La otra vida del capitán Contreras

La otra vida del capitán Contreras (1955), dirigida por Rafael Gil, con guión literario y diálogos de Vicente Escrivá y T. Luca de Tena, tratamiento cinematográfico de Ramón D.Faraldo y Vicente Escrivá sobre la novela ‘La otra vida del Capitán Contreras’ de Torcuato Luca de Tena, narra la injusta persecución de Alonso Contreras en pleno siglo XVII donde el destino, un alquimista y la voluntad de las buenas gentes entre las cuales Luigi (Germán Cobos) que cree en su inocencia, le ayuda a salir del entuerto, por medio de una pócima que lo deja aletargado durante un tiempo…un largo, largo tiempo.

Rafael Gil sitúa la acción inicial entre grandes planos generales y algún contrapicado la simbólica escultura de la justicia junto a jueces, fiscales y abogados, tratando de esclarecer el fenómeno social del momento mediante la voz de Silvia, una de sus protagonistas, trasladándonos mediante un gran flashback hasta una cripta, un sarcófago y unas excavaciones a las que el irrespetuoso, aprovechado y oportunista periodista Antonio Cornejo (Fernando Sancho), intenta zafarse de la vigilancia para curiosear más allá de lo permitido. Su insistencia se cumple cruzándose en el camino con los vagabundos Eleuterio (Antonio Riquelme) y su Amigo (Antonio Moreno) abriendo asustados el sarcófago del que creen que algo en él se mueve: un cuerpo envuelto entre centenarias telarañas…¿El Capitán Alonso Contreras (Fernando Fernán Gómez) despertando de su prolongado letargo?,,,

El interés por el sorprendente descubrimiento despierta exponencialmente el oportunismo entre los diferentes estratos sociales: el periodista buscando la exclusiva para su Director (Matías Prats), el forense Dr. Yuste (Ramón Elías) muy interesado ante el excepcional caso Contreras, Paca Revilla (María Asquerino) la temperamental actriz en un personaje de gran influencia social y fiel colaboradora con el oscuro periodista; el rico empresario Molludo (Juan Calvo) y su caprichosa Hija (Amparo Soto), entre un largo elenco copando hasta el hartazgo la paciencia de nuestro protagonista, empezando a echar de menos su siglo, pero… las perspectivas de Antonio y Paca, no dejarán pasar la ocasión.

Organizado un viaje a la ciudad del mundo (NY) donde todos la tienen como el referente ideal de la gran urbe, se han organizado eventos, programaciones y acuerdos comerciales de los que el Capitán Contreras apenas sospecha nada: amañadas firmas comerciales, promociones diversas, entrevistas y conferencias sobre el fenómeno Contreras y alguna encubierta retransmisión televisada por un Realizador (Carlos Miguel Solá), Tanto despropósito no podía salir gratuito.

A su vuelta del alocado viaje, desengañado por todo lo sucedido, hace que la casualidad pase por su lado: sorprendido por el hallazgo, la indiscreción no es freno para el Alonso Contreras, presentándose ante quien cree conocer de su tiempo, dándose en ser, en el siglo XX, el Marqués del Darro (Félix de Pomés) de largo linaje, acompañado por su amiga Silvia (María Piazza) con la que a no mucho tardar le hará cambiar su destino; pero antes, la venganza.

La engañifa preparada al Capitán Contreras, resulta de la venganza de Cornejo y Paca al no haber alcanzado sus objetivos en la gran ciudad, abocando los acontecimientos de un día de carnaval por medio de un trágico desenlace donde, de alguna manera, todos pierden…menos el espectro enamorado de Alonso Contreras y su amada Silvia Campuzano.

