Hace algunos años vi una película española que me hizo pensar... se llamaba "El Arte de Morir". En ella se hablaba de como los antiguos (quizás no tanto) encaraban la muerte.

La muerte para esta gente no era más que parte de la vida, su parte final, la recta que encara a meta en un maratón. Además para ellos la muerte no era un hecho que hubiera que esconder, todo lo contrario, era un acto social, como lo puede ser una bautizo o una comunión (a pesar de lo macabro que nos puede resultar ahora). A la cama del moribundo se acercaban las personas que lo habían conocido en vida, admirado e incluso odiado (incluido niños), para presentarle sus respetos y cariño. El moribundo se despedía de todos ellos y dejaba todo atado y bien atado antes de su marcha. Era totalmente consciente y participaba de su muerte. ¿Qué haremos nosotros cuando nos llegue el momento?, ¿tendremos la oportunidad de despedirnos dignamente de nuestra vida?, ¿tendremos el valor de hacerlo, o miraremos a otro lado fingiendo no saber que pasa?.

Este hombre mujeriego, egoísta y caótico en su vida, nos da sin embargo una lección en su muerte, y como los antiguos elige ser consciente del fin de su existencia, por mucho miedo que le provoque, y disfrutar junto a las personas que realmente le importan (aunque no se lo haya dicho hasta el momento) de una última velada juntos, disfrutar de su muerte.

Este es para mi el verdadero concepto de "eutanasia". Una palabra tan de moda y tan usada en estos días para reclamar derechos. Al fin y al cabo, este es su significado básico y último, eu: buena/o, tanatos: muerte. Así lo entendia la gente hasta hace un siglo. No era desenchufar de un respirador a un moribundo, o participar de un suicidio asistido. La eutanasia era una "buena muerte" para el sujeto en cuestión, consciente, sin dolor y rodeado de los suyos. Y este es uno de los escasos ejemplos en nuestro mundo actual de un hombre que ha tenido el valor de tener una "buena muerte". Es un ejemplo hermoso de como deberíamos morir las personas. La duda surge ahora, ¿tendremos nosotros su valor para enfrentarnos a nuestro fin con su serenidad?

Ante todo quiero decir que solo soy un chico que de vez en cuando le gusta ir al cine, nada más, y en particular el nombre de Médem, me llama la atención, y para mi es símbolo de riesgo y atrevimiento en el cine, y eso siempre es aplaudible. Lo segundo es que todos sabeis que las películas de Médem pueden gustar o no gustar, es decir, son enormemente subjetivas, y creo que porque te guste o no te guste no significa que eres un entendido o un ignorante de este mundillo.

Dicho lo cual me centro en la película. En la gran mayoría de su metraje la peli es hermosa, poética, tanto visualmente como en su contenido, como ya lo dicen muchas otras críticas. Tiene un toque dulce y trata el tema del amor y la búsqueda de la propia identidad de la protagonista con una sensibilidad que enternece. Pero debo decir que los minutos finales para mi han arruinado un buen trabajo hasta entonces. Desde mi humilde opinión, a partir de cuando aparece el 0 en la pantalla es mejor no seguir viendo, porque todo lo construido hasta entonces se desvanece en algo que no tiene que ver nada con los temas tratados en la película hasta entonces. En todo momento se ve forzado para encauzar el final de la película con la política y la guerra de Irak, que aparece en escena como Pedro por su casa, sin que nadie la haya invitado.

Y es que en esos minutos finales asistimos a una crítica a dicha guerra y al capitalismo americano (representado aqui por un político americano) con la que mucha gente estamos de acuerdo. Pero la expresa de una forma tan vulgar, tan gratuita y tan sin venir a cuento de nada que estropea todo el trabajo anterior y sume el final de la película en una cutrísima queja contra la política imperialista de EE.UU.

Además creo que hay que comentar otras cagadas importantes, como el casting, al escoger al pavo ese del SMS, que es insoportable (no es propio de Médem), o Bebe y su eterno odio al sexo masculino, ¿Pero que le hemos hecho los hombres?. Y, generalizando más, el rollo ocupas guaperos supermegaguays que tiene la residencia.

Resumiendo, los últimos minutos de la película destrozan un buen trabajo hasta ese momento (no exento de errores, como ya hemos comentado) y hacen que salgas del cine con la sensación de pesudopropaganda anti-guerra de Irak, por otro lado enormemente trillada, que hacen que lo bueno del resto de la película se te olvide y sólo puedas pensar en la tomadura de pelo final, que ni siquiera se puede decir que tenga originalidad ni que sea personal, como otras cosas más acertadas o menos hechas anteriormente por Médem pero que si la tenían.

Mención a parte requiere la actuación de la protagonista (que enamora en cada primer plano), enormemente creíble y todo un descubrimiento. Bebe tan solo se dedica a ser Bebe y ya esta. Y del de SMS mejor ni hablar.