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Max y los chatarreros

Drama. Romance Para intentar detener a una peligrosa banda, un policía de París, Max, decide infiltrarse en ella. Así es como conoce a Lily (Rommy Schneider), una prostituta que es la novia del jefe. Pronto surgirá entre ellos una irresistible atracción. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
2 de octubre de 2010
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda entrega de la trilogía de Claude Sautet sobre el amor en situaciones de crisis y primer film del autor que lleva al título el nombre del protagonista. El guión, de Claude Sautet, Claude Néron y Jean-Loup Dabadie, adapta la novela del mismo título de Claude Néron. El film se rueda en exteriores de Paris y Lille (Francia) y en estudio. Producido por Raymond Danon y Roland Girard, se estrena el 17-II-1971 (Francia).

El realizador expone un drama psicológico basado en obsesiones, antiguas frustraciones y posiciones intransigentes de un personaje misterioso, solitario y reservado. Le atormenta la falta de eficacia de la justicia frente a la proliferación de la delincuencia profesional que se da en Francia a finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado.

La historia, bien hilvanada, es substanciosa y entretenida, aunque algo críptica. Construye unos personajes principales que define con inteligencia, agudeza y riqueza de matices, por lo que resultan convincentes y devienen polos de atracción del interés del público. Es muy interesante, en opinión del que escribe, la descripción que se presenta del estado de desolación y confusión de un personaje cuando se enfrentan deseos y realidad. Se presenta construido con cariño y ternura el personaje de Lily (Schneider), la prostituta independiente, que llena la pantalla de encanto y espléndida sensualidad.

El film deviene una crítica del puritanismo, la manipulación y las propuestas según las cuales el fin justifica los medios. Muestra cómo tras la fachada de la austeridad y los buenos deseos se ocultan a veces la fragilidad y la debilidad humana.

La acción tiene lugar en Nanterre (Francia) en 1970. La narración es intensa, fluida y contundente, aunque se hace densa y espesa en algunas ocasiones y excesivamente prolija en la acumulación de detalles. La exposición se desarrolla mediante planos cortos y encuadres precisos y ricos en significado. El cromatismo sobrio rompe su tónica general para destacar con colores saturados (rojo, azul celeste, azul marino...) la figura de la protagonista. La música, de Philippe Sarde, aporta un tema principal inquietante y melancólico, a tono con la atmósfera del film.

Film correcto, interesante y recomendable.
Miquel
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12 de febrero de 2013
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Sautet es uno de los grandes realizadores de la historia del cine que han caído en el olvido . Autor de una trilogía sobre las relaciones de pareja que le dio la fama : las cosas de la vida (1970) ,Max y los chatarreros (1971) y Cesar y Rosalie (1972) traducido en español como ella yo y el otro. y ya en los últimos días de su carrera de dos magníficas películas : Un corazón en invierno (1995) y Nelly y el Señor Arnaud .

Romy Schneider uno de los rostros claves del melodrama , como ejemplo la película lo importante es amar , trabajo con Sautet en cinco ocasiones aparte de la trilogía mencionada en Mado (1976) y en una historia simple (1978).

La película, una curiosa mezcla de cine negro y melodrama, como casi todas las película francesas es una película de personajes, los personajes son más importantes que el argumento
Con un excelente guión y unos personajes muy definidos :Max como inspector de policía ,y Lily como la bella prostituta; secundado por otros personajes secundarios como Abel el novio de la prostituta , el comisario y Rosinsky (otro policía ); a los que hay que añadir la pequeña banda de chatarreros .

Sautet dirige con sensibilidad y eficacia apoyándose en buenos diálogos y en el excelente trabajo de cuantos proponen el reparto destacando Michel Piccoli que realiza una soberbia interpretación como Max , muy bien secundado por Romy Schneider ,extraordinariamente atractiva ;a destacar en un cometido secundario la estupenda interpretación de Francois Périer A destacar el sorpresivo y romántico final.

En suma película de personajes en la que destaca la soberbia interpretación de los actores y la sutil y delicada dirección de Sautet , y que por mi parte aprovecho ,una de las razones para hacer esta crítica, para a dar a conocer a unos de los mejores y más desconocidos directores del cine francés.
COPPOLA
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19 de diciembre de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imprevisible sentimiento, pocas veces controlado que suele romper esquemas, cálculos y planes perfectos. El atractivo del thriller, o “Polar francés” de Claude Sautet reside ya en su propuesta argumental y depende en buena parte de ella: un antiguo juez e inspector de polícia, Max (Michel Piccolí), que disfruta de una fortuna personal, idea un plan para detener a una pequeña banda de facinerosos de poca monta que se reúne en un cobertizo de las afueras de París y se dedican a robar cobre y chatarra. Max en su celo profesional, les incita indirectamente a robar un banco y que la policía los espere en el lugar del delito para apresarlos. Ante esta conducta, se puede leer entre lineas que se trata de una demostración de poder; de cómo un individuo poderoso (alto cargo policial y millonario) sibarita y caprichoso, juega con la vida y la libertad de unos desgraciados que se encuentran socialmente por debajo de él, y por tanto de sus privilegios, de una lucha desproporcionada entre el policía y unos pobres miserables chatarreros.