Destacado trabajo de Rafael Gil donde con auténticas manos de cirujano (teniendo en cuenta el año de su realización), toca temas tan delicados para la época como la justicia, el sindicalismo, la huelga, la caprichosa riqueza, los amañados entuertos comerciales, las señoritas de compañía, y el materialismo imperante por encima de cualquier otro concepto, con un tacto tan exquisito que pudo sobrevivir hasta llegar a nuestro actual siglo XXI, pudiendo disfrutar de las aventuras de un tal Don Alonso Contreras y su amada Silvia Campuzano rodeados por la envolvente música del experimentado Juan Quintero Muñoz, con algunos notables pasajes corales en su banda sonora y, la excelente fotografía del premiado Alfredo Fraile.

Entre el ingenio dicharachero, el sentido del humor inteligente y la voluntad de trascendencia, la propuesta de T. Luca de Tena encuentra en R. Gil el mejor artífice para que la pantalla exhiba un magnífico largometraje.
El vigoroso y florido verbo del prolíifico escritor madrileño se convierte en una película ocurrente, original y llena de matices en la que F.F. Gómez borda su papel de forma sobresaliente, como si estuviera hecho a su medida.
Entrañable, ocurrente y divertido, el film posee ese ritmo justo en el que su cadencia se atiene a la intensidad de la acción de forma que, con relativa sencillez, se articula una obra homogéneo, interesante y de factura sólida pero sin ampulosidades..

Empieza bien, con agilidad y rapidez, y diálogos ingeniosos, pero poco a poco se va desinflando. En parte por un guión endeble que parte de una idea de partida desaprovechada, que no se ha sabido explotar nada. En parte, por la interpretación fría y poco convincente de Fernando Fernan Gomez; de hecho la película empieza a decaer desde el momento en el que aparece en pantalla, y va en espiral descendente sin solución de remedio. Los clichés se suceden. Todo se vuelve en extremo previsible, y en extremo moderado. Y el espectador acaba bostezando sin remedio.

La idea es brillante, traer a 1954 a D. Alonso de Contreras (Fernán Gómez), militar, corsario y escritor español del siglo XVII, que escribió su autobiografía seguramente a instancias de su amigo Lope de Vega que se cita en la cinta. "En mi vida dediqué más tiempo a la melancolía que a la fortuna", dice en algún momento a modo de resumen.
Una especie de Alatriste ilustrado fiel servidor de los Austrias y, tal vez por ello, también perseguido por la Inquisición a la que se enfrenta, "A lavar mi honra o a cenar con San Pedro".
Para evitar que le echaran el guante en su casa toledana, un alquimista morisco conocedor del secreto de dar vida a los cuerpos muertos le da un bebedizo para narcotizarlo y recuperar posteriormente la vida. El laboratorio alquímico que vemos nos ha parecido el que se recrea en el Museo de la Farmacia de la Universidad Complutense.
Lo malo es que tarda nada menos que tres siglos en volver a la vida el buen capitán. Tenemos pues un viaje en el tiempo al estilo del "Regreso al futuro" (1985). Si aquí nos trasladamos desde la actualidad a 1955, precisamente el año que se estrena la cinta del capitán Contreras, éste llega a esa época desde 1645 en que se documenta su muerte.
Manipulado por desaprensivos y sinvergüenzas que consiguen explotar el misterio de su recuperación, lo mismo que Doña Inés en el Tenorio, el amor de la buena Silvia (Piazzai) conseguirá rehacer su dignidad mancillada y llevar la felicidad al viejo soldado.
Estamos ante un viaje en el tiempo de corte dramático. Una buena idea desarrollada con un guion ordenado y una realización que perfila muy bien los personajes centrales. La avaricia del periodista (Sancho), el afán de notoriedad del médico (Martín), la frivolidad y estulticia de Paca (Asquerino) o la bondad de Silvia.
Buenas interpretaciones en general, sobre todo de Fernán Gómez que sabe adaptarse perfectamente a la complejidad de su personaje.
Cinta interesante pese a los altibajos del ritmo y algunos fallos narrativos, que aborda a la española el fenómeno de la máquina del tiempo.