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La dama de los trópicos

Drama. Romance Bill Carey es un joven buscavidas que llega a Saigón en un yate propiedad de un millonario norteamericano. Pronto conoce a la exótica mestiza Manon De Vargnes, de la que queda totalmente prendado. Ésta, inicialmente, ve a Bill como una oportunidad para salir de Saigón y cumplir su sueño de llegar a París, lo que provoca que rompa su noviazgo con un noble rico de Asia. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es de esas cintas poco valoradas y olvidas dentro del gran mundo del cine clásico, a pesar de contar con una muy atractiva pareja protagonista que, a mi humilde parecer, sale bien librada en cuanto a su resultado interpretativo. Y todo a pesar de evidentes vacíos argumentales y otros detalles, que a la larga, pasan a un segundo plano, haciendo que "Lady of the Tropics", si bien, no le llegue a los talones a otros clásicos de su época, si deja un buen sabor de boca al apreciar a un ya consagrado Robert Taylor, poniendo otro peldaño a lo que sería una de las carrera más promisorias como galán del cine norteamericano; acompañado de la medalla de bronce, plata u oro en cuanto a la mujer más hermosa que la gran pantalla halla podido ser testigo en su historia, antes de que también supiéramos de que era una inventora genio: Hedy Lamarr. Y es que cuando la cámara nos hace el inmenso favor de consentir ése rostro de leyenda, opaca un poco cierta falta de versatilidad que en un principio de la cinta, pudiera haber tenido Hedy en su papel de mestiza en el siempre misterioso Saigón. Sin embargo, a medida que la carga dramática se intensifica, y de la sapiencia de Jack Conway al explotar la belleza sin igual de la austriaca, Hedy le da la talla a su par protagonista y sin duda se vuelve el eje central del film, con todo y los altibajos del mismo. La trama, gira evidentemente en una historia de amor enmarcada dentro de la sociedad del puerto oriental con chantaje sexual implícito. Se deja ver, sobre todo en los momentos que Taylor y Lamarr comparten pantalla,notándose la buena química y sobre todo la belleza de Hedy. No entra dentro de las inolvidables, pero sí como buena excusa de contemplar a dos leyendas de todos los tiempos juntas.
cineclasico73
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28 de mayo de 2023
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Me ha encantado. Me ha parecido una película estupenda. Una historia de amor muy bonita, entre una Hedy Lamarr absolutamente espectacular y un Robert Taylor arrebatadamente guapo en un Singapur tan desconocido como enigmático. Sacerdotisa que va a contraer nupcias con un rico hombre de tradicionales ancestrales. Lucha de identidades de una mujer medio europea medio asiática.
Nunca he apreciado la belleza de Hedy Lamarr como en esta cinta, descomunalmente bella, con una cara blanca, unas facciones suaves y un pelo negro azabache que cautiva. Como la chica que interpreta tiene algo de misterioso, de oculto, de enigmático. Una belleza muy peculiar, diferente, distinta.
Un puntito de aventuras, un puntillo de emoción, una historia básica de amor, y a tienes una buena película que se estructura alrededor de tres relaciones amorosas, una con el sultán de la jungla que nunca ves, otra con el americano con el que se casa, y la tercera con el rico señor que la perseguía en Saigón.
ÁAD
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11 de enero de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suntuoso melodrama, sección "exotismos varios", de la MGM, vagamente inspirado en Manon Lescaut. La acción transcurre en Saigón, pero podría ser Bangkok, Marrakech o Kuala Lumpur, a juzgar por la profusión de errores que adornan la escenografía y los decorados. Una hermosa mestiza (Hedy Lamarr, tan bella como siempre, provista de unos diálogos que nadie en su sano juicio podría recitar) se enamora de un atractivo playboy (Robert Taylor, Roberto Traidor, el individuo que delató furiosamente a sus compañeros de trabajo cuando la inquisición macarthista), que abandona su vida de farras y despendoles para hacerla una mujer de provecho. Naturalmente, el antiguo protector de Manon (Joseph Schildkraut, con un maquillaje hilarante) le pone todas las trabas posibles, y la cosa acaba peor de lo que había empezado.
Se encargó del estropicio un peso pesado de la productora, uno de esos profesionales llamados artesanos que se responsabilizaban de llevar a buen puerto proyectos poco menos que estrambóticos. Jack Conway, especialista en el género y ducho en plasmar ambientes orientales (Sucedió en China, Estirpe de dragón), se emplea a fondo y lidia con stock shots, transparencias, decorados surrealistas, dioramas y lo que haga falta, Cuenta con la complicidad y colaboración del espléndido director de fotografía George Folsey, y a la partitura un lírico Franz Waxman, valor seguro en estos menesteres. Vista casi ochenta años después, la carcajada acecha en algunas escenas y ciertos diálogos, pero al igual que sucedió hace unos años con el remake de El velo pintado, nada es imposible: rodaje en bellos escenarios naturales, puesta al día del libreto y una pizca de sexo, y nada impediría resucitar el mamotreto en el siglo XXI.
Para amantes de Hedy Lamarr y melodramas inverosímiles.
Eduardo
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