren en el que viaja la maestra detiene su marcha porque está cruzando el ganado que lleva el Virginiano. Este encuentro sirve para que la pareja se conozca y ya quede entre ellos ese “picorcito tan agradable” llamado amor. La película está muy bien desarrollada y muy completa, no faltan tiros, bailes de violín y banyos, y, por supuesto, los clásicos escenarios de cartón piedra donde los cuatreros hacen café a la luz de la fogata.

El Virginiano se enfrenta al tremendo trago de detener a un amigo que le roba el ganado al señor Juez para beneficio del malvado Trampas. Steve, el amigo, es un tío de esos que no saben ir por la senda del camino honrado pero buena persona en el fondo y simpático como nadie. Tal vez no tuvo su oportunidad en la vida.

Western serie B del año 1946 dirigido por Stuart Gilmore.
Con un metraje de aproximadamente 85 minutos, el interés no decae en ningún momento.
El argumento se basa en una mujer que, buscando una vida mejor a la que está llevando hasta ahora, decide irse del este para el oeste. Allí, dos hombres muy amigos desde hace años sienten por ella algo más que admiración.
Quizá en estos años se hicieran westerns mejores pero " The Virginian" no contaba con mucho presupuesto. Aún así, este western está bien trabajado y bien contado.
De visión interesante para los aficionados al western.

Precursora de la mítica serie televisiva "El Virginiano", se trata de una entretenida y muy curiosa adaptación de la novela de Owen Wister.
Aquí hay mucha diferencia para con la serie, como por ejemplo la más clara, que Trampas aquí sea el malo de la función y en la serie el compañero del protagonista (inolvidables James Drury y Doug McClure respectivamente), y la música, extraordinaria la televisiva.
En este largometraje resulta curioso el desarrollo de los acontecimientos, con esa peculiar y rica relación entre el protagonista y su amigo Steve. Cuando están juntos resulta lo mejor del film, sobre todo en lo relativo al cambio de chaqueta del amigo. Son escenas de una rara intensidad emocional, donde la amistad deja paso al deber, a la dura e inflexible Ley del Oeste. Ley que choca frontalmente con la educación y valores del Este de la protagonista.
Existen algunas buenas escenas de acción, pero no abundan, siendo la palabra la dueña de la función, y como quiera que los diálogos son fluidos y hasta profundos a veces, resultan disfrutables por su alta calidad.
Es decir, hay más bien poca "ferretería", pero gusta igualmente, a pesar de su evidente modestia.
Estupenda fotografía en el magnífico technicolor de la época a cargo de Harry Hallenberger, y bonitos paisajes naturales de California.

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Una historia donde se abordan varias temáticas del género, aunque con algún altibajo narrativo en el ritmo, en la continuidad y en la intensidad; y con un final, a todas luces, precipitado.
Con bonito color, especialmente en secuencias de interior, y con un puñado de personajes, en principio, interesantes, pero sin llegar a estar completamente definidos, la historia --esto sí es de agradecer-- nos plasma unos acontecimientos con un tono de suave crepúsculo y de doméstica melancolía.
En mi opinión, la mítica serie televisiva de los años 60, derivada en muchos aspectos de este film, sí mantenía, con mucha más perseverancia, ese viveza narrativa y ese ritmo sostenido que aquí flojean, manteniendo, así mismo, ese atractivo matiz de fondo levemente evocador y hasta nostálgico.

Con todo, entretenido y curioso western.

Por razones que no consigo descifrar, El virginiano es una novela llevada al cine en cuatro ocasiones (1914, 1923, 1929, 1946), rodada para la televisión una vez (2000), para la venta en vídeo directa otra (2014), y convertida en longeva y triunfal serie durante nueve temporadas. Antes de Gary Cooper en la versión del 29, vi a James Drury como el Virginiano, y a Doug McClure como Trampas, aunque en la serie era bueno y guapo. Ignoro qué tendrá esa historia del hombre que acaba ahorcando a su mejor amigo por robo de ganado, al tiempo que ama a una mujer que detesta la violencia. Yo no le acabo de encontrar la gracia. Esta versión del poco conocido Stuart Gilmore es aburrida, lenta y depauperada. Basa su atractivo en la `presencia del siempre eficaz Joel McCrea, quien necesitaba guiones más férreos y enérgicos para dar lo mejor de sí. El malo, Trampas, es en este caso el torvo Brian Donlevy, siempre vestido de negro, composición que ya le hemos visto en otros westerns. La chica es Barbara Britton, bastante sosa, por decirlo de una manera piadosa. Creo que ni siquiera el paisaje está bien aprovechado. En fin, mejor pilláis el clásico de Gary Cooper de 1929 (sí, en 1929 ya existía el cine), para haceros una idea de por qué este melodrama disfrazado de western goza de tanto predicamento. Y luego me lo explicáis...