Melancholia es de esas películas que pasan una vez cada mucho tiempo. Melancholia, absoluta merecedora de la Palma de Oro (que finalmente no fue gracias a las desafortunadas bromitas de Von Trier), es de esas películas que nos demuestran lo que el cine realmente significa. La Belleza y la Verdad son presentes en cada uno de los planos del film, a pesar de tratar un tema como el fin del mundo.

Los primeros ocho minutos de Melancholia son motivo suficiente para alzarse y aplaudir durante cinco minutos seguidos, suficiente para quedarse con la Palma de Oro y todo lo que se le proponga. El mejor prólogo que he visto de toda la historia del cine, formado por una serie de imágenes de una sublimidad y épica que sólo pueden alcanzar la total perfeccióna compañadas de Wagner y su Preludio Tristán e Isolda. Chapeau, Lars.

A partir del minuto ocho, la película se adentra en un mundo oscuro y alegre al mismo tiempo; una celebración, amigos, familia y Melancholia, planeta que ha estado oculto tras el Sol mucho tiempo y que ahora se descubre en la órbita de la tierra. Con el inminente fin del mundo como telón de fondo, Von Trier nos habla de la depresión, de la relación entre dos hermanas y de las reacciones de cada una de ellas ante este hecho: Justine (Kirsten Dunst) se verá sobrecogida por la melancolía mientras que Clair (Charlotte Gainsbourg) se sentirá aterrorizada por tener que encararse a la realidad y hacer frente a sus propios sentimientos. A pesar de conocer el desenlace del film desde el inicio, éste se nos aparecerá majestuoso y bello. Tal y como sucede con el inicio, el final de Melancholia también corta la respiración.

Hasta hoy, la mejor obra de Lars Von Trier y la mejor interpretación de Kirsten Dunst sin duda alguna. Tenemos que empezar a olvidarnos de Mary Jane de Spiderman, porque Dunst ha alcanzado un nivel superior (nivel que le ha otorgado el Premio a la Mejor Actriz en la última edición del Festival de Cannes. Y, con total seguridad, poco le falta para el Oscar.

Belleza pura. Imprescindible para todos aquellos que amen el cine, el cine de verdad.

Esta película podría pasar perfectamente por una de esas cintas apocalípticas sobre una epidemia con cientos de muertos, terror en las calles (y, ¿por qué no? incluso algún ser sobrenatural). Pero no lo es. La epidemia está ahí, el motivo de la historia es, obviamente, la propagación de un virus letal de contagio a través del contacto humando. Pero ese es solo el motivo, el catalizador. La película en realidad no habla de un virus, a pesar de que hay que destacar la gran labor de respeto por el método científico; sino que todo gira alrededor de los límites del ser humano. Contagio es un ensayo sobre las fronteras entre el bien y el mal en situaciones de riesgo y descontrol como la que se nos muestra.

Aunque muchos se quedarán con una imagen de típica película de infecciones y pandemias, el trabajo del director va mucho más allá. Es curioso como Steven Soderbergh presenta a un conjunto de personas con comportamientos tan o más letales que el propio virus, interpretadas por un elenco de actores más que impresionante: Kate Winslet, Jude Law, Gwyneth Paltrow, Matt Damon, Marion Cotillard y Laurence Fishburne están magníficos en este filme, llevando las situaciones de sus personajes al extremo pero a la vez convirtiendo este dramático dispositivo en una realidad tan verosímil que deja al espectador consternado tras la proyección.

El maestro del cine español ha optado esta vez por acercarse al thriller, género que años atrás se nos presentaba absolutamente lejano al director manchego. Pero se ha atrevido y se ha hecho con él, desmontándolo y reutilizándolo a su manera, con su particular visión de las cosas. Quién diga que este filme se aleja del Almodóvar de siempre estará en lo correcto pero equivocado a la vez. Sí, quizás haya dejado atrás las historias de barrio y se haya trasladado a un precioso palacete renacentista esta vez; quizás esta vez los actores trabajen sus interpretaciones con contención (generalmente echando a un lado la tradicional garra de los personajes Almodóvar); y así podríamos seguir eternamente... pero no por ello La piel que habito pierde la excentricidad que caracteriza al director. Ésta aparece en el contenido más que en la forma, imaginada esta vez como un bello paisaje oscuro en el que adentrarse.