Max se lo plantea como una revancha personal, tras un fracaso profesional en un anterior atraco, despechado a causa de su vanidad herida por el engaño de un confidente, pero el factor decisivo en el film consiste en, servirse de la bella prostituta Lily (Romy Schneider), novia de uno de los chatarreros, Abel (Bernard Fresson) antiguo compañero militar de Max. El policía paga a Lily por verse a solas, por estar juntos sin acostarse ante la incredulidad de ella, pero con la intención de influirla en un posible atraco fácil a una sucursal bancaria, de la que finge ser director, pero que cambiará las circunstancias surgiendo una extraña relación entre ambos. Desde la antigüedad es sabido que muchos escultores han terminado enamorándose de sus estatuas. La construcción del film tiene una lógica matemática, cada personaje que va siendo introducido aporta una variación, un refuerzo temático que antes o después adquiere funcionalidad argumental con respecto al resultado, la aparición del comisario jefe, del inspector que conoce donde residen los chatarreros, el policía Rozinski y sus sospechas.

El film escapa a los clichés del género, en su primera colaboración con el escritor Claude Nerón, percha argumental de parte de su filmografía, Suatet expone los hechos con frialdad objetiva, con una mirada estilizada, carente de cualquier ramalazo lírico sin ceder en ninguna secuencia al apasionamiento, que podría resultar por otro lado comprensible, teniendo en cuenta que se trata de una venganza, en este sentido, el comportamiento de Max es frío y calculador, reconvertido en justiciero para obtener su fin. Vestido siempre elegante y de negro que al contrastar con su tez pálida le da un aspecto inhumano, puritano y perverso. La cámara del operador de Sautet recurre a una gama de colores gélidos grises y metalizados para las escenas de la comisaría frente al exultante color rojo del primer encuentro entre Max y Lily en la habitación del hotel. La relación entre ambos toma otro rumbo cuando Max alquila un apartamento para sus encuentros, destacando los seductores modelos que luce la prostituta de origen alemán. Recomendable cinta de cine negro francés, diferente del americano pero muy interesante por sus tema y estilo autóctonos.
Antonio Morales
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12 de octubre de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el trabajo del realizador cinematográfico Claude Sautet se caracteriza por la sobriedad, por su carencia absoluta de efectismos, sólo se le puede achacar -sin llegar al reproche- cierta frialdad expositiva con tendencia a caminar sobre el filo de la navaja, a rozar casi lo imposible. Con todo y atendiéndonos a ésto, su credibilidad final siempre acaba por resultar indemne y su valentía, remarcada.

Si a ello se añade que el director francés domina la narrativa con extraordinaria soltura es muy improbable que una sola película suya llegue a defraudar al espectador. "Max et les ferrateurs" es un buen ejemplo de lo dicho. Funciona, dentro de un minucioso y blindado guión, como la más ajustada pieza de relojería. Asimismo -genuina marca de su realizador- los personajes están muy bien trazados e incluso proyecta un buen estudio psicológico, al menos de los principales protagonistas.

Sólo es de lamentar la casi errática actitud de Max -solventada con un par de frases de terceros- para definir la que sería más profunda motivación del personaje, el motor de la extraña actitud que adoptará luego y por donde discurrirá toda la historia. También puede echarse en falta algún indicio más preciso de su encubierta atracción por la prostituta Lily. Pero ambas licencias apuntan al más que elogiable interés del realizador por implicarse y ponerse, una vez más, el traje de faena en el intento de enriquecer a sus personajes y a esos arriesgados saltos sin red mencionados al principio. Dicho sea de paso, los actores que encarnan a Max (Michel Piccoli) y, sobre todo, a Lily (Romy Schneider) merecerían un apartado para ellos solos. Su admirable actuación, junto a la de secundarios como Périer, Wilson o Fresson, contribuyen a la mayor credibilidad y son importante aliciente para el relato.

Película de incuestionable interés -aún con algún pequeño altibajo- que merece verse con los ojos y los oídos bien abiertos. Al final, deja el buen sabor característico de los trabajos mejor elaborados del Polar o cine negro francés.
Rath
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29 de mayo de 2022
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en una novela, esta notable muestra del cine policíaco francés tiene algo especial, algo fatalista, que recuerda al cine coetáneo de Jean-Pierre Melville. Sin duda es una película inteligente y original, y más oscura y profunda de lo que podría parecer, y ello es así en buen modo por el personaje protagonista, Max (Michel Piccoli), un policía muy frío, obsesivo y metódico, empeñado en provocar un atraco a un banco para detener a los ladrones, y así poder saldar una cuenta consigo mismo y salir del hartazgo y la frustración en los que le ha sumido su trabajo policial. Es así como se convierte en un mentiroso y un manipulador, y es así como desarrolla una curiosa relación con una prostituta (Romy Schneider).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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