Las obsesiones y las locuras de un cirujano (Banderas) toman las riendas del argumento de este cuento, que no deja de ser una fantasía, y que a medida que avanza y se enreda gana en intensidad, fuerza y calidad. Al magnífico guión lo acompaña una brillante banda sonora, un uso de la luz impecable y, obviamente, unas interpretaciones estelares: tanto Banderas como Anaya se merecen un 10 esta vez. Desde aquí se agradece esta cierta renovación de los rostros en la gran pantalla, y por mucho que el papel de ella se escribiera para Penélope, me atrevo a decir que Elena Anaya ha conseguido darle al personaje una turbulenta calma que la chica Almodóvar por excelencia habría convertido en rabia contenida. Y eso no es lo que esperamos de Vera. Pero nada de lo que a Vera le sucede es concebible, así que simplemente debemos dejarnos llevar por las locuras del cirujano, metáfora directa del cineasta manchego.

Para muchos, Crazy Stupid Love solo será otra comedia romántica con donjuanes que se enamoran, 'losers' que se convierten en mujeriegos, adolescentes dramáticos en su primer amor... y sí, la película tiene todos esos clichés, además de una estructura de lo más arquetípica. ¿Dónde está la gracia, entonces? ¿Por qué un 8 para Crazy Stupid Love?

Empecemos. Primero, los personajes: están creados con un cariño y un talento impresionante. A pesar de que todos forman parte de un estereotipo (¿y quién no?), cada uno de ellos cuenta con un secreto, una sorpresa, algo que les hace especiales. No es difícil para los protagonistas del filme alcanzar un nivel de brillantez siendo interpretados por un reparto de lujo como lo es este, con Steve Carell, Ryan Gosling, Julianne Moore y Emma Stone al frente. Impresionantes. En un principio, estos cuatro nombres parecían el único aliciente para pagar por ver el filme... y, aparte de convertirse en la primera de otras muchas buenas razones, ha superado cualquier expectativa. Steve Carell y Julianne Moore, como era de esperar, nos regalan unas interpretaciones magníficas; la sorpresa esta vez es Ryan Gosling, aficionado al drama y al papel del eterno romántico, en Crazy Stupid Love, Gosling sorprende en su papel de playboy, forma parte de la comedia de manera muy convincente, convirtiendo en verosímil la evolución que su personaje hace, por muy cliché que sea.

Y segundo: la trama. Si bien se puede decir que una historia sobre el amor en tres puntos de la vida (el adolescente, el treintañero de éxito y el casado aburrido) es algo que hemos visto ya miles de veces, en Crazy Stupid Love las mismas situaciones típicas dan un giro en su desarrollo para acabar convirtiéndose en escenas de lo más divertidas, emotivas y sobretodo, diferentes. Desde el momento en que Steve Carell, bajo la lluvia tras el fiasco, se dice a sí mismo: "Qué cliché", la película entra dentro de un universo metalingüístico, donde el cliché es consciente de sí mismo para convertirse en ironía. Éste es el sentido de Crazy Stupid Love. Aquí está su magia y su originalidad. Hay giros, hay sorpresas, hay respuestas inesperadas, y atención, también hay momentos que no saben escaparse del estereotipo, pero repito...¿acaso nuestra vida no está llena de ellos?

Para muchos, Somewhere no será más que una película lenta sin guión, sin acción, en la cual no pasa nada. Y el caso es que no están muy lejos de la realidad: Somewhere no cuenta con una gran historia, pero en cambio describe a la perfección la 'nada', el vacío existencial que siente una celebridad en una época difícil de su vida. Con un detallismo y fotografía impecables, Coppola vuelve a sorprender con ese cariño infinito que parece sentir por cada uno de sus planos a la vez que sus actores. En este caso, destacar de nuevo a la pequeña Elle Fanning, espectacular en el papel de la hija de Stephen Dorff.